Rika Benveniste nació en Salónica, Grecia. Sus padres se conocieron después de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual, su padre había luchado junto a los partisanos combatiendo a los alemanes, y su madre había regresado de la deportación del campo de concentración de Bergen-Belsen. Pasó un tiempo en Israel, país en el que se graduó en el Departamento de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Más tarde, obtuvo su doctorado en Historia Medieval en la Universidad de La Sorbona en París y regresó a Grecia en 1986. Su libro acerca de los judíos de Salónica en la década de los años cuarenta fue publicado en inglés por Yad Vashem.
Su último libro, Luna: An Essay in Historical Biography (Luna: un ensayo en biografía histórica) inédito en español, relata la historia de una mujer judía de Salónica que sobrevivió a Auschwitz. El libro se centra en los judíos de Salónica, en la deportación, la pobreza y los devastadores años de la posguerra. La lengua materna de Luna era el ladino: ella no sabía escribir o leer, así que no envió cartas, ni recibió ninguna. Algunos rastros de la vida de Launa se han salvado entre el papeleo del sistema de ayuda de la comunidad judía. Su destino estaba ligado al destino de la comunidad y a su rehabilitación. Algunos recuerdos de Luna también quedaron en quienes la conocían, pero con el paso del tiempo, su número disminuye. Otras de las huellas de su vida son sus creaciones: las cubiertas de sillones y sofás que tapizó y dejó tras de sí. Fotografías y certificados completan la evidencia material. Por medio de la historia de Luna, Rika Benveniste explicó cómo se puede aprender a reconstruir las trayectorias de vida de aquellos sobrevivientes del Holocausto que a menudo se consideran sujetos invisibles.
Luna nació en 1910 y creció en una de los principales barrios judíos de Salónica, donde la comunidad judía albergaba alrededor de unos miles de familias quedaron sin hogar tras el Gran Incendio de 1917. Contrajo matrimonio con Sam, un trabajador del puerto. Ambos partieron deportados de Salónica desde el gueto de tránsito del barrio Barón Hirsh, en el quinto transporte hacia Auschwitz, el 27 de marzo de 1943. En Auschwitz, Luna sobrevivió experimentos médicos, fiebre alta y tifus. Trabajó en el Schneiderei Kommando, donde cosía y hacía remiendos y arreglos en la ropa. Al final de la guerra, una «marcha de la muerte» le condujo a Bergen-Belsen, desde donde fue liberada. Después de un período de tránsito en Bruselas, Luna regresó a Salónica, en septiembre de 1945. Junto con decenas de otros judíos sin hogar, encontró su primer refugio en la sinagoga Sygrou de la ciudad y más tarde en el orfanato judío Allatini, que fue transformado en un dormitorio.
Luna vivió en Allatini durante más de veinte años, y luego se trasladó por primera vez a un pequeño apartamento propio, en un edificio construido por la comunidad. Los vecinos, en su mayoría judíos, le eran familiares. En su nuevo apartamento, continuó trabajando como costurera. En 1982, cuando la Casa de Retiro Shaul Modiano reabrió sus puertas, Luna fue una de sus primeras inquilinas. Vivió allí durante más de quince años. En 1998, la trasladaron a su morada final, el nuevo cementerio judío de Salónica, ya que el antiguó había sido destruido por los alemanes.
De hecho, Luna era pariente lejana de Rika Benveniste, que perdió casi toda la familia en Auschwitz. Cuando regresó a Salónica, recuerda Rika Benveniste:
«Luna encontró en nosotros una familia cercana, y nosotros encontramos en ella una «tía». Ella solía visitarnos todos los sábados, y traía deliciosas frutas, así como acompañaba con caricias, el sonido del ladino y del mundo y la cultura judeoespañoles. Luna estuvo presente en todos los momentos felices y tristes de nuestra familia. Sin embargo, esto no la salvó de sus tormentos, ni de su soledad. Cuando falleció, heredé una caja de zapatos llena de fotos y algunos documentos. Comencé a pensar en ella no solo como una tía, sino también como el personaje de una trágica historia».
No hay fotos de Luna en el libro de Rika Benveniste, aunque sus fotografías son parte de la narrativa y la interpretación.
«Me perturbaba una foto de su joven rostro antes de la guerra, otras de su cara hinchada y marcada por los crímenes nazis, y finalmente en las que recuperó su naturalidad, envejecida y vieja. Decidí mantener sus múltiples faces alejadas de las miradas indiscretas. Pensé que no estaba bien resumir toda su vida en un rostro herido. Las únicas fotografías del libro son de aquellos lugares donde Luna vivió, ya que siguiendo su movimiento a través de ellos (hasta su lugar de descanso final), traté de tejer la historia de su vida».
Rika Benveniste visitó por primera vez Yad Vashem siendo una adolescente, en 1975. En 1982, como estudiante en el Universidad Hebrea de Jerusalén, realizó investigaciones en los Archivos de Yad Vashem, para la elaboración de un trabajo de seminario. Redactar el trabajo fue tan doloroso para ella que en realidad abandonó la idea de convertirse en historiadora de la Shoá. Cuando finalmente sucumbió a su destino inevitable, Rika Benveniste encontró Yad Vashem, sus recursos, su gente y su ambiente «de inestimable importancia para realizar investigaciones acerca del Holocausto». Rika Benveniste explicó:
«Escribir sobre sobrevivientes del Holocausto que no pudieron hablar por sí mismos es particularmente significativo, aunque debemos tener en cuenta que intentando representar sus vidas, hablando o escribir sobre ellos, significa que su silencio está siendo roto por palabras que no son propiamente suyas».
«Nuestra comprensión de la Shoá depende en gran medida de la capacidad de dirigir nuestra atención a todos los que se vieron atrapados en la vorágine de la destrucción con el fin de hacer posible, tanto la narrativa histórica, como la sutileza de la historia del individuo».
(Del original en inglés).