En una foto de 1939, una caja de madera en la que Mira, una niña polaca de cuarto de primaria, guardaba sus lápices y otras herramientas de escritura. Con el estallido de la guerra, la niña fue deportada a Siberia con su madre. Nunca regresó.
La nueva exposición de Yad Vashem, «Entre los pupitres de la escuela» repasa el universo infantil del aula y de la escuela. A través de imágenes de antes, durante o después del Holocausto: fotos de alumnos y maestros, u objetos escolares. Aquí, un lápiz mordisqueado. Allí, una ordenada caja de brújulas.
En la década de 1930, el alumno era estudioso, diligente, y a veces en la pizarra, era preguntado por su maestro. La escuela sigue siendo ese refugio tranquilizador donde los niños y las niñas se ríen en el patio de recreo.
Entre 1942 y 1944, las imágenes se volvieron más extrañas y los suéteres comenzaron a adornarse con la «estrella amarilla». A medida que las redadas y deportaciones diezmaban las clases, la infancia se vio perturbada. La educación se tornó clandestina, hasta esconderse en los guetos.
Tras el Holocausto, los alumnos se reunieron nuevamente alrededor de los pupitres de la escuela. Algunos salieron de sus escondites, otros volvieron del horror. ¿Cómo enseñar a los que han pasado por lo peor? En los campos de desplazados, las clases se improvisaban, mezclando edades, niveles, orígenes ... ¿Cómo enseñar a niños tan diferentes?
«Entre los pupitres de la escuela», proyecta una mirada de ternura y emoción a estas fotos de clase, maestros devotos, páginas de cuadernos bien dibujadas y aquellos numerosos rostros de escolares. Pero también se podrá comprender que el Holocausto ha dañado aquella cotidianeidad. Y lo difícil que era a veces ser niño.