Cuando el general Ion Antonescu se hizo con el poder en Rumanía, en septiembre de 1940, la Guardia de Hierro, un partido fascista y antisemita, sembró el terror en el seno de la comunidad judía de Bucarest.
Durante la rebelión, orquestada por la Guardia de Hierro, contra el gobierno de Antonescu, en enero de 1941 –que duró tres días– estallaron tumultos antijudíos. Los judíos fueron secuestrados de las sinagogas y de sus casas, algunos de acuerdo a las listas preparadas de antemano. Cerca de 100 fueron cargados en camiones y asesinados en distintos lugares en las cercanías de Bucarest. Los apartamentos y las tiendas de los judíos fueron saqueados y destruidos por turbas enfurecidas. Los desórdenes duraron tres días durante los que fueron asesinados 127 judíos.