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Viernes y vísperas de fiestas: 9:00 - 14:00.
Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Imperio Alemán establecido en 1871 (Segundo Reich) combatió junto al Imperio Austro-Húngaro, Turquía e Italia contra Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y Rusia. Tras la derrota, se estableció la democrática República de Weimar, bajo la cual, los judíos disfrutaron de absoluta igualdad legal. Sin embargo, el país sufría desempleo y crisis económica. Alemania debía pagar a los países triunfantes enormes sumas de dinero para compensarlos por las pérdidas materiales en la guerra, y la situación empeoró más aún en 1929 debido a la Gran Depresión. La desesperación económica provocó graves turbulencias. Se fortalecieron los partidos políticos extremistas, con el Partido Nazi en un extremo del espectro y el Partido Comunista en el otro. Ambos proponían soluciones drásticas para las calamidades económicas y sociales del país y ganaron numerosos adherentes a fines de la década de los 20 y comienzos de la de los 30.
En enero de 1933, Adolf Hitler y su Partido Nazi llegaron al poder en elecciones regulares. Hitler se transformó rápidamente en dictador, y proclamó la creación del Tercer Reich – su nombre para el nuevo «Imperio Alemán». Durante los primeros años, los nazis intentaron rediseñar el perfil del país. Uno de sus principales objetivos fue el de eliminar la línea divisoria existente entre el gobierno y el partido. Por ejemplo, a partir de 1936 tanto la policía (institución estatal) como las SS (entidad partidaria) fueron dirigidas por la misma persona, Heinrich Himmler, y muchos oficiales de la policía obtuvieron rangos dentro de las SS. Los nazis también buscaron restringir y supervisar el arte y la cultura alemanes, como quedó evidenciado en 1933 con la quema pública de libros que el partido no aprobaba.
Durante los primeros años del régimen nazi, los opositores fueron encarcelados en los recién creados campos de concentración, y obligados a permanecer allí hasta que se doblegaba su oposición. Muchos alemanes aceptaron convencidos el nazismo, mientras que otros sólo mostraban su adhesión en público para evitarse problemas. Muy pocos alemanes resistieron activamente a los nazis y, al menos en apariencia, Alemania se transformó en una sociedad nazi.
Los éxitos de Hitler en la política exterior, obtenidos aún antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, le otorgaron un enorme respaldo popular. Diversas regiones fueron reunificadas o anexadas sin enfrentamientos bélicos, tales como el Saar en 1935, Austria y la región checoslovaca de los Sudetes en 1938, y Bohemia y Moravia en 1939. El 1 de septiembre de 1939, las tropas alemanas invadieron Polonia, desatando la guerra mundial. Los combates se extendieron a Europa occidental en la primavera de 1940, a los Balcanes en la primavera de 1941 y a la Unión Soviética a fines de junio de ese año. Los alemanes obtenían victoria tras victoria. Su objetivo era asegurarse el predominio en Europa y por extensión en el mundo, y obtener espacio vital (Lebensraum) para el pueblo alemán. También buscaban reordenar el mundo de acuerdo a su propia concepción racista, lo que incluía resolver el así llamado «problema judío». Pese a esto, su suerte cambió después de la derrota a manos de los soviéticos en Stalingrado, a comienzos de 1943. Las invasiones aliadas de Italia en 1943 y de Francia en 1944 sellaron el destino de la Alemania nazi, que debió capitular ante los Aliados en mayo de 1945.
Cuando Hitler asumió el poder en 1933, vivían en el país aproximadamente 566.000 personas racialmente definidas como judíos, que constituían menos del 1% de la población total. Un tercio de ellos residía en la capital, Berlín, y otro tercio en varias grandes ciudades. Inmediatamente después de tomar el control del gobierno, los nazis comenzaron a excluir a los judíos de la sociedad y a despojarlos de sus derechos legales y civiles. Fueron expulsados de sus empleos y de las universidades, y alejados de la vida cultural alemana. En septiembre de 1935, los nazis promulgaron las Leyes de Núremberg, que establecían una definición genética del «judío». Estas leyes los aislaron más aún del resto de la sociedad, despojándolos de su ciudadanía. Además, continuaron poniéndose en práctica medidas antisemitas, que culminaron en el violento pogrom de noviembre de 1938, la Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht), durante el que centenares de sinagogas fueron incendiadas, se atacaron y saquearon hogares y comercios judíos, y miles de judíos fueron maltratados y enviados a campos de concentración.
En respuesta a las crecientes disposiciones antijudías, las comunidades establecieron una amplia red de asociaciones asistenciales. Su objetivo más importante era el de facilitar la emigración, pero también crearon organizaciones para brindar ayuda social dentro de Alemania: centros de educación de adultos (Mittelstelle für jüdische Erwachsenenbildung), instituciones culturales (Unión Cultural de Judíos Alemanes), organismos de asistencia social y la entidad central denominada Representación Nacional de los Judíos Alemanes.
Entre 1933 y 1941, aproximadamente 346.000 judíos emigraron de Alemania, la mayoría de ellos antes del estallido de la guerra. Entre la Noche de los Cristales Rotos y el comienzo de la guerra, la fuga cobró carácteres de pánico.
A partir de septiembre de 1941, todos los judíos de Alemania mayores de seis años debieron exhibir el distintivo judío. Las deportaciones comenzaron en 1940, con el envío de los judíos de Stettin a Polonia y los judíos de Baden y de la región del Saar a Francia. La mayoría fue posteriormente transportada a su muerte en los campos de exterminio. Las deportaciones del resto de Alemania comenzaron en octubre de 1941. Al comienzo, los judíos eran llevados a los guetos de Europa oriental, pero posteriormente los transportes llegaron directamente a Auschwitz y otros campos de exterminio. En total, alrededor de 200.000 judíos alemanes murieron durante el Holocausto. De aproximadamente 137.000 deportados, 128.000 fueron asesinados. Los restantes eran judíos que habían huido a países posteriormente ocupados por los nazis. En la misma Alemania sobrevivieron alrededor de 20.000, incluyendo a las tres cuartas partes de los Mischlinge (descendientes de relaciones exogámicas).
Zadoff, Efraim (Ed.), SHOA - Enciclopedia del Holocausto, Yad Vashem y E.D.Z. Nativ Ediciones, Jerusalén 2004. Basado en: Rozett, Robert & Shmuel Spector (Ed.), Encyclopedia of the Holocaust, Yad Vashem and Facts On File, Inc., Jerusalem Publishing House Ltd, 2000
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