Domingo a jueves: 9:00 - 17:00.
Viernes y vísperas de fiestas: 9:00 - 14:00.
Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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Era un verano tórrido en Polonia. Corría el año 1941 y las tropas nazis ya hacía dos semanas que habían penetrado en territorio controlado por los soviéticos. Una apacible aldea polaca llamada Jedwabne, con sus 3.200 habitantes no pudo -como prácticamente todas ellas- mantenerse al margen de la contienda.
Se dio allí un fenómeno muy curioso: el 10 de julio de ese año, la totalidad del pueblo judío (salvo siete personas que contaron la historia) fue quemado vivo en un enorme granero municipal, a manos de sus vecinos de siempre, ante la vista cómplice de los soldados nazis. Fueron casi 1.600 hombres, mujeres y niños que pasaron a formar parte de las cenizas de los seis millones de judíos que conformaron el nefasto resultado de la Shoá , del Holocausto.
Recuerdo este hecho, no aislado por cierto, porque en esa misma región polaca de Lomza, en dos pueblos vecinos a Jedwabne, llamados Wigoda y Tikutin, las reacciones fueron diferentes.
En uno de ellos, los lugareños hicieron la vista gorda frente a las atrocidades nazis que con sus propias manos cometieron semejantes atrocidades; y en el otro, los vecinos se enfrentaron al poder alemán, ocultando a la mayoría de los habitantes judíos en sus hogares y campos.
Evidentemente, hasta en las vivencias más dramáticas, la ética le escapa al determinismo. Frente a prácticamente iguales condiciones de vida y de educación, la gente actúa de manera distinta ante las mismas situaciones extremas.
Están los que se asocian de prepo al sadismo. También están los que optan por la diplomática e ilusoria neutralidad voyeurista de apreciar a distancia cómo el mal es obrado por otras manos.
Pero, gracias a Dios, están también los que abandonan el rol de observadores para constituirse en la esperanza de que nuevos Holocaustos no sucedan, porque vemos en el rostro del prójimo nuestra propia humanidad.
Recuerdo esta historia hoy, 27 de enero, en un nuevo aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz en 1945, declarado en 2005 por las Naciones Unidas como Día Internacional de Conmemoración Anual de las Víctimas del Holocausto.
Y lo recuerdo no solamente para hacer memoria, sino fundamentalmente para saber dónde ubicarnos.
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