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Rudolf Hoess, comandante del campo de Auschwitz-Birkenau, relata en su autobiografía, que en el verano de 1941 (no precisa la fecha exacta) fue convocado a Berlín por Himmler. Allí, éste le comunicó que el Führer había ordenado implementar la «solución final del problema judío» y que los hombres de las SS serían los encargados de ejecutar la orden. «Los sitios de exterminio en el Este son inadecuados para una acción de gran envergadura y a largo plazo. He designado a Auschwitz para este propósito», agregó.
Auschwitz–Birkenau era el más grande de los campos de concentración y exterminio establecidos en Polonia, y funcionaba simultáneamente como un centro de trabajos forzados y de asesinato masivo. Este campo fue designado para ser el centro principal para el exterminio del pueblo judío y para ello, fueron construidas instalaciones para el asesinato masivo y hornos crematorios. Las matanzas se realizaban en cámaras de gas, utilizando para ello un pesticida sumamente letal denominado Zyklon B. Su utilización había sido experimentada con prisioneros de guerra soviéticos.
En octubre de 1941, fue construido a 3 km. de Auschwitz un nuevo campo: Birkenau (Auschwitz II) que en marzo de 1942 comenzó a funcionar como centro de exterminio, empleando cuatro cámaras de gas para ese propósito. Hasta noviembre de 1944 sirvió de «fábrica de matanza masiva» a la que llegaban transportes de toda Europa. La mayoría de los deportados eran judíos que fueron enviados inmediatamente a las cámaras de gas. Sólo una pequeña parte de los recién llegados, después de pasar por un proceso de selección, eran enviados a trabajar en las distintas secciones del campo o en las fábricas que servían al esfuerzo bélico alemán. Algunos también servían de «conejillos de Indias» para los experimentos «médicos» de Mengele y su equipo. A mediados de 1944, se acrecentó el ritmo de los asesinatos masivos con la llegada de los judíos de Hungría y del gueto de Lodz.
El proceso de selección y exterminio estaba planificado y organizado eficientemente. Cuando el tren se detenía al lado del andén, las víctimas descendían y sus pertenencias eran apiñadas en un costado para ser luego enviadas a unas barracas, que los prisioneron apodaban «Kanada», donde eran clasificadas para su posterior envío a Alemania. Las personas eran obligadas a formarse en dos hileras, una de varones y otra de mujeres, para que los médicos de la SS pudieran realizar una selección. Ésta se hacía de acuerdo al aspecto exterior del individuo, de forma que su suerte se decidía de forma arbitraria y casual. Antes de su ingreso a las cámaras de gas, los elegidos a ser gaseados debían despojarse de sus ropas. El pretexto era que irían a pasar por un proceso de desinfección. Al cerrarse las puertas, las cápsulas de Zyklon B, que se convertían en gas al contacto con el aire, eran arrojadas a través de un orificio situado en el techo de la cámara. Luego del envenamiento de las víctimas, los miembros del Sonderkommando -el grupo de prisioneros judíos obligados a trabajar en los crematorios- abrían las puertas, arrancaban los dientes de oro y cortaban el cabello de las mujeres. Los cadáveres eran después cremados en los hornos instalados en la parte superior de la instalación, los huesos molidos y las cenizas desparramadas por las zonas aledañas.
Entre los prisioneros que trabajaban en el campo, se realizaban a menudo formaciones de conteo en las que se llevaban a cabo selecciones. Los débiles y enfermos eran enviados a las cámaras de gas. El régimen del campo era de una crueldad e inhumanidad sin límites y basado en un sistema de castigos y torturas del que sólo unos pocos lograron sobrevivir.
En Auschwitz fueron exterminados un millón de judíos aproximadamente, 70.000 polacos, 25.000 gitanos y 15.000 prisioneros de guerra soviéticos y muchos otros miembros de distintas nacionalidades.