Así recuerda Katherine Szenes (Senesh), la madre de Hanna, en el testimonio que dio a Yad Vashem en 1960. Hasta el encuentro con su hija en la prisión de Budapest, Katherine estaba segura de que sus hijos habían llegado a un refugio en la tierra de Israel (Mandato Británico de Palestina).
Hanna-Anna (Aniko) Szenes nació en 1921 en Budapest, en el seno de una familia asimilada y arraigada en la cultura húngara. Su padre Bela era periodista, autor y dramaturgo, y falleció cuando Hanna tenía seis años. Sus obras continuaron representándose tras su muerte, y una de ellas se convirtió en una película, cuyas ganancias permitieron a su viuda Katherine mantener cómodamente a sus hijos.
El talento de Hanna era obvio desde una edad temprana. Escribió un diario y también poesía, en húngaro y luego, al convertirse en una apasionada sionista, también en hebreo. Su hermano Giora era un año mayor que ella.
En 1939, Hana emigró a la tierra de Israel. Asistió a la escuela agrícola en Najalal durante dos años y se unió al kibutz Sedot Yam en 1941. En 1943, se alistó voluntariamente en el Ejército británico. Se sometió al entrenamiento en paracaídas, convirtiéndose en una de los 37 paracaidistas voluntarios del Yishuv en el Ejército británico, y una de las tres mujeres que solicitaron lanzarse en paracaídas a la Europa ocupada para ayudar a sus hermanos judíos.
En marzo de 1944, aproximadamente una semana antes de la ocupación alemana de Hungría, Hanna fue lanzada en paracaídas hacia Yugoslavia, junto con otros tres paracaidistas del Yishuv: Abba Berdichev, Reuven Dafni y Yona Rosen. Reuven Dafni recordó su primer encuentro con los partidarios de Tito tras el salto:
«Tener una mujer entre nosotros, una paracaidista, causó una gran impresión en los partisanos […] Era bastante extraño, y el paracaídas tampoco era lo que es hoy, así que una paracaidista, […] la noticia se extendió como la pólvora [...] había mujeres partidistas combatientes, pero no paracaidistas. […] Sabían que éramos de la tierra de Israel, y que éramos judíos, y lo que el pueblo judío había sufrido, nos trataron muy bien y con respeto.»
Archivos de Yad Vashem O.3/6988
Hanna vivió con los partidarios de Tito durante unos tres meses, tratando incansablemente de llegar a Hungría con su ayuda. Tenía la firme convicción de que los paracaidistas debían actuar sin tener en cuenta su propia seguridad, ya que incluso si no lograban salvar a los judíos, su sacrificio personal sería un símbolo que daría fuerza y fe a los judíos de Europa. Reuven Dafni recordaba:
«No estaba contento con los papeles (documentos falsos) de Hanna. Para nada. Vi que el trabajo que hicieron los partisanos reemplazando las fotografías, […] no estaba mal considerando las condiciones del bosque, pero estaba claro para mí que cualquiera, incluso un poco experimentado en estos asuntos, podría ver inmediatamente que la foto había sido manipulada. Quería convencer a Hanna de que no aceptara esos papeles, tenía miedo [...] Tuvimos una discusión muy acalorada. Ella era tremendamente obstinada. […] Hasta que de repente dijo: «Incluso si me atrapan, los judíos tendrán noticias. Sabrán que al menos alguien trató de llegar hasta ellos».
Archivos de Yad Vashem O.3/6988
A principios de junio de 1944, Hanna cruzó la frontera de Hungría y fue capturada varias horas después, en posesión de un transmisor. Sandor Fleischman, uno de los hombres que cruzó la frontera con ella y también fue capturado, recordaba:
«Tuvimos que cruzar a nado. Anna llevaba la radio y la ayudamos. […] Era una noche oscura. […] y Aniko hizo un tremendo esfuerzo, porque la vez anterior había dicho que ya no podría cruzar nadando, porque se ahogaría. Cruzó cinco o seis veces. Tuvimos que volver a meternos en el agua y traer objetos, transportar rifles y otras cosas que no queríamos que se mojaran. […] Escondimos el uniforme del Ejército británico de Anna bajo tierra y vistió ropa de civil.»
Archivos de Yad Vashem O.3/7393
Después de ser capturada, Hanna fue trasladada a una prisión en Szombathely y luego a la cárcel de Budapest. Fue sometida a horribles torturas y amenazas contra la vida de su madre, sin embargo, no reveló los códigos de radio.
Yehudá Shaul Frankel, de 14 años, fue capturado con sus padres por la Gestapo en Budapest, sospechoso de ayudar a pasar clandestinamente judíos de Hungría a Rumanía. Fueron encarcelados en la misma cárcel que Hanna Szenes. Yehudá relató:
«Después de que arrestaran a Hanna Szenes, de alguna manera nos informaron. La veía muchas veces en la planta de arriba. Su celda estaba frente a la nuestra. […] Ella pegaba cosas en la ventana. [...] Tenía una tremenda «jutzpá» judía. Pegaba todo tipo de mensajes para los demás en la prisión, sobre todo tipo de cosas [...] Que había llegado y lo que estaba pasando. Cortaba papel y lo pegaba. […] Perez Goldstein (uno de los paracaidistas de Yishuv) estuvo en la misma prisión por un breve periodo de tiempo, y ella le enviaba mensajes pegándolos en la ventana.»
Archivos de Yad Vashem O.3/7833
Cuando capturaron a Hanna, su madre, Katherine, estaba en Budapest. Así relató:
«Me alegré mucho de que mis hijos estuvieran a salvo, pero el destino convocó el sufrimiento de la guerra y mi preocupación maternal. […] En la mañana del 17 de junio de 1944, un hombre vestido de civil llamó a la puerta. Era un detective de la policía con una orden de detención. No me dijo de qué se me acusaba, pero no me preocupé demasiado. Sabía que arrestaban a judíos todo el tiempo y no esperaba nada adverso. Me interrogaron, al principio me pidieron todos mis datos personales. Después, preguntaron por los niños, especialmente por Hanna. El detective me preguntó dónde estaba Hanna y, sonriendo, le respondí que estaba en un asentamiento agrícola cerca de Haifa. Sacudió la cabeza y dijo: «Está aquí, en la habitación de al lado». La puerta se abrió. Me quedé estupefacta. Aniko (Hanna) estaba en pie en la puerta, agarrada por cuatro hombres. Su cabello despeinado no ocultaba las contusiones azules sobre sus ojos. Ella escapó de sus manos y saltó sobre mí, sollozando: «Mamá, perdóname».»
Archivos de Yad Vashem O.3/1945
Tras el interrogatorio, Katherine fue enviada a casa y se le advirtió que no revelara el arresto a nadie. Al poco tiempo, fue encarcelada durante casi tres meses, y tras ello, fue enviada al campo de concentración de Kistarcsa, el 11 de septiembre. Dos semanas después, Katherine fue liberada del campo de concentración y regresó a Budapest. Hanna estuvo en prisión durante dicho período.
El encarcelamiento de Hanna Szenes duró cinco meses. Séfora Hevroni-Razi, de 11 años, conoció a Hanna en la cárcel. Los miembros de la clandestinidad «Nasza Grupa» de Hanoar Hatzioni la habían sacado ilegalmente desde Polonia a Hungría, fue capturada y encarcelada en la prisión de Budapest. Así recuerda:
«En prisión, mi hermana silbó una canción hebrea que había aprendido en el movimiento juvenil. Salíamos al patio cada día, durante media hora, tiempo durante el cual teníamos que caminar en parejas. Solo una chica, Hanna Szenes, estaba en medio del patio. Me permitieron no caminar con todas las demás, porque era una niña, y los guardias de la prisión lo tuvieron en cuenta. Se me acercó y me preguntó quién era, porque había escuchado una canción hebrea. Mi hermana dijo: No reveles quién eres, aunque seamos prisioneras, no debemos decirlo porque todavía nos hacemos pasar por polacas…le dije. Sabía un poco de húngaro. […] La vi unas cuantas veces en el patio cuando ya no tenía ni un solo diente. Sabíamos que era una prisionera. No sabíamos que estaba relacionada con la tierra de Israel. Sabíamos que tenía conexiones con los británicos. […] En una ocasión, amigos de fuera lograron enviarnos un paquete. El paquete contenía mermelada, pimientos rellenos, mantequilla. […] Le pedimos al alcaide que le diera parte del contenido a Hanna Szenes. […] Hacía muñecas de papel y de todo tipo de trapos. Hizo muñecas de novias y las envió a mi celda. […] Solo descubrimos quién era realmente Hanna Szenes cuando llegamos a Israel. Mi hermana vio un libro con una foto de ella uniformada.»
Archivos de Yad Vashem O.3/7068
Hanna fue juzgada por traición en un tribunal militar. En el juicio, expresó su fe judía con valentía. Katherine relata:
«El juicio de Aniko fue el 28 de octubre. El juicio tuvo lugar en secreto y no pude estar allí. Nos notificaron que la sentencia sería dictada una semana más tarde. […] Todos los días trataba de hablar con el juez militar, para que me dejara hablar con mi hija. [...] Fui a verlo. Sus oficinas, siempre llenas de gente, estaban vacías. […] Me dijo que la sentencia se había dictado el día anterior.»
Archivos de Yad Vashem O.3/1945
El 7 de noviembre de 1944, Hanna Szenes fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento, tras ser declarada culpable de traición contra Hungría. Tenía 23 años. Yoel Palgi, uno de los paracaidistas del Yishuv que se había lanzado en paracaídas a Yugoslavia, cruzó la frontera hacia Hungría, fue capturado y encarcelado, relata:
«De repente sonó un disparo, uno o dos disparos. Estaban disparando en el patio. ¿Qué había pasado? ¿Quizás alguien fue ejecutado? Pero no, no podía ser... Seguramente era solo una bala perdida del rifle del guardia. […] Cerca del mediodía. [...] «¿Qué pasó?», Preguntó Fleischman, y fue respondido: «El tiroteo que escuchamos fue un fusilamiento [...] Ejecutaron a Hanna hace una hora». Permanecimos de pie petrificados. ¿Hanna? ¡Imposible! ¡Es un error, un error! Cada gota de sangre dentro de mí rugía, cada terminación nerviosa. ¡No puede ser! ¡¿Por qué ella, de todas las personas y no nosotros?! […] Sentí que tenía que decir algo, pero las palabras se me quedaron en la garganta. Vi que todos los ojos estaban puestos en mí. Balbuceé: «¡Era la persona más maravillosa que conocí en mi vida!» […] Nos levantamos y nos quedamos en silencio durante un largo rato. Después, nos sentamos sin decir una palabra. […] ¡Mataron a Hanna! ¡Mataron a Hanna!»
Yoel Palgi, And Behold, A Great Wind Came (Y he aquí, vino un gran viento), inédito en español, 1978, págs. 194-196.
Después de la ejecución de su hija, Katherine fue obligada por la Cruz Flechada húngara a participar en una «marcha de la muerte». Sobrevivió y regresó a Budapest. En octubre de 1945, emigró a la tierra de Israel y se reunió con su hijo Giora, que había emigrado en enero de 1944.
Hanna Szenes ha sido conmemorada por autores y dramaturgos, y se convirtió en un símbolo de valentía, determinación e integridad. Su propio legado literario también se publicó y reimprimió muchas veces y en diversas formas.
Entre sus poemas más famosos, sin duda el de Un paseo en Cesarea, más conocido como Eli, Eli, she lo igamer leolam (Dios mío, Dios mío, que nunca se termine) musicalizado en 1945 por David Zehavi:
Dios mío, Dios mío
Que nunca se terminen
La arena y el mar
Las aguas que brotan,
El enrojecimiento del cielo,
La plegaria del hombre.
En 1950, sus restos fueron llevados a Israel y enterrados en el monte Herzl, y se estableció el yishuv (asentamiento) Yad Hanna en su nombre. En 1986, Katherine Szenes envió una Hoja de Testimonio a Yad Vashem en memoria de su hija Hanna.
En 1993, la corte suprema militar húngara dictó un fallo con el que limpiaba el nombre de Hanna Szenes y derogaba su condena por traición y sentencia de muerte.
El último poema hebreo de Hanna,Bendito sea el fósforo, expresa su espíritu de autosacrificio por el bien del pueblo judío y su voluntad de luchar hasta el último aliento. Le entregó a Reuven Dafni el poema cuando se separaron, la víspera de su cruce fronterizo con Hungría y le hizo esta petición: «Si no vuelvo, dáselo a mis amigos de Sedot Yam».
Bendito sea el fósforo consumido en llamas.
Bendita sea la llama que arde en el secreto del corazón.
Bienaventurado el corazón con fuerza para detener su latido por causa del honor.
Bendito sea el fósforo consumido en llamas.
2 de mayo de 1944
Hanna Szenes, Su vida, misión y muerte, Moshé Breslavski (Ed.), 1966, pág. 9