Domingo a jueves: 9:00 - 17:00.
Viernes y vísperas de fiestas: 9:00 - 14:00.
Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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En las áreas rurales de Europa Oriental eran cavados guaridas o “búnkeres“, como se los llamaba, debajo de casas, vaquerías o establos, en los cuales los judíos podían ocultarse. Además de la amenaza de muerte que pendía sobre las cabezas de los judíos, las condiciones físicas en lugares tan oscuros, fríos, faltos de aire y hacinados durante largos períodos de tiempo eran difíciles de soportar. Los salvadores, también ellos aterrorizados, tomaban a su cargo las tareas de proveerles alimentos –una hazaña nada fácil para familias pobres en tiempos de guerra- retirar los excrementos y atender todas sus necesidades. Los judíos eran escondidos también en áticos, en los bosques y en cualquier lugar que les pudiera ofrecer refugio, tales como cementerios, cloacas, jaulas de animales en zoológicos, etc. A veces, los judíos ocultos eran presentados como no judíos, como parientes o niños adoptados. También se ocultaban en apartamentos en las ciudades; niños eran ubicados en conventos, donde las monjas ocultaban su verdadera identidad. En Europa Occidental, los judíos eran ocultados mayormente en hogares, granjas o conventos.
Con el fin de asumir la identidad de no judíos, los prófugos necesitaban documentos falsos y asistencia para establecer una existencia bajo una nueva identidad. Los salvadores en este caso eran falsificadores, o funcionarios que emitían documentos falsificados, clérigos que fraguaban certificados de bautismo y algunos diplomáticos extranjeros que emitían visados o pasaportes, contrariando las instrucciones y la política de sus países. A fines de 1944 diplomáticos en Budapest emitieron salvoconductos e izaron sus banderas sobre edificios enteros, para poner a los judíos bajo la protección de la inmunidad diplomática de sus países. Algunos salvadores alemanes, como Oskar Schindler, utilizaron falsos pretextos para protejer a sus trabajadores de la deportación, argumentando que los judíos en cuestión eran requeridos por el ejército para el esfuerzo de guerra.
Algunos salvadores ayudaron a los judíos a salir de una zona de especial peligro hacia un lugar menos riesgoso. Sacaban a los judíos de guetos y prisiones, los ayudaban a cruzar fronteras hacia países no ocupados o a lugares donde la persecución era menos intensa, por ejemplo a la Suiza neutral, a zonas controladas por los italianos desde las cuales no se producían deportaciones, o a Hungría antes de la ocupación alemana en marzo de 1944.
Los padres enfrentaban desgarradores dilemas a la hora de separarse de sus hijos y entregarlos a manos ajenas, con la esperanza de aumentar sus posibilidades de supervivencia. A veces, los niños abandonados luego de que sus padres fueran asesinados, eran amparados por familias o conventos. En muchos casos eran individuos particulares los que decidían amparar a un niño; en otros, y en algunos países, en especial en Polonia, Bélgica, Holanda y Francia, existían organizaciones clandestinas dedicadas a hallar hogares para los niños, proveían fondos, alimentos y atención médica, y se aseguraban de que fueran bien atendidos.
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