Bajo las alas de la Iglesia
La red florentina
En septiembre de 1943 el padre Ciprian Ricotti fue llamado a comparecer en la oficina del arzobispo de Florencia, Elia Dalla Costa. Italia había sido recientemente ocupada por Alemania y la deportación de los judíos estaba por comenzar. En opresencia de su secretario, Giacomo Meneghello, el arzobispo le preguntó a Ricotti: "¿Cree que podría dedicarse a la salvación de judíos?" Cuando este le confirmó que iba a hacerlo el arzobispo le entregó una carta para entregar a los jefes de conventos y monasterios en Florencia y sus alrededores, en la que les solicitaba que abrieran las puertas de sus instituciones a los judíos. En sus memorias Ricotti señala que "esta carta fue crucial para poder refugiar a judíos en los conventos y monasterios, que de otro modo no lo hubiesen hecho."
Este fue el comienzo de una iniciativa única – una cooperación judeo-cristiana entre el arzobispo Dalla Costa y su clero, y líderes judíos como Raffaele Cantoni y el rabino Nathan Cassuto. Gracias a las cartas del prelado y la buena voluntad de su pueblo muchos judíos encontraron un amparo seguro en instituciones católicas de la ciudad. En el seminario de Minore di Montughi fue creado un refugio desde el cual los fugitivos judíos eran llevados a diferentes conventos y monasterios; algunos eran incluso alojados por algún tiempo en la residencia del arzobispo.
La carta del arzobispo llegó también al convento de Suore Francescane Missionarie Di Maria en la Piazza del Carmine. La Madre Sandra Busnelli describió así su decisión de convertir su convento en un refugio seguro para los judíos: los judíos:
“En septiembre Su Eminencia el cardenal Elia Dalla Costa solicitó a nuestra casa alojar en forma clandestina a víctimas judías de la persecución alemana. Teníamos la esperanza de que estarían más a salvo en los hogares religiosos. La Superiora General de nuestra orden dió su permiso gustosamente y de inmediato 50 mujeres fueron traídas a la sala principal.”
En noviembre de 1943 llegaron al convento Wanda Pacifici, la esposa del rabino de Génova, y sus dos hijos. Dado que la institución estaba vedada a varones los dos muchachos fueron trasladados al día siguiente al Instituto di Santa Marta. Poco después los alemanes irrumpieron en el convento y arrestaron a las mujeres judías. Solamente una, Lea Reuveni, sobrevivió la batida. En su testimonio describió las horas de horror vividas:
“Recuerdo a la hermana Emma Lucia entrando a la carrera medio vestida. Estaba vestida, pero sin el velo – tenían ese velo tan hermoso. Entró corriendo. Nunca olvidaré como quería entrar a la sala para estar con nosotros, pero había allí dos fascistas que no la dejaron entrar. Discutió con ellos, les decía: "quiero estar con ellos"... Parecía tan bella en esos momentos, siendo tan valerosa”.
La Madre Busnelli fue arrestada pero luego fue liberada gracias a la intervención del arzobispo Dalla Costa. La mujeres judías fueron deportadas el 6 de diciembre de 1943 a Auschwitz, donde perecieron. Los hijos de Wanda Pacifici, Emanuele y Raffaele, permanecieron en el Instituto de Santa Maria en Settignano, cerca de Florencia; allí fueron recibidos por la Madre Marta Folcia. En su testimonio Emanuele Pacifici destacó la consideración especial que las monjas otorgaron a sus necesidades religiosas, sabiendo que eran los hijos de un rabino. Solía pronunciar una bendición especial que había aprendido en hebreo, y cuando todos los niños debían besar la cruz, ella la cubría con sus dedos, para que los chicos besasen su mano en vez de aquella.
En abril de 1944 soldados alemanes entraron a la escuela en Settignano y ocuparon una de sus alas por un mes. Las monjas guardaron el secreto de la verdadera identidad de los muchachos Pacifici, y los militares no tomaron conocimiento que dos de los alumnos de la escuela eran judíos. En junio de 1944, con la llegada de tropas aliadas, Settignano se convirtió en el foco de algunas batallas. Apenas la ciudad fue liberada Emanuele vio un soldado de la Brigada Judía, a quién reconoció por el emblema con la estrella de David. Seguidamente los dos muchachos abandonaron la escuela donde sus vidas habían sido salvadas.
Estos son algunos de los sacerdotes y monjas de Florencia que fueron reconocidos como Justos de las Naciones:
El 10 de diciembre de 1972 Yad Vashem reconoció al padre Cipriano Ricotti como Justo de las Naciones.
El 13 de diciembre de 1994 Yad Vashem reconoció a la Madre Marta Folcia y a la Madre Benedetta Vespignani como Justas de las Naciones.
El 31 de julio de 1995 Yad Vashem reconoció al arzobispo de Florencia, Elia Dalla Costa, como Justo de las Naciones.