¿Quiénes fueron los perpetradores del Holocausto?
- ¿Cómo fue humanamente posible?
- El comandante del campo de exterminio: Estudio de un caso real
- Los médicos como perpetradores
- Conclusión
Esta lección se centraliza en los perpetradores, los comandantes, verdugos, médicos, guardias y todos los demás que tomaron parte en la "Solución Final”. Quizás una de las preguntas más difíciles que surge cuando se trata el tema del Holocausto, involucra a los seres humanos que llevaron a cabo los horribles asesinatos. Este tema está presente en las investigaciones así como en los testimonios de los ex-prisioneros de los campos.
En esta lección presentaremos este tema desde sus diversos ángulos - la gente, los testimonios, la investigación y la poesía – explorándolo de esta manera desde perspectivas diferentes y permitiendo un debate erudito sobre esta compleja cuestión. Hacia el final de la segunda guerra mundial, cuando las traumáticas experiencias estaban todavía frescas y la investigación histórica del holocausto estaba en sus primeras etapas, hubo una tendencia de describir a los asesinos como "enloquecidos" o "poseídos", o como obedientes seguidores de órdenes, comportamiento que parecía ser el producto directo del régimen totalitario Nazi. Calificarlos como demonios o monstruos eliminaba a estas personas del reino común y normal de los seres humanos. Pero al hacer esto, también quedaban exentos de la más básica responsabilidad de sus actos, una responsabilidad derivada de mera humanidad. Esta descripción también los unía a todos ellos, sin ningún intento de ver la persona individual detrás de los terribles hechos. Parece ser que la dificultad de enfrentarse a la magnitud del horror, al principio desplazó la capacidad de ver a los asesinos como personas con un pasado y presente humano normal — miembros de familia, abnegados padres y esposos, y en algunos casos, madres y esposas.
Al relacionarnos a los asesinos como a seres humanos, realzamos la importancia de la responsabilidad personal y de hacer justicia por sus crímenes. El hecho de que las crueles acciones realizadas durante el holocausto fueron las acciones de seres humanos comunes y normales, conduce a la posible conclusión de que todos los seres humanos podrían, bajo determinadas circunstancias, ser capaces de convertirse en brutales asesinos, dispuestos a cumplir con cualquier orden que reciban en forma eficiente e incondicional.
¿Cómo fue humanamente posible?
¿Cómo fue humanamente posible?La aceptación de la hipótesis de que al menos algunos de los asesinos eran gente común, nos exige también tener que lidiar con otra difícil pregunta: "¿Cómo fue humanamente posible?”
Presentamos a continuación los puntos de vista de dos historiadores que han hecho referencia a esta pregunta:
El historiador Christopher Browning ha intentado comprender los motivos, el funcionamiento, el comportamiento y las opciones de los asesinos en una realidad en la cual lo anormal se había convertido en la norma. Browning hace una distinción importante entre observar y estudiar al asesino y sus acciones, y entenderlos o aceptarlos. El familiarizarse uno mismo con las consideraciones y las opciones de los asesinos, dice Browning, no significa que uno perdone sus acciones. Por el contrario, debemos relacionarnos al asesino como a un ser humano más que como a un monstruo carente de toda cualidad humana, si es que queremos realmente hacer frente a las preguntas que surgen cuando se habla de estos asesinatos.
Browning realizó investigaciones sobre una unidad policial de reserva: Batallón de Policía 101 de la Policía del Orden (Ordnungspolizei) de Hamburgo. Esta unidad recibió una orden para ejecutar judíos en la ciudad de Jozefow, en la región de Lublin, en Polonia. La primera operación de asesinato de la unidad tuvo lugar en Jozefow, el 13 de julio de 1942.
El sargento mayor Wilhelm Trapp, un oficial de policía de carrera, encabezó el batallón. Cuando recibió las órdenes de llevar a cabo el fusilamiento en Jozefow, según la declaración de testigos, Trapp se disgustó mucho.
En un discurso que dio a sus hombres, destacó que quienes pensaban que no podían participar en redadas y asesinar judíos debía dar un paso adelante y ser eximidos de su tarea.
Después de unos pocos minutos, aproximadamente diez hombres dieron un paso hacia adelante. Sin embargo, la mayoría de los hombres aceptaron participar. Un funcionario se enojó mucho con quienes eligieron dar un paso adelante, pero Trapp lo permitió. A medida que el día fue pasando, un número de soldados se derrumbó, pero la mayoría siguió para cumplir su misión. El batallón continuó ejecutando acciones similares en otras ciudades. Browning señala en su análisis, que el electrochoque de Jozefow había creado una unidad eficaz e insensibilizada y, cuando la ocasión lo requería, eran categóricamente asesinos. Después de Jozefow nada parecía tan terrible.
En 1960, Browning entrevistó a algunos de los hombres que fueron sometidos a juicio en Alemania. Él intentó comprender sus actitudes y los motivos de los hechos que llevaron a cabo durante la guerra. También les preguntó sobre la elección que les presentó su comandante.
[…]La mayoría simplemente negó haber tenido otra opción. Ante el testimonio de otros, ellos no negaron que Trapp había hecho la oferta pero afirmaron repetidamente que no habían oído aquella parte de su discurso, o no podían recordar. Los pocos que admitieron que les habían dado la elección y no habían optado por ella, eran muy contundentes. Uno dijo que no había querido ser considerado un cobarde por sus camaradas. Otro -- más consciente de lo que realmente requería valor -- dijo simplemente: "yo fui un cobarde." Algunos otros también hicieron el intento de enfrentar la cuestión de la elección pero no pudieron encontrar las palabras. Fueron tiempos y lugares diferentes, como si hubieran estado en otro planeta político, y el vocabulario político y los valores de los años sesenta estaban incapacitados de explicar la situación en que se encontraban en 1942. Como un hombre admitió, no fue hasta años más tarde que él empezó a considerar que lo que había hecho no había sido correcto. No se le había ocurrido en aquel momento […]
Christopher Browning, “One day in Josefow, Initiation of Mass Murder” [Un día en Josefow, el comienzo del asesinato masivo] The Path to Genocide, Essays on Launching the Final Solution [El camino al genocidio, Ensayos sobre la puesta en practica de la Solución Final], Cambridge University Press, 1993, páginas 169-183.
Tratando de entender la motivación para participar en el asesinato masivo, Browning presenta otro posible motivo: el antisemitismo.
[…] Lo que ha quedado prácticamente no examinado... y no mencionado por los policías, fue el papel del antisemitismo. ¿Acaso no hablaron de él porque el antisemitismo no había sido un factor motivador? ¿O no estaban dispuestos y eran incapaces de enfrentar este problema incluso después de veinticinco años, porque había sido demasiado importante, demasiado dominante? Uno se tienta a preguntarse si el silencio habla por sí solo, pero al final, el silencio sigue siendo silencio, y la cuestión sigue sin respuesta […]
Ibid, p.183.
Otro historiador, Daniel Jonah Goldhagen, estudió la misma unidad y los mismos testimonios de quienes participaron en la matanza perpetrada por el Batallón de policía 101, y concluye:
“No veo ninguna forma de explicar sus acciones si consideramos que no aprobaban lo que estaban haciendo… La única manera de entender por qué los perpetradores infligieron en este exceso de brutalidad (que era una adición, o además de, la matanza misma) es reconocer que creían que lo que estaban haciendo era correcto, que odiaban a sus víctimas y que lo hicieron porque eran antisemitas”.
Daniel Goldhagen, en: Eclipse of Humanity - The History of the Jews in the Holocaust, [El eclipse de la humanidad – La historia de los judíos en el Holocausto], Programa multimedia de Yad Vashem, 1999.
Según Goldhagen, la gran mayoría de los que participaron en el asesinato de judíos en el Holocausto fueron antisemitas del tipo que él llama antisemitas "eliminacionistas". La presunción fundamental es que el judío es diferente, un parásito, que da vuelta el orden social alemán, y es un elemento destructivo. Por lo tanto, la sociedad debe librarse del "judío", y esto debe hacerse muy rápidamente, en todo el mundo. Goldhagen, afirma que este tipo de antisemitismo, es específicamente característico de los alemanes. En su libro: Hitler's Willing Executioners – Ordinary Germans and the Holocaust [Los verdugos voluntarios de Hitler – alemanes comunes y el Holocausto] (NY 1996), discrepa con Browning, y subraya la importancia de la cultura alemana y su inherente y duradera versión del antisemitismo como el principal motivo del Holocausto. Por lo tanto, el Batallón de Policía 101, y todos las demás unidades que formaban parte de la ejecución de la "Solución Final de la cuestión judía", eran verdugos voluntarios, plenamente conscientes y en total acuerdo con la idea de la aniquilación total del pueblo judío.
El siguiente testimonio es una demostración de este punto de vista:
“[…] Nosotros, los hombres de la nueva Alemania, tenemos que ser muy duros con nosotros mismos, aun cuando estamos obligados por las circunstancias a separarnos de nuestras familias por un tiempo considerablemente largo. Este es el caso ahora. Hemos de arreglar las cuentas con los criminales de guerra, de una vez por todas, para que podamos construir una Alemania más bella y eterna. Para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Ciertamente aquí no estamos perdiendo el tiempo: tres o cuatro acciones por semana. Primero los gitanos, luego los judíos, partisanos y otra gentuza. […]".
Ernst Klee, Willi Dressen, Volker Riess (Eds.), The Good Old Days - The Holocaust as Seen by its Perpetrators and Bystanders [Los buenos tiempos – El Holocausto visto por sus perpetradores y espectadores], Nueva York 1991, paginas 158-9.
Otro aspecto del proceso que permitió el asesinato masivo fue la brutalidad de la guerra contra la Unión Soviética. Los básicos derechos humanos ya no eran respetados, y el espectáculo de la guerra se había convertido en "rutina" para los soldados. Las operaciones de combate, tales como el bombardeo de ciudades, el hundimiento de buques y el daño de poblaciones civiles, se llevaron a cabo por ambas partes todos los días.
Sin embargo, el exterminio sistemático de los judíos era diferente de las actividades de guerra "rutinarias". En las fosas de exterminio y en los campos, el asesino estaba cara a cara frente a sus víctimas, que eran llevadas contra su voluntad, totalmente impotentes e indefensas, a su muerte. Estas no fueron batallas llevadas a cabo entre los combatientes armados en ambos lados; aquí estaban los asesinos con los más sofisticados medios de asesinato, enfrentando a las personas despojadas de toda decencia humana y civil, que carecían de la mínima posibilidad física de luchar y que eran asesinados brutalmente – niños, mujeres, hombres, jóvenes y viejos.
El comandante del campo de exterminio: Estudio de un caso real
El comandante del campo de exterminio: Estudio de un caso realA continuación presentamos la historia de Franz Stangl, comandante de los campos de muerte de Sobibor y Treblinka (Véase lección 3). Su historia proporciona una apertura al mundo interior de un alto funcionario que estaba involucrado en el proceso de implementación de la "Solución Final”.
Stangl nació en Austria. Inicialmente era un tejedor experto, quien se sumó a la policía austríaca en 1931. Fue nombrado oficial de investigación penal en la división política, que investigó actividades anti-gubernamentales de la derecha e izquierda. Luego se incorporó a la SS y se convirtió en oficial. En noviembre de 1940, Stangl pasó a ser policía (SS) superintendente del centro de Eutanasia del castillo de Hartheim, cerca de Linz.
En marzo de 1942, fue nombrado comandante del campo de muerte de Sobibor, en Polonia. Desde los comienzos de septiembre de 1942 hasta agosto de 1943, ocupó el cargo de comandante del campo de muerte de Treblinka. Durante este período, supervisó los asesinatos masivos de por lo menos 900.000 judíos. Siempre vestido con ropa de equitación blanca, Stangl adquirió una reputación de ser un administrador muy eficaz y fue descrito como el "mejor comandante de campo en Polonia”. En septiembre de 1943, después de la revuelta de prisioneros en Treblinka, Stangl y la mayoría de su personal fueron trasladados a Trieste, en el norte de Italia, donde estuvo a cargo de medidas antipartisanas.
Al final de la guerra, Stangl regresó a Austria, donde fue finalmente encarcelado por los norteamericanos por ser miembro de la SS (ellos no sabían nada de su relación con el programa de exterminio).
A fines del verano de 1947, los austríacos, mientras investigaban el programa de eutanasia del castillo de Hartheim, se enteraron que Stangl estaba prisionero en un campamento estadounidense de prisioneros de guerra, y fue trasladado a una cárcel civil en Linz. En mayo de 1948, cuando estaba a punto de ser acusado, se escapó y siguió camino hacia Roma.
Con la ayuda del obispo Alois Hudal, Stangl obtuvo un pase de la Cruz Roja, permitiéndole una mayor libertad de movimiento, dinero, y un trabajo como ingeniero en Damasco, Siria, en donde su familia muy pronto se unió a él. En el año 1951 la familia se trasladó a Brasil, en donde fueron registrados bajo su propio nombre en el consulado austríaco. Vivían en la ciudad de San Bernardo del Campo, cerca de San Paulo, en donde Stangl trabajó en la fábrica de la Volkswagen. Dieciséis años más tarde, se supo que Stangl estaba viviendo en Brasil y fue arrestado el 28 de febrero de 1967, siendo extraditado a Alemania en junio de 1967.
Stangl es el único comandante de campo de la Operación Reinhardt que fue sometido a juicio. En diciembre de 1970 fue condenado a cadena perpetua por responsabilidad conjunta del asesinato de al menos 900.000 personas durante su cargo como comandante de Treblinka. Confesó ser culpable de estos asesinatos, pero argumentó: "Mi conciencia está limpia. Yo simplemente estaba cumpliendo con mi deber..." murió en la cárcel el 28 de junio de 1971.
Mientras estaba en la cárcel, fue entrevistado por una periodista, Gitta Sereny, quien pasó informe del juicio a un periódico londinense. En consecuencia, esta periodista investigó más a fondo la vida de Stangl y publicó un conocido libro, Into That Darkness [Hacia el interior de esa oscuridad] (1974): A continuación traemos un extracto de este trabajo:
Sereny: Usted me ha estado contando acerca de sus rutinas. ¿Pero cómo se sentía? ¿Había algo de lo cual usted disfrutaba, algo con lo cual se sentía bien?
Stangl: Me interesaba descubrir quién hacía trampas. No me importaba quién era; mi ética profesional era que si algo andaba mal, tenía que ser descubierto. Esa era mi profesión; y yo disfrutaba de ello. Me daba satisfacción. Y sí, yo era ambicioso. No puedo negarlo.Sereny: ¿Sería cierto decir que usted se acostumbró a los exterminios?
Stangl: Para ser sincero, uno se acostumbraba a ello.Sereny: ¿En días? ¿Semanas? ¿Meses?
Stangl: En meses. Pasaron meses antes de que pudiera mirar a uno de ellos a los ojos. Me reprimía tratando de crear un lugar especial: jardines, todo nuevo. Hubo cientos de maneras para alejar la mente de ello; yo las use a todas […]Sereny: ¿Habían tantos niños, nunca le hicieron pensar en sus hijos, de cómo se sentiría usted en la posición de esos padres?
Stangl: No, no puedo decir que haya pensado de esa manera alguna vez… Usted verá… muy rara vez los veía como individuos. Era siempre una enorme masa. Algunas veces me paraba sobre la pared y los veía en el tubo*. Pero - cómo podría explicarlo - estaban desnudos, apiñados juntos, corriendo, siendo impulsados a latigazos...Sereny: ¿Sería correcto decir que al final los consideraba (a los judíos) como que no eran realmente seres humanos?
Stangl: Una vez, algunos años más tarde, mientras viajaba en Brasil, mi tren se detuvo junto a un matadero. El ganado en los corrales, al escuchar el ruido del tren, se acercó trotando hacia la cerca y miraban el tren. Estaban muy cerca de mi ventana, muy pegados uno al otro, y me miraban a través del cercado. Entonces pensé, mira esto; esto me recuerda a Polonia; era así exactamente cómo la gente se veía, confiados, apenas antes de ser introducidos dentro de las latas…Sereny: ¿Así que usted no sentía que se trataba de seres humanos?
Stangl: Un cargamento. Eran un cargamento […]Sereny: ¿Podría usted haber cambiado esta situación debido a la posición que ocupaba? Stangl: No, no, no. Este era el sistema… Y funcionaba. Y debido a que funcionaba era irreversible…
Gitta Sereny, Into That Darkness [Hacia el interior de esa oscuridad]: An Examination of Conscience [Un examen de conciencia], Nueva York, 1974, páginas 200-202.
* Tubo: el pasaje en forma de tubo desde el arribo a la zona hacia la cámara de gas en Treblinka
Stangl era un abnegado hombre de familia y durante las conversaciones con Sereny presentó una personalidad normal. Por lo tanto, la pregunta principal continúa siendo: ¿Cuáles fueron los motivos y las circunstancias que hicieron humanamente posible para Franz Stangl y para otros, convertirse en asesinos masivos?
Los médicos como perpetradores
Los médicos como perpetradoresLos médicos Nazis eran primordiales en el aparato de matanza del sistema del campo de Auschwitz-Birkenau y reflejaban una conexión entre los médicos alemanes y los campos de concentración y de exterminio. El liderazgo Nazi utilizaba el lema de que el nacionalsocialismo no es "nada más que biología aplicada" (Robert J. Lifton, The Nazi Doctors [Los médicos Nazis], Basic Books, Nueva York, 1986, página 438) para transmitir su visión a sus médicos.
Los médicos de la SS no realizaban ningún trabajo médico directo en Auschwitz, aparte de atender al personal alemán. Su principal función era llevar a cabo el programa institucional de Auschwitz de genocidio "medicalizado". Los médicos realizaban la primera selección a gran escala de los prisioneros judíos al llegar al campo de Birkenau, generalmente de acuerdo a las fórmulas que permitían que sólo los adultos jóvenes y sanos recibieran una supervivencia temporal. Los médicos también tenían la responsabilidad de supervisión para que se llevara a cabo la asfixia con gas: los doctores declaraban que los que habían sido gaseados, efectivamente estaban muertos.
De crucial importancia para las actividades de los médicos Nazis fue el mecanismo psicológico de duplicación, es decir, la formación de un segundo yo, por ejemplo, un yo de Auschwitz, que funcionaba independientemente del anterior, y que le permitía a un médico adaptarse a, y participar activamente, en el medio ambiente de Auschwitz. El mecanismo de duplicación fue promovido por la atracción de los médicos a ciertos elementos de la ideología Nazi. Este mecanismo psicológico fue investigado por Robert Jay Lifton en su libro titulado: The Nazi Doctors [Los médicos Nazis], (Harper Collins 1986).
Los médicos aprovecharon el gran número de presos que había en campos como Auschwitz, para utilizarlos en una variedad de experimentos médicos. Los experimentos de esterilización y castración fueron oficialmente estimulados como una expresión de la teoría y la política de discriminación racial, como fue la investigación en gemelos hecha por el Dr. Josef Mengele, que contenía fuertes y distorsionantes elementos ideológicos, reflejando además sus anteriores intereses científicos. El centro de experimentación en Auschwitz estaba ubicado en el Bloque 10, que a pesar de que contenía en su mayoría mujeres, estaba ubicado en el campo de los hombres.
Conclusión
ConclusiónLa combinación de un régimen totalitario, la centralidad del antisemitismo en la ideología racial del Nazismo, la guerra y la muchas víctimas que causó y los métodos avanzados utilizados para los asesinatos, es una posible, parcial, explicación. No hace que la "Solución Final" sea comprensible. Más aun, no disminuye la importancia de la pregunta moral que todo esto crea: ¿Dónde estaba la responsabilidad personal de estos seres humanos? ¿Cómo es posible que renunciaran a esa responsabilidad y se vieron como engranajes en la máquina del estado? Stangl se refiere a esto cuando dice que no podía cambiar nada. “Este era el sistema”, dijo, y así era.
La renuncia total a la responsabilidad individual y al juicio moral por parte de los perpetradores, fue frecuentemente utilizada para su defensa en los juicios y entrevistas que tuvieron lugar después de la guerra, como lo demuestran los siguientes testimonios:
I
“La única respuesta que puedo dar a la pregunta de qué podía haber hecho para ser eximido de tomar parte en tales acciones es: No había nada que pudiera yo hacer. Durante las acciones, me mantuve lo máximo posible en segundo plano, lejos de los fusilamientos. No hubo nada más que podía hacer. No le pedí a Leidritz que me liberara de ciertos deberes y que en su lugar me diera funciones de guardia. La razón por la cual no le dije a Leidritz que yo no podía tomar parte en estas actividades era que yo tenía miedo de que Leidritz y otros creyeran que era un cobarde. […]Llevé a cabo las órdenes no porque tuviese miedo de ser castigado con la muerte si no lo hiciera. No sabía de ningún caso, y aun ahora no conozco ningún caso en donde uno de nosotros fue condenado a muerte porque no quería tomar parte en la ejecución de los judíos… pensé que no debía decirle nada a Leidritz porque no quería ser visto bajo una mala luz, y pensé que si le pedía que me liberara de tener que tomar parte en las ejecuciones […] no iba a ser promovido en modo alguno”.
Tomado del testimonio de un oficial de la SS que sirvió en Polonia, citado en: The Good Old Days, [Los Buenos tiempos], página 78.
II 23 de Julio de 1941.
“Nuestro batallón tiene la misión de evacuar la población de los bosques de Bialowice… A pesar de las penurias del día (viajando una distancia de 115 Km. en malas carreteras), la compañía se reunió a las 23:00 alrededor de una fogata. A ello siguieron canciones y bromas. La velada se convirtió en una experiencia para todos y era prueba de la atmósfera y camaradería espiritual de la compañía.”
Sacado de: the War Diary of Battalion 322 [El diario de guerra del batallón 322], Citado en: How was it Humanly Possible [Como fue humanamente posible], Yad Vashem, Jerusalén, 2002, página 61.
Christopher Browning presenta otro tipo de testimonio, contando acerca de una forma de adaptarse a la rutina de los asesinatos:
“Pensé que podría dominar la situación y que sin mí, de todos modos los judíos no iban a escaparse de su destino…Sinceramente debo decir que en el momento no reflexionábamos sobre ello en absoluto. Sólo años más tarde alguno de nosotros verdaderamente se dio cuenta de lo que sucedió en aquel entonces… Sólo más tarde se me ocurrió por primera vez pensar que lo que había ocurrido no estaba bien.”
Christopher Browning, Ordinary Men [Hombres comunes], Harper Pereminal, Nueva York, 1993 pagina 72.
En resumen, puede decirse que al examinar los perpetradores no podemos olvidarnos que eran seres humanos, y por lo tanto la expectativa de que cada uno de ellos mantuviera una responsabilidad personal es elemental.
El exterminio de judíos y de otros grupos se basa en la perspectiva global Nazi: Ellos no eran seres humanos. De esta manera, el exterminio podría considerarse como más allá del mal, ya que no afectaba para nada a los seres humanos.