El 1 de julio de 1946, Henryk Blaszyk, de ocho años de edad, residente en Kielce, hizo autostop a su pueblo natal para visitar amigos y recolectar cerezas. Sus padres informaron su desaparición a la policía, pero el niño regresó dos días después. Su padre, borracho, llenó otro informe en la comisaría, alegando que su hijo había sido raptado por judíos y logrado escapar del edificio del comité judío. La investigación policial subsecuente provocó un estallido de violencia masiva contra la comunidad judía de Kielce, perpetrado por policías, soldados y una turba enfurecida. Cuarenta y dos judíos fueron asesinados y por lo menos 80 heridos durante el pogromo. El 6 de julio, muchos de los heridos, junto a otros miembros de la comunidad judía, fueron evacuados por tren a Lodz.
En la foto de arriba aparecen judíos esperando ser evacuados de Kielce después del ataque.
El pogromo de Kielce sirvió de catalizador para la huida de Polonia de muchos supervivientes. Conocedores del profundamente arraigado antisemitismo de Polonia, muchos comprendieron que sería imposible para ellos reconstruir sus vidas en ese país, y salieron en búsqueda de otros lugares para asentarse y forjar un futuro.
Archivo fotográfico de Yad Vashem, 4613/1048