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Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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Día de las víctimas del Holocausto
Un crimen que no tiene nombre
Enseñar acerca del Holocausto ayuda a combatir los mecanismos clasificatorios que dan lugar a la exclusión, a la discriminación y a la xenofobia. Por María Amelia Chiofalo.
El 27 enero de 1945, los soviéticos liberaron Auschwitz, el campo de concentración y exterminio más grande instaurado por el nazismo en suelo polaco, mostrando al mundo las terribles secuelas que el odio, la intolerancia, el fanatismo, el racismo infligieron en millones de personas y por ende en la humanidad en su conjunto.
“Holocausto” significa en griego (holos: todo; kaustos: quemado) “quemarlo todo”, y hasta nuestra generación su uso era sobre todo bíblico, también conocido como la Shoá , en hebreo “La Catástrofe”, “La Devastación”. Es el nombre que se aplica al genocidio de aproximadamente seis millones de judíos, entre 250 mil y medio millón de gitanos, dos millones y medio de prisioneros de guerra soviéticos o víctimas de la ocupación (fueron también objeto de exterminio sistemático), polacos e individuos calificados de asociales de varias nacionalidades (presos políticos, homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos, delincuentes comunes, etcétera).
La muerte y destrucción de millones no tenía siquiera un nombre adecuado para definir, contener y transmitir tanto horror. Winston Churchill lo percibió y con genial maestría afirmó en una emisión radial de 1941: “Estamos en presencia de un crimen que no tiene nombre”.
Precisamente, el término “genocidio”, combinando geno (término griego que significa raza o tribu), con cidio (del sufijo latino que significa matar), fue creado en 1944 por el abogado polaco judío Rafael Lemkim, intentando describir la política nazi de cometer asesinatos en forma sistemática, incluyendo el objetivo de eliminar a la comunidad judía europea.
El valioso aporte teórico de Lemkim al crear la estructura legal para el reconocimiento del genocidio como crimen internacional y en el afán de evitar en el futuro las atrocidades cometidas, dieron lugar a la aprobación el 9 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de la ONU de la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio.
Por Resolución 60/7 del 1° de noviembre de 2005, la Asamblea General de la ONU designó al 27 de enero “Día internacional de conmemoración anual de las víctimas del Holocausto”. La iniciativa fue auspiciada por más de 90 países, entre ellos Argentina.
La resolución insta a los Estados miembros a elaborar programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto, para prevenir actos de genocidio.
La Legislatura de la Provincia de Córdoba, al sancionar por unanimidad la ley 9.586, que instituye al 27 de enero de cada año como Día de conmemoración anual de las víctimas del Holocausto, establece que el Ministerio de Educación de la Provincia dispondrá la incorporación de los contenidos referentes al Holocausto a la currícula escolar vigente en todos los niveles de los establecimientos escolares de gestión estatal y privada, e invita a municipios y comunas a adherir a la misma; se coloca a la vanguardia a nivel nacional en el ejercicio activo de la defensa de los derechos humanos a través de la educación.
Enseñar acerca del Holocausto ayuda a combatir los mecanismos clasificatorios que dan lugar a la exclusión, a la discriminación y a la xenofobia y permite construir una ciudadanía reflexiva, responsable, solidaria y esencialmente democrática. Es trascender los límites de la historia acumulada en aras de la construcción de una sociedad y de un futuro mejor, basado en valores tales como la dignidad humana, el respeto a la diversidad, la justicia, la convivencia, la promoción de los derechos civiles y el ejercicio de la ciudadanía.
Sólo cuando podamos identificar la agresión a otro ser humano o grupo humano como propia y de la humanidad en su conjunto, estaremos construyendo la tan anhelada paz que el mundo reclama y necesita.
© La Voz del Interior
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