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Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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Arieh Mühlrad nació en 1921 en la ciudad de Drohobycz, Polonia. El único hijo de Aaron Wegman Mühlrad y Genia Berman, Arieh estudió en una escuela secundaria polaca, habiendo completado su educación antes del estallido de la guerra. Su familia tenía un buen pasar y mantenía un estilo de vida tradicional. En su hogar se hablaba polaco e ídish. Arieh concurría al movimiento juvenil “Hanoar hatzioní”, e incluso participó en la asamblea general del movimiento que se realizó en Mikulicyn en 1938.
Desde septiembre de 1939 Drohobycz estuvo bajo ocupación soviética, hecho que no afectó a la familia Mühlrad en su vida diaria, pero cuando los alemanes invadieron en junio de 1941, los polacos y ucranianos iniciaron un pogromo contra sus vecinos judíos, mientras que los alemanes no hicieron nada para impedirlo. Los alemanes instituyeron inmediatamente después limitaciones de movimiento contra los judíos, ordenaron el uso de una señal identificatoria sobre la ropa y confiscaron propiedades. Unos dos meses después se puso en marcha el plan de exterminio. A lo largo de 1942 judíos fueron atrapados y enviados en transportes o asesinados en el mismo lugar. Mientras tanto, Arieh había conseguido trabajo en un campamento agrícola establecido en los suburbios de la ciudad por un oficial alemán de nombre Helmrich. A fines de agosto de 1942, mientras Arieh estaba en el campamento, su madre fue capturada en una aAktion (operación) y deportada para ser asesinada. Después de este trágico evento Arieh logró encontrar trabajo en una firma de construcción en la ciudad para poder estar más cerca de su padre, que estaba empleado en una fábrica alemana dentro del gueto. Ambos llevaban brazaletes con la letra A (Arbeiter – obrero), para ser identificados como trabajadores protegidos. Más tarde Arieh fue promovido a la letra R (Rüstungsarbeiter – obrero de municiones), pero a medida que pasaba el tiempo se hacía más y más evidente que los diferentes brazaletes y etiquetas eran sólo un ardid en el elaborado método de decepción utilizado por los nazis.
En junio de 1943, después de la liquidación del gueto, Arieh, su padre y un primo fueron deportados al campo de concentración de Plaszow, en el cual fueron enviados a trabajos forzados y cruelmente torturados. Arieh descibió esto en sus memorias “El salto fatídico”: “Con nuestros cuerpos sin ningún cobertor, salvo el brazalete de aluminio en la muñeca grabado con nuestro número personal, esperábamos, despavoridos, el próximo decreto...”.
Mientras estaban en Plaszow Arieh hizo todo lo posible para proteger a su padre, que perdió toda voluntad de seguir viviendo, pero Aharon Wegman- Mühlrad fue llevado finalmente por la muerte.
En agosto de 1944 los últimos prisioneros fueron conducidos al campo de concentración de Mauthausen. Allí comenzó un nuevo ciclo de trabajos forzados, torturas y humillaciones. Las cabezas de los prisioneros eran afeitadas en una línea burlonamente llamada “Avenida del piojo” (Lause Promenade). Una de las formas favoritas de abuso de los guardias alemanes era el “juego de la muerte”, en el que algunos prisioneros seleccionados eran obligados a cargar una pesada roca sobre sus espaldas hasta que se desmoronaban y morían. Uno de los pocos prisioneros que sobrevivió esa crueldad fue el primo de Arieh.
Algunas semanas más tarde Arieh fue trasladado al cercano campo de Gusen II para trabajar en una fábrica de aviones Messerchmitt. La mayoría de los prisioneros era obligada a excavar túneles subterráneos o producir repuestos de aviones, pero Arieh tuvo la buena fortuna de ser asignado al departamento técnico. Allí le cayó en gracia al alemán a cargo que le proporcionó raciones de pan adicionales que le salvaron la vida. Ese mismo alemán no hesitó en mandar a otros prisioneros a su muerte. En su libro Arieh relata sobre las terribles condiciones en el campo de Gusen: “Los alemanes no pensaban que su “propiedad desgastada” –los prisioneros hambrientos– necesitaba mantenimiento. Sabían que siempre habría otros trabajadores forzados judíos para reemplazar a los muertos. Aparte de la “sopa” no se preocupaban de proveernos más que de un pequeño trozo de pan por día, y esta pequeña porción de comida constituía nuestra entera ración diaria por semanas y meses...”. Uno de los pocos objetos que Arieh consiguió conservar de esa época fue la que había sido su más preciada posesión: la cuchara/cuchillo que tenía en el campo.
Arieh escribió lo siguiente acerca de la liberación:
“Repentinamente fue como si un rayo de luz había hubiese perforado nuestras almas perdidas... Nosotros ya podíamos oír, aunque muy lejanamente, los ecos de los frecuentes bombardeos aliados... Llegó mayo, y con él trajo fragmentos de luz y esperanza después de años de oscuridad y desesperación...
El 5 de mayo de 1945 aparecieron los primeros soldados americanos en las puertas del campo. Por vez primera, después de años de terror, mirábamos maravillados a esas personas que no eran criminales ni asesinos. La visión de seres humanos que no tenían intención de matarnos o herirnos era extraña y enigmática para nosotros...”
En su testimonio para los archivos de Yad Vashem, Arieh agregó:
“Llovía a cántaros. Me puse de pie y sollocé. No fue el recuerdo de mis terribles experiencias lo que me hizo llorar, sino la toma de conciencia de que no tenía adónde regresar, de que desde ahora tendría que vivir solo, y reconstruir mi vida. Lloré mucho. Era la primera vez que lloraba.”
En diciembre de 1945 Arieh Mühlrad llegó a Magenta, en Italia, con la ayuda de un soldado americano. De allí emigró a la tierra de Israel en el barco “Hannah Szenes”, y se alistó en el ejército. En 1949 conoció a quien sería su esposa, y juntos construyeron una nueva vida.
Colección de Objetos de Yad Vashem
Obsequio de Arieh Mühlrad, Jerusalén, Israel
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