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Viernes y vísperas de fiestas: 9:00 - 14:00.
Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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"Es un imperativo […] una obligación respecto a la verdad histórica y al legado que nuestra generación brindará a sus herederos, recordar no sólo la pérdida […] sino también revelar en toda su dimensión la lucha heroica del pueblo, de la comunidad y el individuo durante el exterminio y en los mismos lugares en que éste aconteció."
Así escribía Ytzjak (Antek) Zuckerman, uno de los líderes de la rebelión del gueto de Varsovia, a principios de los años 50 del siglo pasado. Sus palabras son también hoy un principio directriz a seguir cuando conmemoramos el 70 aniversario del levantamiento.
"Levantamiento" y "rebeldía" son conceptos fundamentales en toda discusión sobre el Holocausto, por derecho propio. En los guetos y los campos, en cada lugar en que había una colectividad y vida judías, se dio alguna forma de protesta o resistencia contra el intento de exterminar el pueblo judío. Escape a escondites, ayuda mutua, compartir los escasos recursos con el amigo y el familiar aún cuando había poco para repartir; estudio, creación y cumplimiento de ritos y preceptos en las condiciones más impensables. Todo ello demuestra el intento constante de contrarrestar los decretos y ordenanzas que llovían a diario sobre individuos y comunidades, y contra todas las probabilidades, excepto en contadas ocasiones, sobrevivir y ver el día de la victoria.
El levantamiento más notable de entre los llevados a cabo en los guetos tuvo lugar en Varsovia la primera noche de Pésaj de 5703 (19 de abril de 1943). La revuelta se realizó en respuesta a la entrada de tropas alemanas al gueto y significó una continuación al acto de resistencia ofrecido en el mes de enero de ese año. En abril se hizo evidente que el objetivo de los nazis era la liquidación del gueto y presentar a Adolf Hitler como regalo de cumpleaños el exterminio del más grande de los guetos de la Europa ocupada por ellos. Jóvenes judíos, condenados a morir, con pocos medios a disposición y escaso apoyo exterior, se organizaron en dos grupos de resistencia (la Organización Combatiente Judía y la Unión Militar Judía). Paralelo a los miembros de los movimientos clandestinos los habitantes del gueto restantes plantaron cara al enemigo a pesar de ser conscientes de tener pocas probabilidades de supervivencia. Los cerca de 50.000 judíos que quedaban en el gueto, después de las muertes masivas por inanición y enfermedad y las deportaciones de 265.000 hombres, mujeres y niños a Treblinka, se refugiaron en búnkers y combatieron con coraje y determinación. Durante cerca de un mes ofrecieron una resistencia valerosa con lo poco que contaban, hasta que fueron brutalmente abatidos.
El levantamiento del gueto de Varsovia, la primera rebelión civil urbana a gran escala, que precedió a actividades clandestinas y rebeliones no judías similares en Europa, unió y fortaleció a juventudes judías de otras localidades. Hubo algunos actos de resistencia armada judía antes de Varsovia y algunos preparativos que se concretaron sólo más tarde. Cuando se hizo evidente en la segunda mitad de 1942 que los guetos más pequeños de Nesvizh y Lachva (Bielorrusia) y el de Tuczyn en Volinia iban a ser liquidados, los miembros de la resistencia y el resto de los confinados actuaron como un todo organizado, prendieron fuego a sus casas y atravesaron los cercos en un intento de llegar a los bosques. También en Vilna y Kovno en Lituania, así como en Bialystok, Czestochowa y Bedzin, Polonia, se organizaron movimientos de resistencia que se entrenaron con recursos sumamente exiguos para cuando llegase la hora de combatir. En Cracovia la resistencia envió a combatientes fuera del gueto que ejecutaron un ataque exitoso contra militares alemanes. Asimismo decenas de miles de judíos de todos los confines europeos se encaminaron a los bosques, pantanos y montañas para unirse a los partisanos y lucharon con valor detrás de las líneas enemigas. Muchos recibieron condecoraciones al valor pero muy pocos sobrevivieron hasta el fin de la guerra.
Además de las rebeliones en los guetos se llevaron a cabo actos de resistencia de varios tipos en los campos de concentración y trabajo, e incluso en tres campos de exterminio: Treblinka y Sobibor en el verano de 1943 y Auschwitz-Birkenau en el otoño de 1944. El hecho de que sólo un puñado de prisioneros consiguieran escapar y sobrevivir no resta mérito a sus actos colmados de valor, realizados en los lugares en que la crueldad humana alcanzó sus dimensiones más extremas.
La rebelión del gueto de Varsovia se convirtió en un símbolo universal de lucha heroica de unos pocos, en condiciones imposibles, contra la opresión genocida. Más tarde inspiraría una vasta investigación académica, y numerosas obras de arte y literatura y se convertiría en una fuente de orgullo para los supervivientes y el pueblo judío en su totalidad.
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