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Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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La oposición activa contra los nazis y sus colaboradores por parte de los judíos, tanto en forma individual como colectiva, bajo el régimen nazi, en el cual los judíos eran objeto de un proceso de deshumanización cuyo fin era el exterminio, se consideraba frecuentemente como una acción de resistencia. Como respuesta a esta campaña de los nazis, la oposición judía adquirió formas diversas y actuó en distintos ámbitos.
La oposición armada organizada era considerada como la cumbre de la resistencia frente a los nazis. A partir del fin de la segunda guerra mundial fue posible encontrar testimonios de muchos casos de lucha armada de los judíos contra los nazis a lo ancho de Europa, siendo la más conocida de todas ellas la rebelión del gueto de Varsovia en la primavera de 1943.
En la práctica, todos los intentos de los luchadores judíos de enfrentarse con los nazis finalizaron en derrota. A pesar de ello, se difundió la opinión de que si sólo hubieran existido más luchadores judíos contra los nazis, el número de los judíos sobrevivientes hubiera sido mayor.
La mayor parte de los investigadores llegaron a la conclusión de que, en general, la mayor parte de los luchadores judíos no creía que la resistencia armada fuera el camino para salvar un número considerable de judíos de la muerte a manos de los nazis o de sus colaboradores.
Los judíos lucharon contra los nazis por razones diversas, entre ellas la voluntad de vengar el asesinato de otros judíos, o por el deseo de que las generaciones venideras supieran que los judíos lucharon contra los nazis con las armas en la mano por el honor del pueblo de Israel.
Pero sin embargo, entre los partisanos la lucha y la supervivencia dependían íntimamente la una de la otra: además de las unidades combatientes de los partisanos, surgieron en muchos lugares campamentos de familias, par los judíos que llegaban hasta los partisanos pero no estaban preparados para la lucha, y los combatientes protegían estos campamentos.
También en la rebelión nacional de Eslovaquia fue el auxilio un factor importante, y los luchadores judíos tenían la esperanza de que el remanente de los judíos de Eslovaquia pudiera salvarse mediante la liquidación del gabinete pro nazi que gobernaba Eslovaquia.
En varios campos de concentración, y en especial en Sobibor, Treblinka y Birkenau (ver Auschwitz) se rebelaron los Sonderkommando judíos. Todas estas rebeliones fueron cruelmente reprimidas por el personal de los campos. En Birkenau fueron asesinados todos los rebeldes. Pero en Sobibor y en Treblinka logró un pequeño número de ellos fugarse en medio de los enfrentamientos.
Las rebeliones iniciadas por iniciativa de los judíos fueron los únicos actos de resistencia armada contra los nazis en los campos de concentración y exterminio.
En la mayoría de los países de Europa Occidental y Oriental la respuesta judía a los nazis se concentró en el auxilio, y la resistencia armada judía era más que nada un fenómeno secundario.
Esto fue especialmente cierto en lo relativo a Bélgica, Alemania, Holanda y Hungría. En Francia, además de tomar parte en acciones de auxilio, los judíos participaron notoriamente en la resistencia armada contra los nazis. En el verano y el otoño de 1942 se consolidó la organización clandestina judía, las fuerzas unidas de los judíos formaron el “ejército judío” que participó en numerosas operaciones. Sus acciones incluían la venganza contra los traidores, ataques contra aviones, trenes y vehículos alemanes, y sabotaje en las fábricas que contribuían al esfuerzo de guerra de los países del Eje.
En Argelia, los jóvenes judíos organizaron grupos de defensa bajo la pantalla de centros deportivos. Ellos, junto con otros judíos, tuvieron un papel clave en la ayuda a las fuerzas aliadas que en noviembre de 1942 aterrizaron en el norte de África, fundamentalmente mediante la toma de posiciones importantes en las ciudades.
En la base de la resistencia judía a los nazis en los guetos de Europa Oriental estaba la lucha por la supervivencia física. La respuesta judía a las medidas draconianas de los nazis en lo referente a lo económico y lo social, que dificultaron enormemente la existencia de los judíos, fue tratar de eludir dichas medidas.
El contrabando de alimentos, de ropa, de medicamentos y otros artículos necesarios le permitió a los judíos sobrevivir, por un poco más de tiempo. Los judíos en los guetos, en las unidades de trabajo forzado, y a veces hasta en los campos de concentración nazis, comerciaron con los no judíos toda vez que pudieron hacerlo. De este modo surgió no pocas veces una contra-economía clandestina, activa y efervescente.
Tuvo gran importancia también la resistencia espiritual, denominada la “santificación de la vida”.
Antes del estallido de la segunda guerra mundial, fueron la resistencia espiritual y los esfuerzos para promover la emigración, los centros neurálgicos de la respuesta judía al Tercer Reich. Luego del comienzo de la guerra respondieron los judíos al deterioro de su situación y al proceso de deshumanización que los afectaba, fundamentalmente en los guetos del Este y en los campos de concentración nazis, mediante esta resistencia espiritual.
El establecimiento de escuelas judías, teatros, orquestas y actividades similares, ayudó a los judíos a conservar su dignidad humana a pesar de la opresión nazi.
En Vilna, por ejemplo, los logros de los judíos en el ámbito cultural fueron extraordinarios. También la observancia de las obligaciones religiosas (Mitzvot) a pesar de las leyes y de las ordenanzas que lo prohibían, era una expresión muy importante de la santificación de la vida en los guetos y en los campos, y también lo eran los encuentros clandestinos de los grupos de jóvenes sionistas, comunistas y otros.
En el plano personal, como lo señaló Primo Levi en su libro:
“En realidad, hasta el cuidado por la limpieza del ser humano en un lugar como Auschwitz era en cierto modo el cuidado de la dignidad y el espíritu humanos, y muchas veces eso ayudaba al cuidado de la voluntad de vivir de los prisioneros del campo – lo cual era de máxima importancia para su supervivencia”.
En muchos guetos, en especial en los guetos de Varsovia y Cracovia, se imprimieron y se distribuyeron periódicos clandestinos judíos que ocuparon múltiples roles. Los periódicos presentaban información y análisis de sucesos, y fortalecían espiritualmente a los judíos con poesía, literatura de ficción y chistes, y finalmente los convocaban a actuar desde la resistencia armada.
Otras formas de resistencia se vinculaban con las operaciones de auxilio, en especial auxilio por iniciativa judía o en colaboración con no judíos.
Individuos aislados y grupos intentaron, de modo organizado o espontáneo, escapar de los nazis, cruzaron fronteras hacia países más seguros, se ocultaron con no-judíos, se ocultaron utilizando documentación falsa o simplemente se ocultaron como pudieron.
Unos 350,000 judíos huyeron hacia territorio soviético ante el avance de las fuerzas alemanas, decenas de miles de judíos huyeron desde el gueto de Varsovia hacia el “lado ario” de la ciudad, uniéndose a las decenas de miles de judíos que se escondían en todo el territorio polaco.
Cientos de miles de judíos viajaron desde los territorios conquistados por los alemanes en la Unión Soviética hacia el interior del país, que aún no había sido ocupado.
Miles de judíos huyeron de Eslovaquia hacia Hungría al comenzar las deportaciones en Eslovaquia, y miles de judíos huyeron de Hungría luego de que los alemanes la ocuparan en marzo de 1944, principalmente hacia Rumania.
Toda la atmósfera de salvación que reinaba en Budapest luego de la toma del poder por la “Cruz de Flechas” el 15 de octubre de 1944, y en la cual tenían un papel importante ciertas bases dentro del público judío, era también una forma de resistencia ante los nazis y su política.
También el rescate de niños de Francia y de Bélgica, así como la huída de los judíos de Francia hacia España y Suiza, y de Italia hacia Suiza; todas estas acciones pueden incluirse tanto en el marco de la resistencia como en el marco específico del auxilio.
También en el incumplimiento por parte de los judíos de ciertas exigencias de los nazis puede verse una resistencia. Los nazis eran capaces de responder a esto de la forma más violenta que pudiera imaginarse.
Numerosos líderes judíos que se negaron a cumplir las instrucciones de los nazis pagaron por ello con su vida. Así, por ejemplo, los nazis detuvieron al primer presidente del Judenrat de Lwow, el doctor Iosef Franz, y le asesinaron por negarse a entregar judíos para el trabajo forzado.
Moshe Iofe, último presidente del Judenrat de Minsk, recibió de los nazis instrucciones de calmar a los judíos concentrados como consecuencia de la Aktion de fines de julio de 1943. En lugar de tranquilizarlos, Iofe les dijo a los judíos concentrados en el lugar que huyeran en un último intento de salvar sus vidas. Inmediatamente después, los nazis asesinaron a Iofe.
Existen informes de casos en los que judíos en forma individual maldijeron a sus perseguidores, los escupieron o los atacaron sólo con sus manos desarmadas, al comprender que se los iba a deportar o ejecutar. En la mayoría de estos casos los nazis respondieron inmediatamente con el asesinato del “transgresor” judío.
Desde la Segunda Guerra Mundial se han ido acumulando descripciones y numerosos documentos acerca de la resistencia de los judíos durante la guerra, pero hasta ahora no se ha concluido con la evaluación de todo el material acumulado. Pero sin embargo, de la gran cantidad de material que ya fue evaluado resulta evidente que las respuestas de los judíos ante los nazis fueron muy variadas y estuvieron influidas por un gran número de factores y de motivaciones.
Desde comienzos del año 1942 la rebelión armada ingresó al orden del día de los movimientos clandestinos judíos. La resistencia armada judía en los años del Holocausto fue distinta de la de otros pueblos oprimidos de la Europa ocupada en los años de la Segunda Guerra Mundial.
La lucha armada de los judíos se desarrolló bajo condiciones de exterminio general y absoluto. Fue esta la lucha de un público encarcelado en centenares de guetos y en centenares de campos, desvinculados unos de otros.
Las posibilidades de las organizaciones clandestinas de prepararse para una rebelión armada eran reducidas al máximo. Y además, los judíos se vieron obligados a salir al enfrentamiento armado sin haber tenido la oportunidad de adiestrarse para él, en un momento en que la Alemania Nazi se hallaba en la cima de su poder, sin tener ayuda externa apreciable de ningún factor externo, porque la fecha de los envíos de convoyes hacia los campos de exterminio era la que determinaba el momento para la acción.
En varios guetos diseminados por toda Polonia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania, surgieron organizaciones clandestinas cuyo objetivo era la lucha armada, es decir, la rebelión en el gueto o la huída, por la fuerza de las armas, del gueto cerrado a las actividades de los partisanos en la zona.
En muchos casos estalló. En muchos casos había una combinación de ambas, de rebelión y de huída. Hubo también casos en los cuales estalló la rebelión en forma, espontánea u organizada, solamente en forma improvisada.
Las organizaciones clandestinas de los guetos se vieron obligadas a buscar solución a problemas sumamente difíciles, como entrar de contrabando armas al gueto, adiestrar luchadores en las condiciones del gueto, y la preparación de un plan de combate para el caso de una acción sorpresiva de los alemanes. Un problema no menos complejo fue ganarse el apoyo de los encerrados en el gueto a la causa de la organización clandestina combatiente.
No había ninguna duda de que no estaba al alcance de los rebeldes lograr obligar a los alemanes a cesar en sus acciones de exterminio, y era también claro que muy pocos tendrían éxito en la huída del gueto para unirse a la lucha de las unidades de partisanos.
La organización clandestina de los guetos fue no obstante la única, en la historia de los pueblos, que llamó a una rebelión cuyo objetivo era, en esencia, la resistencia.
Tampoco estaba a su alcance el logro de objetivos palpables. En algunos guetos esta posición dio lugar a enfrentamientos entre la clandestinidad combatiente que llamaba a la rebelión, y el Iudenrat, que esperaba salvar, por lo menos, a parte de los recluidos en los guetos gracias al trabajo en las fábricas de los alemanes.
El mayor levantamiento de los judíos, que logró resonancia en todo el mundo, fue el levantamiento del Gueto de Varsovia del 19 de abril al 8 de mayo de 1943.
El 28 de agosto las organizaciones de jóvenes sionistas crearon la “Organización Judía Combatiente”. Hasta el fin de las deportaciones el día 13 de septiembre, la Organización llevó a cabo varias acciones con características de combate, pero que no lograron influir sobre el desarrollo de las deportaciones.
Luego de la deportación, en los meses octubre y noviembre de 1942, se unieron a la Organización Judía Combatiente la mayoría de los partidos y movimientos clandestinos del gueto: sionistas, “Bund”, y comunistas.
La Organización encontró caminos nuevos para la adquisición de armas gracias a los vínculos con las organizaciones clandestinas polacas. Comenzó también la fabricación en el gueto de bombas incendiarias. Desde el gueto de Varsovia se enviaron delegados hacia otros guetos para impulsar también en ellos la rebelión armada. El movimiento revisionista, que no se unió a la Organización, formó su propio grupo de lucha armada, la “Unión Militar Judía”.
El 18 de enero de 1943 los alemanes renovaron las deportaciones desde el gueto de Varsovia. La Organización Judía Combatiente respondió, a pesar de que todavía contaba con muy pocas armas, y se produjeron los primeros combates callejeros en la Varsovia ocupada.
El 21 de enero los alemanes suspendieron los envíos de deportados. Las dos organizaciones clandestinas judías, la “Organización Judía Combatiente” y la “Unión Militar Judía”, aprovecharon el respiro para apurar sus preparativos para la rebelión, y la población civil preparó búnkeres subterráneos para esconderse y atrincherarse en ellos. Cerca de la fecha de la rebelión las dos organizaciones acordaron coordinar sus acciones.
El 19 de abril de 1943, visperas de la fiesta de Pesaj, entraron al gueto tropas alemanas en gran número, con el objetivo de renovar las deportaciones hacia el exterminio.
Se encontraron con una resistencia muy bien organizada de combatientes judíos, viéndose obligadas a retirarse de la zona de combate. Dos hechos sorprendieron a los alemanes y despertaron una profunda impresión en la Europa ocupada:
En primer lugar, el éxito alcanzado por los judíos, en las condiciones de hambre y aislamiento del gueto, de formar una fuerza militar capaz de defenderse de los alemanes. En segundo lugar, el tiempo prolongado que se requirió para reprimir la rebelión, a pesar de la relación de fuerzas que estaba más allá de toda comparación posible. La relación del poder de fuego de los alemanes con el de los judíos era mayor que 100 a 1, sobre la base de la cantidad de armas y de municiones.
El 10 de mayo logró un grupo grande, de varias decenas de combatientes, salir del gueto a través de los canales de las cloacas, llegaron hasta la zona boscosa de Wyszkow, y allí intentaron continuar con la lucha de partisanos contra los alemanes.
También más tarde, durante todo el mes de junio de 1943, continuaron los combates de unos pocos grupos pequeños sobre el terreno del gueto destruido.
En la “Rebelión de la Varsovia Polaca” del verano de 1944 lucharon en las filas de los rebeldes unos mil judíos, y también una sección de la “Organización Judía Combatiente”, sobreviviente de la rebelión del gueto de Varsovia, y una unidad denominada “Brigada Judía Internacional”, que se organizó entre los prisioneros liberados del campo Gesia. La mayoría de los combatientes de esa unidad eran judíos de Grecia.
En varios guetos de Polonia se creó una organización militar clandestina con el nombre de Organización Judía Combatiente, en gran medida debido a la influencia de la Organización del Gueto de Varsovia, y con una estructura similar, es decir sobre la base de la unión de organizaciones diversas, fundamentalmente de la juventud sionista, aunque también comunista y del Bund.
En los guetos pequeños la preparación de una fuerza para la rebelión resultó más difícil que en el Gueto de Varsovia. En un lugar pequeño era más difícil mantener en secreto los preparativos, sin despertar la atención de los alemanes en los alrededores del gueto. También los contactos con organizaciones clandestinas no judías eran más difíciles.
A pesar de esto, logró organizarse en varios guetos la Organización Judía Combatiente, que llevó a cabo levantamientos armados o logró abrirse paso a través de los muros del gueto para unirse a la lucha de partisanos de la zona.
Gran repercusión, aunque no como la del levantamiento del gueto de Varsovia, tuvo la rebelión en el gueto de Bialistok, que estalló el 16 de agosto de 1943. La rebelión duró varios días. La mayoría de los luchadores, y entre ellos el comandante de la Organización Judía combatiente, Mordejai Tenenboim (“Tamarof”), cayeron en la lucha. Varias decenas de luchadores lograron salir del gueto incidentalmente durante la lucha. Continuaron luchando fuera del gueto, fundamentalmente en la unidad de partisanos judíos “Kadima”, que operaba en la zona.
También en los guetos de Bendin y Sosnowiecz desarrolló la Organización Judía Combatiente la resistencia armada (el 1 de agosto de 1943), y también en Tarnow (el 1 de septiembre de 1943)
En Cracovia la Organización Judía Combatiente renunció a preparar una rebelión dentro del gueto, porque fue su evaluación que, dadas las circunstancias, no había posibilidad alguna de éxito. En cambio decidieron, aún antes de la liquidación del gueto, trasladar la lucha contra los alemanes al lado “ario” de la ciudad. La Organización llevó a cabo varios ataques contra los alemanes en las calles de Cracovia. El más famoso entre ellos fue el ataque del 22 de diciembre de 1942 al club del ejército alemán Cyganeria.
En varios de los guetos las organizaciones de lucha armada tomaron otro nombre, aunque su organización fue similar a la de la Organización Judía Combatiente del gueto de Varsovia. Una de las organizaciones más importantes, y la primera entre ellas, fue la “Organización Partisana Unida” (P.P.O.) en el gueto de Vilna, que ya en el año 1942 comenzó a actuar.
El PPO no se conformó solamente con acciones locales sino que realizó un esfuerzo tremendo para despertar una ola de resistencia en todo el territorio de Europa Oriental. En enero de 1942 emitió el famoso llamamiento de Aba Kovner al combate armado contra los nazis. La Organización Partisana Unida no pudo realizar una rebelión dentro del gueto, pero logró sacar a varios cientos de luchadores hacia la lucha partisana en los bosques de Rudninkai y Naroch.
Una actividad similar, y muy enérgica, tuvo la “Organización Antifacista”, formada en el año 1942 en el gueto de Kovno. La organización operó hasta la liquidación del gueto en el verano de 1944. Tampoco allí llegaron las acciones hasta una rebelión en el gueto, pero muchos combatientes se unieron a los partisanos de la región. Parte de ellos se encontraron allí con los luchadores del gueto de Vilna.
También la organización del gueto de Minsk, capital de Bielorrusia, realizó un trabajo muy amplio, y también allí el centro de la actividad de la organización fue sacar a combatientes al exterior para unirse con los partisanos de la región. La organización combatiente del gueto de Minsk comenzó a operar ya en diciembre de 1941, y luego de un breve lapso ya logró sacar un grupo para que se uniera a los partisanos.
En numerosos guetos pequeños la situación evolucionó hacia una rebelión armada generalizada, a veces en forma improvisada, debido a la presión del tiempo (las deportaciones hacia los campos de exterminio), y a veces después de sólo una breve preparación de la población judía del lugar, no justamente sobre la base de la orientación política previa.
Las rebeliones de guetos más famosas fueron:
El 25 de octubre de 1941, en momentos en que los alemanes se preparaban para levantar guetos en las aldeas de Starodubsk y Tatarsk, en la región de Smolensk, los judíos se opusieron armas en mano. De estos dos campos de combate no quedaron sobrevivientes, y de su ocurrencia se tuvo noticia tan sólo a través de documentos de los nazis.
El 21 de julio de 1942 se levantaron los judíos del gueto de Kletsk. Incendiaron sus casas y huyeron del gueto por la fuerza.
El 22 de julio de 1942 se rebelaron los judíos del gueto de Nesvich.
El 9 de agosto de 1942 se rebelaron los judíos del gueto de Mir.
El 3 de septiembre de 1942 se rebelaron los judíos del gueto de Lachwa.
El 9 de septiembre de 1942 se rebelaron los judíos del gueto de Kremenets.
El 23 de septiembre de 1942 se rebelaron los judíos del gueto de Tuchin.
Un lugar muy especial para la lucha de los movimientos de resistencia judía fueron los campos de concentración. Las condiciones para la preparación de la resistencia y las posibilidades para una acción de combate cualquiera eran muchísimo más difíciles y complicadas que en los guetos.
Los habitantes del gueto tenían una relativa libertad de movimientos dentro de la zona judía cerrada. En cambio en los campos la posibilidad de libertad de movimiento o de una comunicación mutua se veían reducidas al ámbito de la barraca o al del lugar de trabajo, y también allí el prisionero se hallaba bajo la vigilancia casi continua de la comandancia del campo.
También existían diferencias substanciales entre las condiciones para la resistencia en sus diversas formas, según el tipo de campo que hubieran erigido los alemanes: campos de exterminio, campos de concentración, campos de trabajo forzado y campos de prisioneros, pero también había varias características comunes entre ellos.
Un obstáculo muy grande para la organización de cualquier actividad de resistencia fue el terror, en dimensiones indescriptibles, al que estaban sometidos los prisioneros en los campos, que carecían de cualquier posibilidad de defensa, y cuyo destino se hallaba por completo en las manos de la comandancia del campo, de los guardias, de los empleados, cuya arbitrariedad con los prisioneros no tenía límite. Cualquier prisionero podía ser sometido a las torturas más salvajes, asesinado por las torturas más crueles debido a la transgresión más nimia, o sin causa alguna. Las posibilidades de una resistencia se redujeron al máximo, en relación con los guetos, unido ello al hambre crónica y a las condiciones de vida, que provocaban la desaparición de las fuerzas y la atrofia física de la gran masa de los prisioneros.
Otro factor que frenaba las iniciativas de resistencia era el principio de responsabilidad colectiva de los prisioneros. Por cada fracaso pagaban con sus vidas no solamente los participantes sino también otros prisioneros, a los que se asesinaba en virtud de ése principio. Más aún, el éxito de un grupo de prisioneros (por ejemplo, la concreción de una fuga), provocaba la mayor parte de víctimas entre los otros prisioneros. En cuanto a la población civil en los alrededores del campamento, se aplicaba la pena de muerte, casi siempre sin proceso alguno, por cualquier ayuda a un prisionero fugado, o que estuviera planeando una rebelión, fundamentalmente si el prisionero era judío. Esto hacía sumamente difícil el establecimiento de vínculos y los esfuerzos para lograr ayuda por parte de la población civil de la zona.
Los sistemas de cercado de los campos y la vigilancia sobre ellos no era siempre la misma. Pero sin embargo, un factor común era el anillo de cercas y barreras que no sólo aislaban el campo del mundo exterior, sino que también separaban sectores dentro del campo. Numerosas torres de vigilancia y una fuerte iluminación estaban destinadas a lograr una buena visibilidad en el campo y sus alrededores, para evitar las fugas individuales y asegurar la posibilidad de cobertura con fuego de ametralladoras en todo el campo en el caso de una rebelión general.
A pesar de todas estas dificultades los prisioneros lograron organizar rebeliones en varios campos, y en decenas de otros campos llevar a cabo fugas organizadas para la incorporación a la actividad partisana de la zona.
Las rebeliones de los judíos más conocidas son las que se produjeron en tres campos de exterminio: Auschwitz-Birkenau II, Treblinka y Sobibor.
El 2 de agosto de 1943 estalló una rebelión en el campo de exterminio Treblinka.
La preparación había tomado varios meses. Se prepararon planes y armas blancas: hachas y cuchillos, destinadas a ser usadas contra el personal del campo, en especial contra los guardias ucranianos. Se planeó también el asalto al depósito de armas de los alemanes y los ucranianos. Unos 600 prisioneros participaron de la rebelión. La mayor parte de ellos cayó en la lucha por la salida del campamento o en las persecuciones posteriores, enseguida después de la fuga. Pero varias decenas de prisioneros lograron salvarse. Algunos de ellos continuaron en la lucha contra los nazis hasta el día de la liberación.
El 14 de octubre de 1943 estalló una rebelión, muy bien preparada, en el campo de Sobibor.
Los rebeldes mataron a diez hombres de la SS y tomaron sus armas. En forma similar a lo ocurrido en Treblinka, la mayor parte de los rebeldes cayó en su intento por salir del campo o en las persecuciones posteriores. Decenas de prisioneros lograron fugarse y unirse a las unidades de los partisanos, entre ellas a la compañía de partisanos judíos bajo el comando de Iejiel Grinshpan, que operaba en los bosques de Parczew.
El 7 de octubre de 1944 estalló la rebelión de los prisioneros judíos en el mayor de los campos de exterminio, Auschwitz Birkenau II.
Los rebeldes eran prisioneros que pertenecían a un grupo especial, los sonderkommando, que eran obligados a trabajar en la incineración de los cadáveres de los asesinados. Los rebeldes mataron a varios de los hombres de la SS y destruyeron uno de los crematorios. Pero todos ellos cayeron en el combate. La rebelión resultó posible gracias al traslado de material explosivo por prisioneras judías que trabajaban, en un campo cercano, en la fábrica [de municiones] “Union”. Cuatro prisioneras, encabezadas por Rosa Robota, miembros de la organización clandestina del campo, fueron atrapadas y ahorcadas en público.
Entre las rebeliones ocurridas en otros campos hay que señalar las siguientes:
La rebelión en el campo Kruszyna el 16 de diciembre de 1942.
La resistencia en el campo de Minsk-Masoviecki el 10 de enero de 1943.
La revuelta en el campo de Krychow el 16 de agosto de 1943.
El levantamiento en el campo de Lwow-Yanovska el 19 de noviembre de 1943.
Una fuga que tuvo especial éxito tuvo lugar en el campo para prisioneros de guerra de Lublin, en el cual se logró organizar la actividad partisana.
Otras fugas exitosas ocurrieron en los campos de Krasnik, Msidanek, Ostrowiec Swietokrzyski, y otros.
En cuanto a las unidades de partisanos judíos, y a la lucha de los judíos en otros marcos partisanos, ver partisanos.
Este artículo fue tomado de Odot HaShoá, The Holocaust Resource Center.
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