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Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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a. Familiarización con el antisemitismo
El poeta Shaul Tchernijovski escribió: “El hombre no es más que un pequeño tramo de su tierra, el hombre no es sino la forma de su patria.” Para un nativo de la Tierra de Israel, denominado en la lengua coloquial sabra [cactus], no fue fácil referirse al renacimiento del antisemitismo.
Nací en Tel-Aviv en 1947, dos años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Casi toda la familia de mi padre pereció entre los seis millones. Mi padre fue un activista en la organización de los sobrevivientes originarios de su pueblo, y yo absorbí el recuerdo del Holocausto en mi infancia, en los encuentros y los eventos conjuntos de aquella organización, a los cuales acompañaba a mi padre.
De manera más intensiva me familiaricé con el recuerdo del Holocausto durante el juicio de Adolf Eichmann en 1961: el único beneficio de la larga huelga de maestros de escuela secundaria de ese año fue nuestro tiempo quedó libre para escuchar la transmisión del juicio. Tal vez también la judería europea destruida se acercó a mi conocimiento y mi conciencia. Pero crecí en un país libre de antisemitismo, en una sociedad judía soberana, que tiene bandera, gobierno y ejército propios; el odio a los judíos era un concepto lejano, que los nativos de mi generación no conocieron de cerca.
Además de mis estudios sobre judaísmo en la universidad, comencé a familiarizarme con el antisemitismo durante mi servicio en el Ministerio de Asuntos Exteriores en los años setenta. El material que llegaba esporádicamente generaba una sensación incómoda: es posible que la decisión de las Naciones Unidas de 1975 que definió al sionismo como una forma de racismo contribuyó a esto. De todos modos, no era fácil en aquellos años hacer que los rangos políticos se interesaran en este asunto, aun cuando algunos de nosotros intentamos que lo hicieran; las cosas se veían relativamente lejanas. Parecía que la vergüenza que rodeaba a los líderes del mundo llamado ilustrado después de haber sido revelados los horrores del Holocausto aún estaba grabada en los corazones – y las manifestaciones de antisemitismo público generalmente no eran de tal magnitud como para despertar una profunda preocupación. Por cierto, la situación era diferente en la Unión Soviética y en determinados países de Europa oriental, en una especie de antisemitismo institucionalizado; pero esto se integraba en la imagen más amplia de la situación general de los judíos en la Unión Soviética, la cual desde nuestro punto de vista se concentraba en la inmigración. Las cosas continuaron igual durante los años ochenta, junto con una sensación cada vez más profunda de incomodidad.
b. Foro interministerial de seguimiento
A fines del año 1987 se le propuso al primer ministro Itzjak Shamir el establecimiento del foro interministerial gubernamental de seguimiento de los fenómenos de antisemitismo, de los que hasta entonces se ocupaban de manera difusa, aunque seria, diversos cuerpos gubernamentales. Efectivamente, ya en ese entonces sentíamos repicar las campanas. En la propuesta se mencionaba un incremento del antisemitismo en el mundo libre y en el mundo comunista, y decía allí: “Quien cree que la victoria sobre los nazis destruyó también el antisemitismo, y quien cree que en la penúltima década del siglo XX no hay una renovación de instintos sombríos que se oponen a cualquier lógica y a los hechos – se verá defraudado.” En este contexto, destacábamos el antisemitismo de derecha y de izquierda, la negación del Holocausto, etc.. Finalmente se decía, a la luz de lo que estaba ocurriendo: “Mi sensación es que la situación, lamentablemente, se exacerbará en los próximos años.” El establecimiento del foro, con la participación de la Agencia Judía, fue aprobado. Comenzamos el trabajo a principios de 1988, acompañado por debates en un foro ampliado, incluyendo representantes de organizaciones judías e investigadores de la Academia; informes mensuales se presentaron al Primer Ministro y al Ministro de Asuntos Exteriores. El gobierno publicó un informe en julio de 1988, además de los informes mensuales internos, que fue presentado ante el Comité de Solidaridad con Israel que se reunió en julio de 1989 en Jerusalén. Informes escritos fueron presentados al gobierno en agosto de 1989, hacia la conmemoración de los cincuenta años del estallido de la Segunda Guerra Mundial, y en febrero de 1990. De una etapa a otra la situación, lamentablemente, empeoró – y la concientización aumentó. Nuestro informe al gobierno en agosto de 1989 fue recibido con un interés moderado; con el del verano de 1989 y el interés aumentó; y en 1990 ya se llevó a cabo en el gobierno un debate intensivo y prolongado sobre el tema.
Debe destacarse que una de nuestras actividades fue la de dirigirnos al gobierno de los Estados Unidos para solicitar la inclusión del tema del antisemitismo en el cuestionario que se distribuye en las delegaciones de Estados Unidos en el mundo para preparar el informe anual del Departamento de Estado sobre los derechos humanos. En este punto, actuaron junto con nosotros diversas organizaciones judías.
Es de señalar que los gobiernos con los que hablamos del tema del antisemitismo, en primer lugar los Estados Unidos, comprendieron que en este asunto el Estado de Israel tiene un “derecho de alegación”, y esto, en su opinión, estaba sobreentendido. La actitud del presidente George Bush (padre) al referirse al tema en su discurso sobre la situación de la nación en enero de 1990 – fue una indicación de ello. A lo largo del camino cooperamos también en intensificar la concientización con respecto a manifestaciones antisemitas en el mundo árabe, incluyendo Egipto (pero no sólo allí), que se reflejaban en caricaturas ponzoñosas tipo Der Stürmer y en artículos antisemitas.
El panorama de la situación que presentamos al gobierno en el verano de 1989 hablaba de un incremento en los fenómenos antisemitas en diversos países del mundo, que se expresaban por escrito, de palabra y también mediante violencia, en ataques por parte de organizaciones extremistas de derecha y de izquierda, que actuaban en parte en cooperación con el fundamentalismo islámico y organizaciones como la OLP; delegitimación del sionismo y negación del Holocausto. Los casos se presentaron según continentes –Europa, países árabes, Oriente Medio y también en Norte América, en América Latina, etc.–, por supuesto sin considerar iguales a todos esos fenómenos (a propósito, una de las dificultades evaluativas es la respuesta a la pregunta: ¿hay acaso líneas comunes entre los fenómenos en lugares diferentes?). Sentimos, ya en ese entonces, el fortalecimiento de las tendencias antisemitas en Europa oriental y especialmente en la Unión Soviética, justamente con la apertura hacia la libertad de expresión en la época del Glasnost, cuando el elemento “cosmopolita” (adivinen quién es) era presentado como el responsable de la caída de la vieja y buena Rusia en el comunismo. Y mencionábamos el uso de los infames Protocolos de los Sabios de Sión.
c. Las razones del fenómeno
A fines de los años ochenta indicamos que las razones del incremento en los fenómenos antisemitas incluyen, tal vez en primer lugar, la pérdida de la vergüenza que era patrimonio de la generación posterior al Holocausto. Insistimos en la tendencia de las comunidades judías a reprimir a veces los fenómenos, y sin embargo mencionamos la actividad de organizaciones judías como parte central en la lucha, hablamos de la necesidad de concientización, de preparación para la lucha contra las manifestaciones de antisemitismo y contra aquéllos que le daban legitimación, en cooperación con comunidades judías y gobiernos amistosos, de sus sistemas de educación y demás fuerzas. En este espíritu fueron recibidas las conclusiones del gobierno, que vieron en el Estado de Israel una misión y un rol central en el estímulo de la inmigración de los judíos y en la lucha contra el antisemitismo.
En el informe de febrero de 1990, indicamos la continuación de la tendencia al incremento de fenómenos antisemitas. Esta vez, el énfasis recayó mayormente en lo que sucedía en la Unión Soviética y Europa oriental, describiendo el apreciable aumento en manifestaciones antisemitas a nivel público y popular, que causaron gran preocupación e incluso pánico entre los judíos de la Unión Soviética; describimos diversos incidentes en este contexto. Fenómenos parecidos fueron indicados en otros países en Europa oriental. Señalamos además el ascenso en las áreas de negación del Holocausto y actividad propagandística antisemita de círculos de la extrema derecha y organizaciones neo-nazis, a veces en cooperación con organizaciones islámicas y palestinas y con fenómenos de violencia y vandalismo, incluyendo casos de asesinato. Mencionamos nuevamente manifestaciones antisemitas en los medios de comunicación árabes.
Informes de la Liga de Antidifamación de 1988 y 1989 nos sirvieron como fuente para la reseña de lo que sucedía en los Estados Unidos. Últimamente un periódico israelí muy popular publicó en uno de sus suplementos una extensa nota sobre organizaciones antisemitas en Estados Unidos, incluyendo entrevistas con líderes de los grupos neo-nazis. Recordé que en la noche de Yom Kipur de 5748 (1987), estando de visita en Washington, al salir de la sinagoga de Silver Spring con un grupo de judíos y un colega de la embajada, se detuvo un automóvil y un joven gritó desde él: “¿Ustedes son judíos?” Cuando contestamos afirmativamente dijo: “Lástima que no los terminaron en los hornos”, y el automóvil despareció en la oscuridad, sólo para repetir el mismo acto desde lejos después de unos minutos. También indicamos esta vez que la concientización de las comunidades judías aumentó en cuanto a la situación y la necesidad de combatirla; indicamos dicha concientización en varios países.
d. Ola de incidentes antisemitas
El gobierno concluyó sus debates, entre otras cosas, con un llamado a los gobiernos, a los sistemas de educación, a organizaciones religiosas y a las fuerzas antirracistas a actuar con firmeza redoblada en la lucha contra el antisemitismo, además de ubicar naturalmente a la inmigración a Israel como el recurso principal.
La ola continuó durante los meses siguientes. A la mesa de los que se ocupaban del asunto seguían llegando telegramas y artículos e información sobre eventos. Y entonces ocurrió lo de Carpentras, Francia, en mayo de 1990. Después de la atroz profanación del cementerio judío y del cadáver del anciano que había sido enterrado hacía muy poco en Carpentras, hubo muchas “malas noticias”, y también algunas “buenas noticias”. Comenzaremos por las buenas noticias, porque son importantes para la lucha: la participación del Presidente de Francia y líderes gubernamentales del país en una manifestación multitudinaria en contra de estos fenómenos fue un signo importante de la actitud del gobierno, que es recomendable que sea proyectada también al público en general. No podemos juzgar el efecto continuado de esta manifestación. Conferencias y declaraciones hubo también, entre otros, en Italia, España, Holanda, Brasil, Argentina, Venezuela y Uruguay – y por supuesto no termina aquí todo el panorama. En aquéllas participaron y se expresaron también muchas personalidades no judías. Supimos también de la intención de condenar al antisemitismo en la Cumbre de la Comunidad Europea.
Frente a esto hubo también muchos, demasiados, fenómenos negativos, incluyendo la profanación de cementerios de diversas maneras (que, dicho sea de paso, se extendió también a cementerios no judíos), pinturas de cruces esvásticas y demás. La lista incompleta de los incidentes de aquella época incluyó eventos preocupantes en Canadá, Gran Bretaña, Dinamarca, Alemania Occidental, Francia, Portugal, Italia, Nueva Zelanda, Polonia, Rumania, la Unión Soviética, Hungría, Chile, Brasil, Uruguay, Costa Rica, Colombia, Guatemala y los Estados Unidos. Vimos también la atrocidad de la profanación del antiguo y sagrado cementerio judío en el Monte de los Olivos. Hubo comunidades que en un principio consideraron ignorar los incidentes – pero finalmente decidieron no hacerlo. Un ministro francés le dijo a uno de los jefes del gobierno en Israel que “los viejos demonios se han despertado”. El caudal de informes –incluso en los medios de comunicación– es increíble. Y todo esto además de las calamidades de Europa oriental, empezando por la Unión Soviética, cuyos dirigentes (como el ministro de Relaciones Exteriores Eduard Shevardnadze,después Presidente de Georgia) confesaron la existencia del antisemitismo en sus países, no como sus predecesores, y lo mismo ocurrió con gobernantes de Hungría y Polonia.
No queremos gritar “viene el lobo” ni tampoco generar pánico, pero debemos considerar los fenómenos tal como son, como un cáncer que se expande, y confrontarlos con coraje, reconociendo la unidad del destino judío.
e. Lucha sin miedo
Ciertamente, la lección histórica obliga a una lucha valiente y sin miedo. En el pasado, había comunidades judías que temían reaccionar abiertamente contra el antisemitismo, adoptando una táctica de “dejar las cosas como están”. También entre nosotros hubo quien se preguntó si hay lugar para una lucha abierta – por miedo a que la mera mención del tema podría convertirse en fuente de fenómenos adicionales. No hay una respuesta tajante a la pregunta de si un grupo de fascinerosos de cabezas rapadas, en cualquier lugar, ve una noticia por televisión sobre la profanación de un cementerio en otro país, va a decir: “Buena idea, vamos a intentarlo también nosotros”. Y a pesar de ello, en el balance de las consideraciones parecería que la respuesta integral es clara: el miedo y el temor invitan presiones y persecuciones. La lucha debe ser librada juiciosamente pero ciertamente no se puede hacer como el avestruz; hay que luchar con determinación.
Muchos de nosotros nos preguntamos: si es así, ¿cómo luchar? No hay una respuesta concluyente; en nuestros debates, ya sea dentro del gobierno de Israel como con organizaciones judías e intelectuales y universitarios fuera de él, oímos diversas opiniones que expresaban un nudo en la garganta, una sensación de presión, pero tampoco ahí había una respuesta clara. Hubo quienes enfatizaron, como el gobierno de Israel, la importancia de una educación a largo plazo. En efecto, hay una necesidad de un esfuerzo en tal dirección: educar en las escuelas contra la negación del Holocausto y contra el antisemitismo, dirigirse a las iglesias, etc. El Vaticano, por ejemplo, cuya influencia es enorme – sus rangos más elevados aún no han expresado con una voz inequívoca una desaprobación clara y pública del antisemitismo, a pesar de que en febrero de 1989 se lo mencionó en uno de sus documentos.
Efectivamente, no hay duda que un mensaje emitido por los sacerdotes en sus sermones semanales podría penetrar en los corazones de muchos. Hay quien llama a realizar grandes congresos judíos con la participación de gentiles, para llamar a la lucha. Y sin embargo, hay quienes sostienen que todo eso no es suficiente en los planos informativo, diplomático y otros – y hay que hacer algo más trascendente, “unirse y luchar por la vida”. No es nuestra intención establecer reglas estrictas y rápidas, y cada asunto debe ser considerado separadamente. Es importante recordar aquí cuál es la diferencia entre nuestros tiempos y los años treinta: no hay hoy día en la divulgación pública y mundial ningún mensaje que exprese una ideología concreta de destrucción de un pueblo, tal como había en la teoría nazi. Todavía esperamos que siga así en el futuro; teorías de ese tipo se hallan en las márgenes, entre lo rechazado y lo despreciado. Debemos ocuparnos de que no sólo ellas, sino también cualquier expresión de antisemitismo, permanezcan en la cloaca, dentro de los límites de lo ilegítimo, para evitar lo que puede desarrollarse de ellas.
f. Israel – una morada para todo judío
La segunda diferencia más importante entre nuestro tiempo y aquellos años oscuros, es la existencia del Estado de Israel. Hay una morada para todo judío, hay una puerta abierta de día y de noche, en la luz y en la oscuridad, en días jubilosos y días sombríos. No más barcos de inmigrantes ilegales que golpean las puertas del país y son enviados de vuelta, como el “Saint Louis” golpeando inútilmente las puertas de los Estados Unidos; no más Conferencia de Evian, que se reunió en Francia en 1938 por iniciativa del presidente de los Estados Unidos F.D. Roosevelt para ocuparse de los refugiados y los perseguidos, cuyos resultados –por decirlo delicadamente– fueron totalmente decepcionantes; no más expresiones del representante de una nación culta que dijo: “No existe un problema judío en nuestro país, y no queremos uno”, y por eso no abrieron las puertas a los judíos. Estoy orgulloso de ser un representante del Estado de Israel, que ve la respuesta judía y sionista antes que nada en la inmigración a Israel; desde su erección no hay ningún refugiado judío que no tenga adónde dirigirse y que necesite que se le abran puertas; para judíos que necesitan que se abran las puertas de salida de su país– las puertas de entrada a Israel están abiertas.
En tercer lugar, hay comunidades judías que han aprendido la lección, cobraron fuerzas, saben que hay que luchar y también saben como hacerlo. La comunidad de los Estados Unidos es una de ellas.
Aquí yo quiero echar por tierra un mito determinado que se ha extendido en algunos lugares, según el cual habría una conexión entre fenómenos antisemitas y asuntos relacionados con el Estado de Israel y con el conflicto árabe-israelí. No existen maldad ni discriminación más grandes que eso. El informe de la Anti-Difamation League (ADL) de 1988 reporta un aumento en fenómenos antisemitas en los Estados Unidos en ese año, cuando la intifada se hallaba en su intensidad primaria, pero en 1989 continuó el aumento en los fenómenos antisemitas a pesar de que la intifaca poseía una dimensión muy diferente. Los antisemitas usan esos asuntos como pretexto – pero es sólo un pretexto. En el bloque de Europa oriental, apenas si ocupó un lugar incluso como pretexto.
g. ¿Cuáles son las conclusiones operativas?
La mayoría de nosotros cree que es muy difícil (por no decir imposible) erradicar totalmente el antisemitismo, cuyas raíces son tan viejas como la edad de nuestro pueblo. “Dijo el rabino Shimon Bar-Iojai: ‘Es absoluto y sabido que Esaú odiaba a Jacob’”. El rabino Menajem Zemba, uno de los principales rabinos de Varsovia, explica, en el contexto de esta máxima, que el antisemitismo es una de esas expresiones que no tienen significado… En cada lugar existe otra excusa para odiar a los judíos, porque son pobres o porque son ricos, porque son distintos o porque son cosmopolitas, no hay una explicación para el fenómeno; y sin embargo, debemos rastrearla y analizarla, y antes que nada refutarla. El versículo 3:59 en el libro de las Lamentaciones dice: “Falsifiqué la creencia en Dios, y he sido juzgado”. Lo explica el Midrash Rabah con un cuento sobre un judío que pasó frente al emperador Adriano y le preguntó cómo estaba. Adriano dijo: “Un judío me pregunta cómo estoy, cortadle la cabeza.” Pasó otro judío, vio lo que le hicieron al primero, y no preguntó a Adriano cómo estaba. Dijo Adriano: “Un judío pasa por delante de mí y no me pregunta cómo estoy, cortadle la cabeza.” Sus consejeros le dijeron: “No entendemos lo que haces.” Les contestó: “Y de acuerdo a vuestra sugerencia, ¿no debería yo matar a aquéllos que me odian?”
Como he dicho arriba: en opinión del Estado de Israel, y de acuerdo a la visión sionista, el objetivo central y el más importante y la respuesta más verdadera en el plano histórico, es la inmigración a Israel. Debemos acentuar esto y enfatizarlo; sin embargo, la presente situación en la cual ésta no es la conclusión operativa de todos nuestros hermanos, y también debido al hecho de que el antisemitismo existe en lugares en los que no hay casi judíos, tales como Polonia, o en los que no los hubo casi nunca, como en Japón, nos obliga a dirigirnos a la lucha en sí misma.
h. La lucha a corto y largo plazo
En el campo de lucha se debe diferenciar entre el corto y el largo plazo. En el plazo inmediato, se debe combatir todo fenómeno en el momento de su aparición. Como he dicho antes, no me asocio con los que creen en la política del avestruz. La historia del pueblo de Israel está cargada de errores en ese campo. No creo tampoco que la proliferación de manifestaciones de lucha invite fenómenos opuestos, pero las cosas se deben hacer inteligentemente.
Los caminos para luchar contra el antisemitismo que hemos identificado son tres. Primero, la faceta política pública: la lucha del Estado de Israel y de las organizaciones y comunidades judías contra toda manifestación de antisemitismo, reclutando a gentiles en la campaña para ese propósito. Y debe ser recalcado que a diferencia del pasado, ha habido una revolución en el sentido de que hoy, cuando presentamos temas relacionados con el antisemitismo, ya no nos dicen que ese es un asunto interno; esto se refleja, por ejemplo, en las resoluciones de organismos europeos sobre temas de xenofobia y en la actitud concreta de países que he encontrado en mi trabajo.
El segundo campo es la educación: como en Yad Vashem, como en la iniciativa de Masuá, como en el proyecto internacional de iniciativa sueca – la lucha contra el señor de las tinieblas, contra la ignorancia, contra la negación; desde este punto de vista también la visita a los sitios de exterminio es en mi opinión una lección inolvidable. Mencionaré nuevamente mi experiencia personal.
A fines de los años ochenta, cuando cayó el imperio soviético, las puertas de Polonia y países de Europa oriental volvieron a abrirse a las visitas de israelíes. En 1988 visité con mi esposa por primera vez los campos de exterminio y los sitios de la historia judía en Polonia. Desde entonces he retornado a Auschwitz y Birkenau en la Marcha de la Vida. Tres de mis hijas han estado allí como parte del programa de estudios en la escuela, y la cuarta viajará en el verano, si Dios quiere. En ciertos momentos se despertó una discusión pública sobre si es apropiado que las escuelas lleven a cabo visitas en los sitios de exterminio; nunca comprendí a aquéllos que se oponían. Yo mismo –como también los miembros de mi familia y mis amigos– viví en la visita una experiencia muy fuerte e inolvidable. En Birkenau en 1988, Mordejai Ensbecher de Jerusalén, sobreviviente del infierno, nos describió las atrocidades desde la rampa junto a la que solía ubicarse Ménguele: los ancianos empujados desde los trenes en el terror de la oscuridad de la noche frente a soldados desprovistos de humanidad y rodeados de perros; quién perdió para siempre familiares en la despedida en ese lugar; las noches, en las pocas horas en Birkenau-Auschwitz en las que el campo estaba en silencio, en que lo que se oía la risa histérica de aquéllos que habían perdido la razón. Y el mundo calló. Eso tuvo en mí una influencia profunda. Las imágenes agudizaron y demostraron la dimensión del desastre, el otro planeta del que habló K. Tzetnik, testigo en el juicio a Eichmann. Alenté a mis hijas a llevar a cabo las visitas, y creo que se debe continuar con ellas. Es una inyección de historia judía, es una inyección de sionismo.
El tercer campo de la lucha contra el antisemitismo es la ley: no abstenerse de demandas judiciales contra negadores del Holocausto. A veces la lucha consiste en responder al ataque del otro. Por ejemplo, durante mi cadencia como asesor legal interpretamos los apéndices del juicio de Eichmann desde un ángulo especial. En el archivo del estado se encontraron notas de Adolf Eichmann que fueron escritas durante su detención en Israel, archivadas durante 15 años por David Ben-Gurion y también más tarde. Surgieron cuestiones relacionadas con el tratamiento que debería darse al manuscrito. Los puntos de vista no eran sólo legales; por encima de los debates que llevamos a cabo –con la participación del ex presidente Moshé Landau, en su momento presidente de la Suprema Corte, el juez retirado Gabriel Bach, representante de la fiscalía, el profesor Iehuda Bauer, investigador del Holocausto, y el archivista del Estado, profesor Eviatar Frizel–, flotaba ante nuestros ojos la singularidad del tema, relacionado con la memoria del Holocausto. Yo mismo, a la cabeza de los debates, sentí que no se trataba simplemente de un asunto judicial, aunque por supuesto examinamos el aspecto jurídico del mismo. Ante mis ojos se dibujaba aquel “otro planeta”.
Pero no alcanza con esto. Se debe poner mucha atención en la legislación y en la ejecución y en la sanción, asegurando al mismo tiempo que las manifestaciones de antisemitismo sean investigadas a fondo. Son importantes declaraciones de entidades gubernamentales realizadas de manera que irradien a toda la población, y lo mismo ocurre en el nivel de las Iglesias. La concientización en las comunidades judías es muy importante para este propósito. A largo plazo – el principal esfuerzo debe ser en la educación: educación para la tolerancia, educación en las escuelas secundarias. Hay mucho más para decir, pero me limitaré a esto debido a la brevedad del texto.
Por supuesto que hay diferencias, en la división de las áreas de responsabilidad en la lucha, entre las comunidades y el Estado de Israel, e incluso es posible que haya diferentes énfasis. En aquellos países como Estados Unidos y muchos de Europa, en los que las comunidades judías junto con colaboradores no judíos cargan con la mayor parte de la tarea y pueden hacerlo junto con organizaciones judías nacionales – por supuesto que la principal responsabilidad está a cargo de las comunidades. Frente a esto, comunidades que son débiles por diversas causas, especialmente en las regiones del mundo que aún no son democráticas, y que necesitan asistencia –de Israel, de otras comunidades–, debemos trabajar juntos, según el caso, e Israel debe asumir la parte que le corresponde, por supuesto; y de todos modos, todos ellos se encuentran bajo el signo de la unidad del destino del pueblo judío, en Israel y en la diáspora, que no puede ponerse en duda,y que nos compromete a una estrecha cooperación diaria.
En el capítulo semanal de la Torá “Al elevar”, figura un versículo que se dice a menudo al sacar el libro de la Torá del tabernáculo en la sinagoga (Números 10:35-36): “Y al moverse el arca, Moisés dijo: Levántate ¡oh Dios! y tus enemigos sean dispersados y quienes te aborrecen huyan ante ti”. Sobre la palabra “enemigos” dice Rashi, el famoso comentarista de las escrituras (1040-1105): “Esos son los que odian al pueblo de Israel, ya que todo aquél que odia al pueblo de Israel odia a Aquél cuya palabra creó el mundo…” Hasta ese punto.
El pueblo judío jamás será vencido; su espíritu es eterno, a pesar de todos los antisemitas. Con la ayuda de Dios, “el pueblo de Israel vive”.
Epílogo
Durante el período en el que el autor de estas líneas se desempeñó como Secretario de Gobierno, hasta principios de 1994, nos ocupamos mucho del asunto del antisemitismo: en contactos intensivos con organizaciones judías; contactos con diversos gobiernos, que veían la actividad del gobierno de Israel en el asunto como sobreentendida, e incluso –como por ejemplo el gobierno de Hungría– se dirigieron a nosotros para consultarnos con respecto a los fenómenos antisemitas en su país. Más aún, en aquéllos años se fundó, bajo la iniciativa de otros grupos en la Universidad de Tel-Aviv y bajo la dirección de la profesora Dina Porat, el proyecto de investigación sobre el antisemitismo, que comenzó a publicar informes anuales con respecto a esas manifestaciones, en cooperación con la Liga Anti-Difamación y el Congreso Judío Mundial (informes que fueron también publicados por el Instituto de Investigación de la Política Judía en Londres, en cooperación con la Comisión Judeo-Norteamericana).
En aquéllos años el gobierno emitió (febrero de 2002) una declaración que expresaba preocupación por la formación de un nuevo gobierno en Austria con la participación de representantes del partido de Haider.
Finalmente deseo mencionar una bienvenida e interesante iniciativa del gobierno de Suecia bajo el liderazgo de Goran Persson, cuyo objetivo era primeramente la educación sobre temas del Holocausto; con este objeto fue establecido un grupo de trabajo internacional, del cual Israel formó parte activa. Fue publicado y distribuido un libro sobre los horrores del Holocausto; un importante foro internacional se reunió en Estocolmo en enero de 2000 para ocuparse del Holocausto, con la participación de un gran número de líderes del mundo, entre ellos el Primer Ministro de Israel Ehud Barak.
Últimamente, en enero de 2001, un foro internacional se reunió en Estocolmo para ocuparse de la lucha contra la intolerancia, como continuación y ampliación del foro sobre el Holocausto del año pasado. Me fue solicitado presidir la delegación israelí. Israel tiene un cierto dilema con respecto a la definición del tema – debido a la terrible singularidad del Holocausto frente a otros duros casos de racismo y xenofobia. Tratamos de encontrar el término medio entre nuestra posición sobre la singularidad del Holocausto y la apropiada participación en el esfuerzo internacional contra manifestaciones de intolerancia, antisemitismo, racismo y xenofobia de diversos tipos. La lucha contra el antisemitismo y el resto de esas calamidades continuará, e Israel debe tomar parte de ella en primera fila.
El autor fue asesor legal del gobierno de Israel. Durante el período de su cadencia como Secretario de Gobierno (1987-1994) sostuvo la iniciativa de fundar el “Foro de lucha contra los fenómenos antisemitas” y lo dirigió hasta 1994. Actualmente es juez de la Suprema Corte de Justicia de Israel
Resolución No. 824 del gobierno con fecha 27.08.1989
824. Conmemoración de los 50 años del estallido de la Segunda Guerra Mundial – Situación actual del problema del antisemitismo
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