Domingo a jueves: 9:00 - 17:00.
Viernes y vísperas de fiestas: 9:00 - 14:00.
Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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Después de que Francia capitulara ante Alemania, el gobierno de Vichy encabezado por el mariscal Pétain colaboró con los nazis en la deportación de judíos. El 26 de agosto de 1942, en el apogeo de las deportaciones, Pierre-Marie Théas, obispo de Montauban, siguiendo el ejemplo de su colega vecino, el arzobispo Saliège de Toulouse, emitió una carta pastoral condenando las deportaciones de judíos. Hablando sin ninguna ambigüedad, Pierre-Marie Théas declaró:
«En París, decenas de miles de judíos han sido tratados con la más salvaje barbarie. Incluso en nuestras propias regiones, uno es testigo de un espectáculo inquietante: las familias están siendo desarraigadas, los hombres y mujeres son tratados como animales salvajes y enviados a destinos desconocidos, con la expectación de los mayores peligros. Doy voz a la indignada protesta de la conciencia cristiana, y proclamo que todos los hombres, arios o no arios, son hermanos, siendo creados por el mismo Dios. [Afirmo además] que todos los hombres, pese a su raza o religión, tienen derecho a ser respetados por los individuos y por los Estados. Por lo tanto, las recientes medidas antisemitas son una afrenta a la dignidad humana y una violación de los derechos más sagrados de la persona y la familia».
Para asegurarse de que su mensaje de oposición vehemente tuviera el impacto deseado, era imperativo que se leyera desde los púlpitos de todas las muchas iglesias de su diócesis. Por lo tanto, Pierre-Marie Théas recurrió a Marie-Rose Gineste, una activista de larga trayectoria en el trabajo social católico, para que se encargara de que la carta pastoral se reprodujera y se entregara a tiempo para ser leída desde los púlpitos de las iglesias el domingo siguiente, 30 de agosto de 1942.
«Con gran entusiasmo acepté esta misión», recuerda Marie-Rose Gineste.
Ella le dijo al obispo que no era aconsejable enviar la carta a través de la oficina de correos, ya que las autoridades de Vichy seguramente la censurarían. En cambio, «propuso llevar ella misma la carta en bicicleta y entregarla a todos los sacerdotes y todas las parroquias de la diócesis».
Así, todas las parroquias de la diócesis de Montauban recibieron la carta de protesta del obispo Pierre-Marie Théas y pronunciaron los sentimientos projudíos desde sus púlpitos el domingo siguiente (con la excepción de una sola parroquia, cuyo sacerdote era un conocido simpatizante de Vichy). El eco del pronunciamiento de Pierre-Marie Théas, que siguió al del arzobispo Saliège una semana antes, sacudió las murallas del establecimiento de Vichy y, según muchos historiadores, marcó un punto de inflexión en la anterior actitud pasiva de la Iglesia católica hacia el gobierno de Pétain. También actuó como una señal para que todos los franceses salieran y protegieran a los judíos de la deportación.
Impresionado por su singular devoción a esta causa, Pierre-Marie Théas encargó a Marie-Rose Gineste las tareas de encontrar refugio para niños y adultos judíos en varias instituciones religiosas de la región y proporcionarles identidades falsas. Marie-Rose Gineste también obtuvo las cartillas de racionamiento que se necesitaban con urgencia de los almacenes y oficinas del gobierno o las recibió de funcionarios gubernamentales simpatizantes, y trabajó junto con asociaciones clandestinas judías para distribuir las cartillas de racionamiento a los judíos escondidos.
Después de la guerra, Marie-Rose Gineste citó la motivación detrás de sus actos heroicos como expresión de su fe cristiana:
«Desde mi niñez, el cristianismo ha dominado y orientado toda mi vida: antes de la guerra, durante la guerra, durante la ocupación y después hasta el día de hoy...en mis diversas y numerosas acciones, y todos los días de mi vida».
En 1985, en base a los numerosos testimonios a su favor, Marie-Rose Gineste recibió el título de Justa de las Naciones de Yad Vashem. El obispo Pierre-Marie Théas había sido igualmente honrado con el título en 1969.
Desde el final de la guerra, Marie-Rose Gineste ha guardado la bicicleta, como recuerdo de los fatídicos días en que sirvió para difundir este mensaje vital. A los 89 años, solicitó que la histórica bicicleta fuera entregada a Yad Vashem para su custodia permanente.
Así, una denuncia conmovedoramente redactada de la deportación de judíos por parte de un clérigo católico francés de alto rango (palabras que tanto faltaban en esos días) ayudó a galvanizar a un segmento considerable de la opinión pública francesa a favor de ayudar a los judíos. No hubiera sido posible sin Marie-Rose Gineste y su bicicleta anodina y desvencijada.
Colección de Objetos de Yad Vashem
Donada por cortesía de Marie-Rose Gineste, Montauban, Francia
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