Después del ascenso de los nazis al poder, los movimientos juveniles sionistas acrecentaron sus actividades con el propósito de acelerar la emigración de jóvenes judíos a la tierra de Israel. Para prepararlos a la vida del kibutz, fueron establecidas granjas agrícolas de entrenamiento.
Una de éstas, perteneciente al movimiento «Macabi Hatzair» (Joven Macabeo), estaba ubicada cerca del pueblo de Ahrensdorf, no lejos de Berlín.
Jóvenes de 15 a 17 años con sus líderes vivían en esa granja. El entrenamiento comprendía tareas agrícolas en horas de la mañana, y por la tarde lecciones sobre temas relacionados con el sionismo y el judaísmo, como historia judía, Biblia y hebreo. Durante la noche se realizaban debates y actividades culturales. Al llegar a los 18 años los jóvenes trataban de encontrar el modo de emigrar a la tierra de Israel.
A pesar de las condiciones de vida espartanas y la comida sencilla, los jóvenes estaban colmados de entusiasmo y -como la mayoría de los miembros de los movimientos juveniles judíos de esa época en Europa– se identificaban completamente con los ideales sionistas. El estilo de vida cooperativo creaba lazos estrechos entre los jóvenes, y la separación de la familia convertía a los líderes en padres sustitutos y en modelos a imitar.
Una de las líderes en Ahrensdorf era Anneliese Borinski. Nacida en 1914 en el seno de una familia poco vinculada al judaísmo y al sionismo, el alejamiento forzado de los judíos de las instituciones de educación alemanas la empujó a marcos de referencia judíos. Después de finalizar estudios en el seminario judío de Berlín, llegó a Ahrensdorf como líder juvenil a la edad de 23 años.
A pesar de no haber tenido anteriormente inclinaciones sionistas, aprendió acerca de la tierra de Israel y acabó sintiéndose completamente identificada con los ideales de la hajshará.
Con el estallido de la guerra en 1939, las condiciones en Ahrensdorf se hicieron cada vez más difíciles, hasta tal punto que la Gestapo tomó control efectivo de la granja. A pesar de ello los jóvenes siguieron viviendo en una especie de burbuja, conservando la dirección de la granja y prosiguiendo con sus actividades regulares. La hajshará fue clausurada en 1941 y los líderes y los jóvenes a su cargo fueron trasladados al campo de Neuendorf, donde habían sido concentrados grupos variados de judíos que eran obligados a realizar trabajos forzados bajo la supervisión de la Gestapo. A pesar de la situación los miembros de la hajshará continuaron exigiendo de sí mismos la disciplina que habían mantenido en Ahrensdorf.
La bandera
En el espíritu de los exploradores, que prevalecía en los movimientos juveniles sionistas, la bandera de Macabi Hatzair jugaba un rol educativo importante en las ceremonias de la hajshará. La bandera simbolizaba la esencia de los ideales que los jóvenes sostenían.
La bandera fue cortada por primera vez en 1942 en el campo de Neuendorf. El lirio, símbolo de los exploradores y el motivo principal de la bandera, fue cortado y enviado a los miembros del movimiento que ya se encontraban en la tierra de Israel. La llevaron dos líderes juveniles procedentes de allí a quienes se les había permitido abandonar Alemania. Las dos jóvenes, Braja Brosh y Jana Blumenkopf, habían viajado a Polonia a visitar familiares y se encontraron sin posibilidad de salir de ese país cuando estalló la guerra. En el intento de regresar a sus hogares, llegaron a Neuendorf y permanecieron allí en compañía de los miembros de la hajshará, sirviendo de modelo de inspiración y fuente de autoridad para los otros jóvenes, simbolizando a la vez el anhelo de llegar a la tierra de Israel.
En su testimonio, Anneliese Borinski relató:
«Un día, antes de Janucá de 1941, recibieron finalmente la notificación de que podían regresar a casa. Las despedimos en una reunión festiva...pero, ¿qué podíamos enviar con dos mujeres que regresaban a la patria, a la tierra de Israel? ¿Qué podíamos mandar como un símbolo claro que expresara a nuestros compañeros de movimiento que no los habíamos olvidado, y de forma tal que nos haría sentir que no seríamos olvidados?
No dudamos un solo momento. La respuesta era obvia. Formados ante la bandera, Herbert cortó el lirio del corazón de la enseña y lo presentó a Jana como recuerdo de todos nosotros para los compañeros en Israel. Cantamos el 'Hatikva' y 'Seú Tziona' y desfilamos».
En 1943 la situación en Alemania se deterioró. Circulaban rumores sobre la desaparición de personas, y entre éstas de muchos de los padres de los jóvenes, que habían sido deportados a Polonia o aprisionados en Alemania.
Después del asesinato de Alfred Selbiger, el dirigente de «Macabi Hatzair» en Alemania, una gran melancolía hizo presa de todos, y la sensación de que algo todavía desconocido estaba por separar a los líderes de los jóvenes. Comenzaron a llegar al campo listas de miembros destinados a la deportación.
Finalmente llegó una lista con los nombres de los que todavía se encontraban en el campo. La última noche se realizó una ceremonia en Neuendorf en la cual la bandera fue repartida entre los líderes de grupo restantes. La idea era que el grupo se reuniría en la tierra de Israel y reconstruiría la bandera.
El testimonio de Anneliese Borinski:
«7 de abril de 1943
Fuera están los guardias de la Gestapo. Se nos prohíbe salir al patio, comenzamos nuestra reunión final. Una vez más, cada uno está vestido de azul y blanco. Cantamos. Traen las banderas. A una le falta el centro. Herbert toma la «bandera del corazón roto» y la corta en doce retazos. Los distribuye entre tres compañeras y cuatro compañeros que serán responsables por cada grupo, uno para el compañero que será responsable por los de «sangre mixta» que permanecerían en Alemania, y una parte a cada uno de los cuatro líderes. En esa oportunidad prometemos el uno al otro que cuidaremos de los retazos, y que cuando volvamos a reunirnos en la tierra de Israel los juntaremos para formar nuevamente la bandera. Este desgarro de la bandera que me fue entregado, lo llevo conmigo hasta hoy. Permaneció conmigo durante todas las búsquedas corporales y las selecciones en Auschwitz. Debo seguir llevándolo conmigo porque lo he prometido, y esa promesa me empuja...»
A mediados de 1943 los jóvenes restantes y los líderes fueron deportados a una prisión en Berlín y de allí enviados a Auschwitz. Más tarde se enteraron de que su deportación había sido parte de una masiva operación contra los judíos alemanes llevada a cabo «en honor» al cumpleaños de Hitler.
En Auschwitz los muchachos fueron separados en grupos diferentes, pero gracias a la determinación de los líderes lograron permanecer en contacto y pasar información entre ellos.
Anneliese, que asumió la responsabilidad por sus educandos con la mayor seriedad, trató de ocuparse de ellos e incluso de hacerles pequeños regalos para sus cumpleaños.
«Sabíamos que era importante permanecer unidos –el grupo de Macabi Hatzair- con nuestros ideales y nuestra meta de llegar algún día a la tierra de Israel trayendo los retazos de la bandera con nosotros. En nuestra inocencia creíamos que eso era lo más importante. En los primeros días en Auschwitz no sabíamos que era cuestión de vida o muerte, y quizás fue mejor que no lo entendimos. El primer día sufrimos una tortura tras otra en Birkenau que creo que nos habrían roto si no hubiéramos estado ocupados en esos ideales en los cuales creíamos, y que nos daban fuerzas... estábamos tan centrados en ellos, que nada nos parecía importante – a pesar de todo lo que nos estaba ocurriendo.»
Durante toda la época de prisión en Auschwitz Anneliese conservó el trozo de bandera, a pesar de la dificultad en esconder objetos personales y los constantes registros.
«...Los únicos objetos personales que nos permitían guardar eran los zapatos. Eso era muy importante, porque yo, por ejemplo, dentro de los zapatos, debajo de la suela, –me di cuenta enseguida, cuando tuvimos que desvestirnos– puse mi trozo de bandera, que era muy importante para mí conservar en un lugar seguro. Y allí quedó bastante tiempo, y a veces había lo que se llamaba «visitas», o sea un registro corporal minucioso –y entonces lo escondía en otros lugares- porque los SS sabían por supuesto que era posible esconder todo tipo de objetos en los zapatos.»
Los jóvenes miembros de Macabi Hatzair –muchachos y chicas– estuvieron presos en Auschwitz cerca de dos años. Como otros prisioneros fueron destinados a trabajos forzados, y sufrieron como todos de la tortura, del hambre, el frío y la humillación. Muchos sucumbieron a las terribles condiciones. Anneliese Borinski abandonó Auschwitz en una «marcha de la muerte» en enero de 1945 junto con jóvenes del grupo a su cargo. Escaparon de la columna en la zona de Leipzig y llegaron a la zona de ocupación americana.
Anneliese emigró en 1945 y se estableció en el kibutz Maayan Tzvi, y desde su matrimonio se llamó Ora Aloni. Hasta su fallecimiento trabajó en educación.
En un intento de recapitular su salvación, dijo:
«Si hoy quisiera explicarlo, o alguien me lo pregunta, y por supuesto de que hubo quien lo hizo, como lograron salir con vida del campo, el campo de concentración, campo de muerte, como lograron salir de allí, puedo decir esto: creo que eso está basado en tres factores esenciales: el primero, pienso que es el más fuerte, es el apoyo mutuo que recibimos de cada uno, y a pesar de estar separados, de algún modo siempre estuvimos en el seno de nuestros compañeros. Siempre estábamos el uno para los otros y sentíamos que los otros estaban para uno. Aun cuando no estábamos todos juntos, nos sentíamos siempre unidos y nunca completamente solos. Por lo menos tres, cuatro o cinco estaban juntos. Eso ayudaba mucho, de forma práctica así como emocional. Nos daba mucha fuerza y para mí, también estaba el sentido de responsabilidad, la sensación de que tenía que hacer todo lo posible para llegar a algún lugar en el que podría ver quién estaba todavía con vida y tratar de reunir a todos nuevamente, y de ser posible llegar a la tierra de Israel.
El segundo factor fue definitivamente la esperanza y la expectativa incólumes, de que algún día las cosas mejorarían, y llegaríamos a la tierra de Israel, y que debíamos estar allí. Eso se manifestaba en cada pequeña celebración, en cada Oneg Shabat, en Yom Kipur, no sé, en las promesas que hicimos y expresamos en símbolos que cuidamos con tanto empeño, en la bandera, el retazo de bandera que no dejé de seguir llevando conmigo.
El tercer factor, quizás más complejo, diría: cierta fuerza de la personalidad que pertenece a ello, y la capacidad de adaptarse, rápidamente, eran absolutamente necesarias, y también suerte.»
La parte central de la bandera, que trajeron Braja y Jana, las dos líderes que regresaron en 1941, fue guardada por un tiempo en los archivos del movimiento Macabi Hatzair. No sabemos dónde está ahora. El retazo de Anneliese es el único de los que fueron distribuidos entre los líderes que llegó a Israel. Estuvo preservado en el kibutz Maayan Tzvi hasta que el hijo de Ora Aloni lo entregó a Yad Vashem en 2007. Los supervivientes del movimiento que se reunieron en Israel confeccionaron una réplica de la bandera y bordaron sobre ésta las marcas que dividieron en doce partes a la original. Ésta réplica también se conserva en Yad Vashem.