Domingo a jueves: 9:00 - 17:00.
Viernes y vísperas de fiestas: 9:00 - 14:00.
Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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"Soy sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial. Nací en 1939 en Borislav (anteriormente Polonia, Ucrania actualmente). Durante la guerra, siendo una niña, tuve que esconderme en una cabaña, donde mi padre cavó un escondite bajo tierra. Posteriormente también tuve que separarme de mi familia, quedando al cuidado de mi nana ucraniana -Fesia- a los cuatro años de edad, fingiendo ser su hija. Pasé escondida también por una temporada en un convento, donde para salvarme me hicieron pasar como una niña católica, y me cambiaron el nombre a “María”. Me sacaron del convento por mencionar que quería ponerme una venda en el brazo con una estrella de David como mi padre. Comentarios inocentes como éste, de una niña pequeña como yo, no eran permitidos porque ponían en riesgo de muerte a todos los que estaban en el convento. Mi papá fue vilmente asesinado durante la guerra, cuando regresaba de buscar un lugar más seguro donde poder escondernos a toda la familia. Un grupo de hombres, entre los cuales se encontraba un polaco que lo reconoció, lo asesinaron en el bosque. Mi nana Fesia, que estaba con él cuando sucedió esta tragedia, lo enterró en el bosque. Al finalizar la guerra, ella recordaba exactamente donde lo había enterrado, lo encontramos y le dimos digna sepultura en el cementerio judío de Sambor. Al terminar la guerra, una organización judía llamada IJUD nos ayudó a mi hermana y a mí a emigrar a Italia, donde vivimos por dos años, hasta emigrar a Israel en 1948. Años más tarde mi mamá finalmente logró también salir de Polonia, y se reunió con nosotras en Israel. De una familia muy numerosa, solo sobrevivimos mi mamá (Henia), mi hermana (Esther), y yo. Mi hermana emigró con su esposo a Estados Unidos de América. Nos quisimos reunir con ella, pasando primero por Guatemala, con la ayuda de parientes que ya estaban establecidos acá. Sin embargo, ya no fuimos a Estados Unidos de América, porque nos enamoramos de éste bello país. Acá me casé y logre rehacer mi vida en Guatemala. Lo que era un lugar de paso, terminó siendo mi hogar permanente ya por sesenta años. Si yo formé con mi esposo una familia de veintitrés personas, con hijos, nietos y bisnietos, no puedo evitar pensar: ¿cuántas generaciones más tendríamos de los seis millones de judíos que fueron privados de sus vidas?"
Reflexión: La señora Bina menciona que fue escondida en un convento, donde le cambiaron su nombre a “María”. Reflexiona sobre las dificultades de tener que ocultar una pequeña niña su identidad y su religión, para así poder salvar su vida; así como los riesgos que también enfrentaban aquellas personas que escondían a judíos.
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