- Lucy S. Dawidowicz, The War Against the Jews [La Guerra Contra los Judíos], 1933-1945, Bantam Books, 1986, p. 169.
Las Deportaciones a los Campos
En general, este curso en línea se ha ocupado principalmente de lo que ocurrió en Europa oriental. Sin embargo, exploraremos ahora las experiencias de las comunidades judías de Europa occidental y su destino.
La decisión de implementar la “Solución final” a través de Europa en el otoño de 1941 (ver la Lección 3) requería grandes preparaciones organizacionales y un planeamiento extenso. Las unidades Einsatzgruppen [Grupos de Intervención] en Europa oriental asesinaron judíos allí donde vivían, o en las cercanías, y así lo hicieron de acuerdo a las tablas de tiempos determinadas por aquéllos que eran responsables por la política de los asesinatos. El establecimiento de los campos de exterminio, por el otro lado, hizo necesario transportar a los judíos de toda Europa a los lugares de muerte. La organización de esta operación y la coordinación de sus diversos detalles fue una tarea enorme, que fue confiada al aparato de la SS. El oficial de la SS puesto a cargo de la organización de las deportaciones y la coordinación entre ellas fue Adolf Eichmann, jefe de la División Judía del Reich Central Security Office (RSHA) [La Oficina Central de Seguridad del Reich]. Una de las tareas básicas de su trabajo, por ejemplo, era la de coordinar entre los campos de la muerte y el Reichsbahn – el Organismo Alemán de Ferrocarriles, de acuerdo a la capacidad de absorción de cada campo de exterminio individual.
Las deportaciones a los campos de la muerte fueron organizadas como una red que se extendía por toda Europa. Concienzudas búsquedas de judíos según las definiciones raciales nazis y locales fueron llevadas a cabo en cada país ocupado. Aquéllos destinados a la deportación en Europa occidental fueron centralizados en campos de tránsito, desde donde eran deportados en vagones de ganado o en trenes comunes a campos de concentración y exterminio, que los alemanes construyeron y operaron a lo largo y a lo ancho de Polonia ocupada. La gran mayoría de los deportados fueron asesinados inmediatamente a su llegada a los campos de la muerte (ver las Lecciones 3 y 4).
El Sistema de Engaño
La campaña para exterminar a los judíos de Europa fue llevada a cabo bajo un velo de máxima confidencialidad. Se suponía que sólo un relativamente pequeño círculo de miembros del partido nazi y representantes ante las autoridades relevantes conocía el plan.
rácticamente, sin embargo, muchos alemanes sabían lo que estaba pasando en los campos de exterminio de Europa oriental. Con el objeto de incrementar la confidencialidad alrededor del asesinato, los nazis utilizaron un lenguaje codificado eufemístico. Su objetivo era despistar a la población judía y ocultar el verdadero propósito de los campos de exterminio de la población local; además, excluía a oficiales alemanes no involucrados directamente en el proceso del exterminio. Los judíos fueron informados de que estaban siendo enviados para ser “reubicados”, una expresión que significaba directamente asesinato, similar a las expresiones “tratamiento especial,” “el este,” y la “Solución Final.” Los que era referido como “transporte” era de hecho una cruel deportación a campos de exterminio, a menudo en vagones de ganado extremadamente atestados, sin comida, agua ni condiciones sanitarias mínimas, ocasionando que muchas de las víctimas perecieran durante el viaje. En algunos casos, sin embargo, judíos fueron deportados en trenes de pasajeros comunes. Esta fue común particularmente en Europa occidental, especialmente en Holanda, donde esta parte del proceso de engaño estaba dirigido a desorientar tanto a la población judía como a la población local.
Cuando llegaban a los campos, a algunos judíos les fueron proporcionadas tarjetas postales para que puedan enviar a sus parientes. En estas tarjetas, sin embargo, se les permitía solo escribir un par de líneas informando a sus seres queridos del hecho de encontrarse bien y que habían llegado a un campo de trabajo. El objetivo era que los parientes creyeran que la situación en los campos no era tan mala como esperaban. Para el tiempo en que los parientes recibían las tarjetas postales, la mayoría de estos deportados ya habían sido asesinados.
Deportación como Proceso Administrativo
Las deportaciones fueron llevadas a cabo en un proceso uniforme a lo largo de todo el Tercer Reich. Este proceso tuvo lugar en dos etapas: el primer paso consistió en reunir a los judíos como preparación para la deportación. La segunda etapa era la deportación efectiva a los campos de exterminio. En la práctica, el primer paso, por ejemplo, podría haber sido logrado hacienda que los judíos “se presenten a trabajar” en un determinado momento para entonces deportarlos.
Los nombres de aquéllos a ser deportados eran determinados por el Judenrat [Concilio de Judíos] local, al que las autoridades alemanas habían ordenado crear una lista con bastante antelación a la deportación.
Eventualmente, el proceso de convocar judíos a un lugar determinado en una fecha específica fue reducido progresivamente porque el número de judíos que de hecho se presentaban había comenzado a disminuir.
Después que los judíos que iban a ser deportados se reunían en el lugar designado, los alemanas los transferían a campos de tránsito, tales como Drancy y Pithiviers en Francia, Westerbork en Holanda y Mechelen /Malines en Bélgica. Los judíos permanecían en estos campos por diversos períodos de tiempo hasta su deportación a los centros de exterminio. Los alemanes generalmente llevaron a cabo las deportaciones desde países de Europa occidental con la ayuda de la administración y la policía locales, que generalmente ayudaban reuniendo a los judíos y administrando los campos de tránsito.
Los Campos de Tránsito
El establecimiento de los campos de tránsito fue eminentemente un fenómeno de Europa occidental. Los alemanes valorizaban más la opinión pública de Europa occidental porque de acuerdo a la ideología nazi las poblaciones de esos países, excepto por las minorías que eran consideradas inferiores, eran racialmente superiores a las poblaciones de Europa oriental. Para evitar despertar una oposición en la población local y para asegurar una cooperación continua de las autoridades locales, los alemanes se abstuvieron de asesinar judíos en sus países, y en cambio los deportaban a campos de exterminio en Polonia. Además, este método ayudó a prevenir que la información acerca del destino de los judíos alcanzara estos países.
Las Deportaciones de Alemania, Francia y Holanda
Para ilustrar cómo las deportaciones de Europa occidental fueron llevadas a cabo, esta lección se centrará en el proceso de deportación en tres países: Alemania, Francia y Holanda.
Alemania
En septiembre de 1941, los nazis ordenan a todos los judíos de Alemania a usar la estrella amarilla (ver Distintivo Judío) y formalmente prohibieron la emigración, que aún estaba permitida hasta ese punto (a pesar de ser muy difícil en la práctica). Estas dos órdenes marcaron la decisión de deportar los que quedaba de los judíos de Alemania y terminar con la existencia de esta comunidad.
En octubre de 1941, comenzó la deportación en masa desde Alemania. En dos meses, 50.000 de los judíos de Alemania habían sido deportados a Lodz, en la Polonia ocupada, o a las zonas ocupadas de la Unión Soviética. Muchos de los deportados a la Unión Soviética fueron fusilados a su llegada a Riga o Kaunas. Judíos alemanes llegaron al ghetto de Lodz, poco antes de la primera deportación al campo de exterminio de Chelmno y, como extranjeros, muchos de ellos fueron los primeros en ser enviados.
Las oficinas de la Gestapo prepararon las listas de aquéllos designados para la deportación de Alemania. En esta etapa, la mayoría de los judíos alemanes estaban concentrados en las ciudades. Personas judías recibieron órdenes redactadas precisamente, entregadas en sus casas – indicando la fecha y la hora exacta a la cual debían reportarse y un lugar específico, con instrucciones para empacar dos maletas que no pesaran más de 50 kilogramos en total. Les fue ordenado también no llevar consigo más de 100 Reichsmarks [moneda de curso en el Tercer Reich]. Estas instrucciones venían con formularios que aquéllos a ser deportados debían utilizar para confeccionar una lista de las propiedades que tenían la intención de dejar atrás en Alemania. Estos bienes fueron confiscados inmediatamente y se convirtieron propiedad del Tercer Reich. En muchos casos los vecinos les adquirían las casas a los deportados. Como se podía esperar, las órdenes de deportación causaron una profunda desesperación, culminando en numerosos casos de suicidio.
Durante los años de la Guerra aproximadamente 150.000 judíos fueron deportados directamente de Alemania. 42.000 de ellos eran ancianos, denominados judíos “privilegiados”, que fueron deportados al ghetto de Theresienstadt. Algunos murieron en el ghetto como resultados de las duras condiciones imperantes. El resto fue deportado hacia su muerte. Algunos de esos deportados no fueron asesinados inmediatamente sino forzados en los ghettos y compartieron la misma suerte que las comunidades a las que fueron deportados: aquéllos que no murieron por las condiciones terribles fueron luego deportados a campos de trabajo forzado o asesinados.
Sólo 9.000 de los judíos alemanes que fueron deportados sobrevivieron la Guerra.
Aproximadamente 5.000 fueron liberados en Theresienstadt y el resto en otros campos de concentración. El Rabino Dr. Leo Baeck, un judío alemán líder comunitario y rabino, había predicho esto ya en 1933, afirmando que el Reich pondrá fin a los mil años de historia judía en Alemania1. Hilde Sherman, una mujer judía de Duesseldorf, describe su deportación de su ciudad natal de Riga:
A la mañana siguiente al amanecer, fuimos forzados hacia la rampa. El tren aún no había llegado. Hacía un frío glacial. Estábamos parados ahí y estuvimos parados ahí desde las 4 hasta las 9 de la mañana. Entonces nos llamaron y el viaje comenzó el 11 de diciembre de 1941…. Nos habían sacado todo. Una de las personas preguntó a uno de los guardias, un hombre de la SS, cuándo llegaría el tren. Él tomó un garrote y le pegó tanto hasta que quedó tendido allí sobre el piso. Él no llegó al transporte. Ése fue nuestro primer muerto. Éste fue el comienzo…
Estábamos en un vagón de pasajeros. Esto fue antes de que comiencen a usar vagones de ganado. Estábamos apiñados a tal punto que hacía un calor insoportable. Además, había calefacción, lo cual era superfluo. Pero en otro vagón, donde pusieron a los niños, no había ninguna calefacción. Ellos casi se congelaron. El tren partió y llegamos a Berlín por la tarde. Allí, el tren fue conducido hacia atrás. Miramos hacia afuera por la ventana. Los trenes estaban cerrados desde afuera, pero podíamos mirar por las ventanas. Buscábamos los dos últimos vagones del tren adonde estaba nuestro equipaje, para ver si estaban conectados aún. Esto es lo que más temíamos en ese momento, como si fuera importante…Recuerdo que sufríamos una sed terrible. Habíamos llevado pan con nosotros, pero la sed era terrible. Todos en el vagón tenían fiebre por el terrible calor. Llegamos a Insterbruch, exactamente en la frontera polaca, lo que había sido Polonia. Allí el tren se detuvo. El tren fue abierto y nos permitieron juntar nieve para tomar. Podíamos beberla cuando se derretía…. No me había sacado las botas sabiendo que no me las podría volver a calzar en mis pies hinchados. Era la única que no tenía fiebre y que pudo bajar del tren. Entonces puse en platos toda la nieve que pude e incluso lo alcancé a los vagones adyacentes a través de las ventanas. Corrí a lo largo de la rampa. Al final de la rampa, vi un buzón. Preparé una postal para mis padres y les escribí que una vez que les llegue su hora, debían llevar consigo sólo ropa de abrigo. La postal efectivamente les llegó a mis padres, según me dijo luego un conocido. Viajamos durante tres días y cuatro noches a través de Lituania. Estaba profundamente impresionada por las casas de los campesinos con sus techos de paja. Era algo que no habíamos visto en Alemania. Ellos usaban también pozos de agua. En Alemania, nosotros teníamos agua corriente. Las personas que estaban junto a los pozos de agua vestían botas de fieltro y pieles de oveja. Parecían tan miserables. Yo pensé: Dios mío, estos lituanos, son todos Buenos católicos, si así es su vida bajo la ocupación alemana, cuál será nuestro destino como judíos, como deportados... Por la noche, el tren se detuvo de repente. No teníamos la menor idea de dónde estábamos. Al amanecer, pudimos ver un cartel que decía Shirotawa. ¿Dónde es Shirotawa? ¿Qué es Shirotawa? Hacía un frío terrible. Alrededor de la 10 de la mañana, escuchamos perros ladrando. Tropas de la SS llegaron y rodearon el tren. Las puertas se fueron abiertas y comenzaron los gritos: Afuera, afuera, rápido, rápido. Teníamos que salir, y las últimas personas tuvieron que limpiar los vagones con sus manos. No había utensilios. Debíamos estar parados en fila en la rampa. Llegó un automóvil con dos oficiales de la SS de alto rango. Salieron del automóvil, y recuerdo que uno de ellos comenzó a gritar: Alinearse de a cinco y fuera de aquí, al ghetto. Un hombre llamado Meyer, que era de Gort, un pequeño pueblo cerca de Duesseldorf, tenía dos niños en brazos, dos niños pequeños, y preguntó: Señor, ¿queda muy lejos el ghetto? En lugar de darle una respuesta, el oficial tomó un palo…y lo golpeó en la cara. Él liberó al perro, un ovejero alemán, que atacó al hombre. El hombre cayó sobre el suelo y los dos niños también. Cuando se levantó, su boca estaba toda ensangrentada y sus dientes rotos. Esta fue nuestra primera impresión de Letonia, de Riga, de Shirotawa. El tren arrancó lentamente.
Archivos de Yad Vashem 0.3/7337.
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Francia
Poco después del Congreso de Wannsee (ver Lección 3), comenzaron las preparaciones para las primeras deportaciones de Francia. El gobierno de Vichy (ver Francia) aceptó colaborar con los alemanes, cercando a los judíos franceses y ayudando en su deportación. Esto tuvo lugar en el verano y el otoño de 1942. El 16 y 17 de julio de 1942, una caza particularmente cruel fue llevada a cabo por las autoridades francesas, con 12.884 judíos de París (especialmente aquéllos que no tenían ciudadanía francesa) fueron detenidos en el estadio de deportes el Velodrome d’Hiver [Velódromo de Invierno] sin advertencia alguna. Entre ellos había muchos niños y ancianos que fueron encarcelados allí durante días en condiciones horrorosas. En otros lugares, los niños fueron separados de sus padres y enviados al campo de tránsito de Drancy antes de deportarlos a los campos de la muerte.
En 1942, aproximadamente 42.500 judíos fueron deportados desde Francia, en dirección al este a los campos de la muerte en la Polonia ocupada. Las deportaciones despertaron una gran oposición al gobierno de Vichy, particularmente entre los líderes de la iglesia (tales como Jules-Gerard Saliege y Andre Trocme) junto con partes del público en general. A pesar de esta oposición, el régimen francés cumplió con sus cuotas de deportación de acuerdo con las exigencias alemanas.
La población judía, que hasta ese momento había tomado la posición de “esperar cautamente”, se conmocionó. Muchos comenzaron a buscar lugares para ocultarse. Decenas de miles se ocultaron en villas, pueblos remotos, conventos, iglesias y casas privadas con la ayuda de la población local, o intentaron cruzar la frontera a Suiza. Algunos también se unieron a la resistencia clandestina judía y otras organizaciones judías (ver Robert Gamzon, Ejército Judío). Estas organizaciones consiguieron falsificar muchos documentos, ayudando finalmente a miles de judíos a escapar a un lugar seguro.
La ventaja que los judíos franceses tenían sobre judíos de otras partes de Europa fue la geografía del país, que les daba la oportunidad de escaparse a países neutrales tales como Suiza y España. A pesar de que esos países pusieron serios obstáculos a aquéllos tratando de entrar, otorgaban un asilo seguro a los que tenían éxito en hacerlo. El vasto territorio de Francia también sirvió como ventaja a los judíos allí. Los alemanes mantenían mano de obra limitada en Francia y esto les hacía difícil encontrar a todos los judíos y deportarlos, a pesar de la ayuda que les proporcionaban las autoridades locales. Además, después de que los nazis comenzaron a deportar judíos con ciudadanía francesa, el nivel de cooperación disminuyó. Varios factores intervinieron en este desarrollo. Primero, las numerosas guerras entre Francia y Alemania en el siglo previo habían dejado una fuerte animosidad con respecto a los alemanes. Segundo, el tratamiento inhumano de los judíos estaba en oposición a los principios de la revolución francesa con su declaración de los derechos humanos. Finalmente, Francia y su población, viviendo en un estado independiente por muchos siglos no estaban acostumbrados ni deseaban aceptar una ocupación extranjera.
La mayoría de los judíos franceses que fueron deportados fueron enviados a Auschwitz-Birkenau así como 4.000 al campo de la muerte de Sobibor. En total, aproximadamente 80.000 judíos fueron deportados desde Francia. Unos 77.000 de ellos, representando alrededor del veinte por ciento de la población judía, fueron asesinados en campos de exterminio. En comparación con otros países europeos el porcentaje de judíos franceses que perecieron en el Holocausto fue más bajo. Sin embargo, este número podría haber sido incluso menor si los franceses no hubieran colaborado con los alemanes.
Orden de Cómo Llevar a Cabo la Deportación de 40.000 judíos de Francia
[…]
París, 2 de Julio de 1942 22.45.
[…]15 copias de lo anterior fueron producidas, que fueron distribuidas como sigue:
No. […]
2 Ministerio de Relaciones Exteriores del Reich
3 Secretario de Estado
[…]
11 “Prensa“
[…]
14 “División Radio”
Esta es la copia No. 1.
En principio la embajada no tiene objeciones a la deportación de 40.000 judíos de Francia para ser destinados al trabajo en el Campo de Auschwitz. Al llevar a cabo estas medidas, sin embargo, los siguientes puntos deben ser tomados en cuenta:
Siempre que se tomen medidas anti judías, la embajada tomó el punto de vista que deben ser llevadas a cabo de modo tal que agreguen continuamente al sentimiento antisemita, que ha aumentado últimamente. Así como influjos anteriores de judíos del este y de otros países hacia Alemania dieron un vigor especial a la tendencia antisemita del pueblo alemán, puede observarse también en Francia, que el aumento del antisemitismo es en gran medida causado por la inmigración de judíos de nacionalidades extranjeras en los últimos años. Por lo tanto, tendrá un efecto psicológico en las grandes masas del pueblo francés, si las medidas de la evacuación son aplicadas al principio a tales judíos, y los judíos franceses son al principio sólo utilizados para… la cual judíos extranjeros no completan la cuota mencionada arriba.
(página 2 del original)
Tal procedimiento de ninguna manera establecería una posición privilegiada para el judío francés, ya que de todos modos debe igualmente desaparecer en el proceso de liberación del judaísmo de los países europeos.
Esto ya encuentra su expresión en el hecho de que de cualquier manera un determinado número de judíos franceses estará incluido en la cuota estipulada.
Firmado: ABETZ
Archivos de Yad Vashem TR2\N11\1009\E, NG 183.
Los Países Bajos
A principios de 1942, los alemanes comenzaron a establecer la infraestructura para la deportación de los judíos holandeses. El primer paso fue el establecimiento de campos de trabajo forzado para judíos “desempleados”. Ciudadanos judíos holandeses fueron reunidos en Amsterdam y aquéllos que no tenían papeles de ciudadanía fueron deportados a Westerbork. En abril de 1942, aquéllos que quedaban fueron ordenados a llevar una estrella amarilla.
A fines de 1942, las autoridades alemanas comunicaron al "Joodse Rat", el concejo judío en Amsterdam, su plan de utilizar judíos holandeses para hacer “trabajo policial” en los campos de trabajo en Alemania. Internación de familias enteras, incluyendo ancianos y niños, hizo claro al público que el término “trabajo policial” estaba dirigido a camuflar la deportación de judíos holandeses, por otros propósitos. Esto provocó protestas por parte del público holandés, incluyendo los líderes de la iglesia. Los alemanes actuaron con rapidez y cruelmente para suprimir cualquier tipo de oposición, similar a lo que habían experimentado en Francia, y para desalentar cualquier protesta futura.
A pesar de estas protestas, la deportación de los judíos holandeses fue posible en gran medida por la disposición a colaborar de las autoridades holandesas – la administración municipal, los empleados de trenes y la policía holandesa. Hacia octubre de 1942 había más de 12.000 judíos en el campo de Westerbork y las condiciones allí se habían hecho intolerables. Durante este periodo, deportaciones a los campos de la muerte tenían lugar cada dos o tres días.
En mayo de 1943, los alemanes reanudaron la captura de los judíos. Transportes a los campos de la muerte fueron llevados a cabo semanalmente, saliendo de Westerbork cada martes. Las noches anteriores al “transporte” eran noches de horror llenas de miedo de lo que estaba por venir. En septiembre de 1943, la última caza de judíos holandeses se llevó a cabo.
En julio de 1943, una joven mujer llamada Etty Hillesum envió una carta de Westerbork a sus amigos en Amsterdam:
“La miseria aquí es realmente indescriptible. La gente vive en esas grandes barracas como tantas ratas en la alcantarilla. Hay muchos niños que mueren. Pero también hay muchos sanos. Una noche en la semana pasada, un transporte de prisioneros pasó por aquí. Caras delgadas, pálidas. Nunca había visto tanta extenuación y fatiga como en esa noche. […]. A la mañana temprano fueron apiñados en vagones de mercancías vacíos. […] Y entonces tres días de viaje hacia el este. “Colchones” de papel para los enfermos. Para los demás, tablas peladas con un balde en el medio y unas setenta personas en cada vagón sellado. Una mochila cada uno era lo que les permitieron llevarse. Yo me preguntaba, ¿cuántos alcanzarían su destino con vida? […] La última vez que vi a mi padre, salimos a caminar por el páramo polvoriento, arenoso. Él es tan dulce, y tan maravillosamente resignado. Muy afablemente, calmamente y bastante casualmente, dijo: “Tú sabes, me gustaría llegar a Polonia lo antes posible. Entonces todo ya habrá terminado, y no voy a tener que continuar con esta existencia indigna. Después de todo, ¿por qué me voy a salvar de lo que les ha pasado a miles de otros?”
Etty: The Letters and Diaries of Etty Hillesum 1941-1943 [Etty: Las Cartas y Diarios de Etty Hillesum 1941-1943], Klass A.D. Smelik (ed.), Balans Editorial, Amsterdam, Holanda, 2002, p. 615.
Los alemanes deportaron a Etty Hillesum a Auschwitz a principios de octubre. En realidad, ella nunca recibió una orden de ser deportada. Sin embargo, cuando a sus padres les fue ordenada la deportación, después de haber planeado en principio no reunirse a ellos, no soportó la idea y se unió a ellos después de todo. Fue asesinada en Auschwitz-Birkenau el 30 de noviembre de 1943.
Cuando comenzaron las deportaciones, los judíos holandeses y aquéllos judíos que habían buscado refugio trataron de ocultarse. Se formaron organizaciones que intentaron ocultar tanto judíos como no judíos opositores de los Nazis. En este contexto, el trabajo del grupo de Joop Westerweel es particularmente notable. El grupo salvó varias centenas de judíos contrabandeándolos fuera de los Países Bajos. A pesar de su ayuda, había una cantidad de factores que hizo especialmente difícil a los judíos de los Países Bajos escapar su destino a manos de los Nazis.
Primero, la geografía holandesa no es particularmente apropiada para ocultarse. Hay pocos bosques y montañas, y con su población densa, pocos lugares alejados. Además, la comunidad judía, a pesar de estar altamente integrada en la sociedad holandesa, tenía una pequeña tasa de casamientos mixtos. Esto significaba que había pocos parientes no judíos inclinados a ayudar a la población judía. Además, con el racionamiento de suministros diarios y comida, muchos holandeses estaban preocupados por sus propias vidas y la mayoría hizo poco o ningún esfuerzo para ayudar a los judíos. Finalmente, por supuesto, el miedo al castigo tuvo un rol significativo en la negativa de ayuda; sin embargo, debe destacarse que los castigos por ayudar a los judíos eran mucho más suaves en Europa occidental que lo que lo fueron en Europa oriental.
Durante los años de ocupación, alrededor de 28.000 judíos holandeses se ocultaron de los alemanes, aproximadamente 12.000 cayeron en manos de los nazis, mayormente debido a holandeses que los denunciaron. Hasta que los Países Bajos fueron finalmente liberados, los alemanes asesinaron unos 100.000 judíos holandeses – o el 75 por ciento de la comunidad judía holandesa, la tasa más alta de muerte de cualquier comunidad judía de Europa occidental, incluyendo la misma Alemania.
Entre aquéllos asesinados estaba Ana Frank, una joven chica judía que es ahora famosa por el diario que escribía. Su familia emigró de Alemania a los Países Bajos brevemente después que Hitler llegara al poder. Se instalaron en Amsterdam y con la ocupación de los Países Bajos por los Nazis, lucharon como el resto de los judíos holandeses con las tremendas dificultades que sufrieron. En julio de 1942, cuando comenzaron las deportaciones, los Frank se ocultaron. Fueron mantenidos por amigos y conocidos no judíos. Como en el caso de muchos otros judíos ocultos, informantes holandeses entregaron a Ana y su familia a los alemanes. La familia Frank fue posteriormente deportada a campos de concentración en agosto de 1944. Ana murió en el campo de Bergen-Belsen en marzo de 1945, apenas dos meses antes de la liberación. Su padre fue el único miembro de la familia que sobrevivió y publicó su diario después de la guerra. El diario se convirtió en uno de los símbolos de la época. Ana escribe:
“No tengo mucho en cuanto a dinero o posesiones mundanas, no soy hermosa, inteligente o lista, pero soy feliz, y ¡tengo la intención de seguir siéndolo! He nacido feliz, amo a la gente, tengo una naturaleza confiada, y me gustaría que todos los demás sean felices también.”
“El mundo está en desorden. La gente más decente está siendo enviada a campos de concentración, prisiones y celdas solitarias, mientras que los más bajos de los bajos gobiernan jóvenes y viejos, ricos y pobres. Uno es atrapado por trabajar en el mercado negro, otro por ocultar judíos u otras almas infortunadas.”
The Diary of a Young Girl: Anne Frank [El Diario de una Joven Muchacha: Ana Frank], Random House, Nueva York, páginas. 238, 304.