El reconocimiento de los Justos de las Naciones fue incluido entre los objetivos de Yad Vashem desde sus comienzos. Mordejai Shenhabi, que diseñó los primeros planes para la conmemoración de los judíos asesinados en Europa, utilizó el término Jasidei umot haolam (Justos de las Naciones) para describir a los salvadores no judíos durante el Holocausto y propuso la creación de “una lista de Justos de las Naciones que se arriesgaron para salvar judíos o pertenencias de las comunidades”, como una de las misiones de Yad Vashem, en el programa detallado que presentó al liderazgo del Yshuv en 1945.
En 1953, cuando Yad Vashem fue creado formalmente por medio de una ley de la Knéset, se incluyó entre las tareas a cumplir por la Autoridad para el Recuerdo la honra de “los Justos de las Naciones que arriesgaron sus vidas para salvar judíos”.
En 1955 Rajel Auerbach, una sobreviviente de Varsovia que estaba a cargo en Yad Vashem de la recolección de testimonios de supervivientes, sugirió que la institución debería plantar árboles en honor de los “Justos”.
Después de la captura de Adolf Eichmann, Arié Kubovi, el presidente de Yad Vashem, informó que estaba recibiendo numerosas solicitudes que pedían que Yad Vashem mostrara al mundo “que el pueblo judío no estaba interesado solamente en llevar a los perpetradores a la justicia sino que también deseaba rendir tributo a los bienhechores”. En consecuencia el 1 de mayo de 1962, Día del Recuerdo del Holocausto, fue inaugurada la Avenida de los Justos de las Naciones y se plantaron los primeros árboles en su trayecto.
Fragmentos de solicitudes para honrar a salvadores
Carta de Julian Aleksandrowicz (salvado por Aleksander Roslan) al primer ministro David Ben Gurión, 10 de noviembre de 1960:
Propongo que especialmente ahora, en vísperas de la apertura del juicio a Eichmann, el gobierno de Israel –la institución más apropiada- debería lanzar una campaña para honrar a aquellos que arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante la ocupación alemana... El propósito sería mostrar a la juventud de todo el mundo... que la meta principal de la humanidad es la ayuda brindada por personas fuertes a los más débiles... Sabemos que el futuro del mundo depende de la sabiduría de coexistencia y de los valores que inculcaremos a las generaciones jóvenes...”
La inauguración de la Avenida de los Justos de las Naciones señaló el establecimiento de un programa único: el intento sin precedentes de parte de las víctimas de distinguir en el seno de las naciones de perpetradores, colaboradores y testigos pasivos, personas que desafiaron la tendencia generalizada y protegieron judíos de la deportación y la muerte.
El programa por lo tanto conmemora no sólo el coraje y la humanidad de los salvadores, sino que constituye también un testamento a la resiliencia de los sobrevivientes, quienes a pesar de haber tenido que enfrentarse cara a cara con las más extremas manifestaciones del mal, no cayeron en el resentimiento y los deseos de venganza. En un mundo en el que la violencia muy a menudo sólo genera más violencia, esta afirmación de lo mejor de la humanidad es un fenómeno único y digno de mención. Y los sobreviviventes fueron la fuerza motriz detrás del programa.