Al inicio de su periplo por Yad Vashem, expresó su inquietud, pero aun así decidió seguir adelante. ¿Por qué?
Porque soy una persona a la que le gustan los retos, me interesan. Me despierta curiosidad ponerme en situaciones nuevas, me rejuvenece. En mi proceso creativo, soy el tipo de persona que se pasa todo el día solo en el estudio. Es una situación que hay que revitalizar constantemente, de lo contrario no haces más que repetirte a ti mismo. Así que, cuando llega una oferta como esta, voy por ella. Supongo que así es mi personalidad. Imagino que hay artistas que dirían que no pueden hacerlo, que les asusta: ¿quién puede competir con el arte de Yad Vashem? En retrospectiva, después de completar el proceso, lo veo como algo que se filtra, como un conducto. Este es el tipo de persona que soy.
Hablemos un poco del proceso. ¿Cuál fue su primera reacción al enterarse del Programa de Residencia?
Inbal Kvity-Ben Dov, Directora de la División de Cultura y Compromiso Público, vino al estudio y me habló del programa. Me consultó y los dos estábamos muy entusiasmados. Cuando se fue, hice todo tipo de bocetos. Habíamos hablado de muchas cosas, incluida mi cultura mizrají y la conexión indirecta con el Holocausto a través de la identidad israelí. Cuando se marchó, me pregunté cómo encajaría yo en este tema, cómo podría "meterme en su pellejo". Lo consulté con la gente: ¿Debería centrarme en el aspecto israelí o en el judío, en la conexión entre ambos, o en mi crítica al concepto de memoria? Y luego seguí adelante, y todo como electrificado, conectado, los hilos se entrelazaron, y no tuve más preguntas. Firmé el contrato el 10 de octubre, después de los devastadores acontecimientos del 7 de octubre. De repente me sentí como si aquellos sucesos me hubieran transportado al Holocausto; sentí como si una varita mágica nos hubiera tomado y nos hubiera puesto en aquel periodo de tiempo, con los mismos sentimientos. Es diferente, por supuesto; hoy en día no creo que los dos acontecimientos sean tan parecidos, pero es lo que sentí en aquel momento.
Cuando nos conocimos dentro de los depósitos de arte, en un momento dado dijo: «Ya está, he llegado al punto de saturación». ¿Le ocurrió lo mismo con las demás colecciones? ¿O fue específicamente el encuentro con la Colección de Arte lo que le resultó abrumador?
Cuando vi la Colección de Arte, sentí que entendía el lenguaje: me sentí familiarizado con las obras de arte. De repente vi los colores. Los óleos tienen un poder especial. Veía óleos en los depósitos de arte y, en un momento dado, dije: 'Ya no puedo más'. No podía mirar más obras.
Dijo «basta» y pensó que había visto demasiado para un día. Pero en cuanto al proceso, ahora entiendo que había llegado al final de la etapa de ver las colecciones. Así que, después de eso, ¿fue al estudio y empezó a pintar?
Me fui al estudio y empecé a crear arte. Mi estudio es como un gran barco, que puede navegar en muchas direcciones diferentes. Sentí que tenía que parar el barco, cambiar de rumbo y ajustar las velas en la dirección de este proyecto. La situación me paralizó, como a todos los presentes. Llorábamos, estábamos dolidos, abrumados, al borde del abismo. Incluso ahora. Pero me empujó a levantarme y empezar a trabajar. En ese momento, ya tenía un cuadro en mente. En una de mis giras, vi el zapato de la pequeña Hinda, y de repente vi un gato dentro del zapato, y luego me vi a mí misma dentro del zapato, en medio de todo este rojo tormentoso. Esta pieza se convirtió en una mezcla contemporánea que también se mueve hacia atrás: conectando con lo que nos había pasado aquí ahora, pero virando inesperadamente entre dos mundos, dos periodos de tiempo.
Qué interesante. Acaba de utilizar la metáfora del barco para su estudio y ha hablado de navegar. También ha pintado un río de sangre, en realidad sigue con la imagen de emprender un viaje...
Sí, y en muchas de mis imágenes anteriores aparece la figura de un hombre en un barco. El barco y el agua son motivos recurrentes en mi obra.
Veamos el boceto de su primera obra. El dibujo es en realidad en blanco y negro, sin el río rojo. ¿Es así como empezó?
Normalmente, cuando tengo una idea, hago un boceto a lápiz o tinta, que luego convierto en un pequeño óleo, y entonces me siento lo suficientemente seguro para empezar con el cuadro más grande. Cuando dibujé el boceto, sabía que era insuficiente, sabía que necesitaba añadir algo de dramatismo. Me entraron ganas de usar el color y frotarlo en el lienzo con las manos. Hay muchas manos trabajando aquí. Hay un hilo conductor en todas estas obras, ahora que lo pienso en retrospectiva. La última vez que visité Yad Vashem, vi a muchos niños, y pensé: ¿qué experimentarán cuando vean esto? ¿Qué relación establecerán con esta obra? Todas las obras tienen ese vínculo entre pasado y presente: los ojos judíos, el zapato, el rollo de la Torá, la tercera generación y las figuras flotantes - es como si todos estuvieran contemplando esta experiencia, porque los objetos se han antropomorfizado. Para nosotros, para una generación más joven, para un niño de 12 o 13 años, los objetos son como personas a las que están conociendo. Ven una kipá, un zapato, para ellos son cosas que van a experimentar. No podrán conocer a esas personas, salvo quizás en vídeo.
Sí, eso crea una conexión tangible para la gente. ¿En qué orden creó sus obras?
Más grande que yo fue la primera, luego Ojos judíos y, en tercer lugar, las figuras flotantes. Las creé después de que me invitaran a ver la Sala de los Nombres, que visité con mi mujer.
La imagen junto a su esposa flotando es, por supuesto, una referencia a Chagall. A diferencia de Chagall, que retrata una experiencia romántica, vd. se representa a sí mismo de espaldas flotando con ella en la Sala de los Nombres de Yad Vashem. Hay aquí una conexión emocional muy fuerte: os embarcáis juntos en este viaje, y nosotros os seguimos. Es como si nos invitaras a este viaje.
Exactamente. Hubo un momento en que estábamos allí, los dos solos, y mirábamos las fotos. Y nos vi, era como si ya lo hubiera visto en alguna parte. Nos vi a los dos flotando hacia arriba, intentando alcanzar, ver e identificar los rostros, las personas, buscando a alguien familiar. Esta búsqueda, por supuesto, me recordó a Chagall. Ahí está su cuadro Sobre el Shtetl, otro clásico.
Sí, Sobre el Shtetl y otras obras de Chagall. Es interesante que utilice conscientemente esta imagen. Con Chagall, se relaciona con un estallido de emoción, lleno de vida y alegría. Y vd. lleva esa representación a un lugar duro, pesado y desafiante. Hay una interacción entre el inmenso peso de la memoria y la identidad de cada persona en relación con ella, frente a vosotros dos flotando, desafiando las leyes de la gravitación.
Y el colorido, porque ella lleva una prenda roja y él va de blanco, de repente hay vida en un lugar que se ha congelado. Siempre decimos de los óleos que están "aquí y ahora", que están vivos. Cuando llegas al final, al clímax del museo, es dramático, hay una especie de silencio que te envuelve. Normalmente, cuando hablo de obras de arte, necesito distanciarme un poco de ellas, pero estoy hablando de lo que siento en este momento.
Hábleme de la pieza Basad.
Fue la cuarta obra de arte. Pensé en la idea de una figura frente a un espejo, y en el concepto de Basad (acrónimo en hebreo), con la ayuda de Dios. Me pregunté cuál era mi postura al respecto y hablé con mi hijo Simcha David, que estudia en una yeshivá (escuela talmúdica). Me increpó un poco, diciendo: '¿De repente buscas a Dios?' Tuvimos una conversación, vino al estudio. Me preguntó: "¿Qué estás pidiendo en realidad? Yo no tenía respuesta. Me dirigía a un espejo vacío. Cuando miras un espejo en blanco, ves un reflejo del cielo. ¿De dónde viene la luz? ¿De dónde viene el cielo? ¿De dónde viene todo? Siempre hablamos de Dios en el Cielo, miramos al cielo y luego escribimos "Basad" en cada letra, en cada nota. "Basad" es siempre lo primero que escribimos. Y hago una pregunta abierta; no tiene respuesta. Puedes preguntar dónde estaba Dios en esta historia, y dónde estaba entonces. Un judío observante tiene explicaciones para esto, pero nunca me han satisfecho del todo. ¿Cómo podemos, como seres humanos, vivir con ello? No lo sé.
¿Como surgió el título de su cuadro, Más grande que yo? Definitívamente esta cuestión también es más grande que todos nosotros.
Más grande que yo significa que está más allá de mí mismo, porque ese es mi sentimiento. Conecta con cada momento y cada marco temporal. También con el presente. Y entonces pensé en la figura con los zapatos enormes, que intenta caminar. La figura sostiene una estrella de David en el cuadro pequeño, pero en la obra grande no me parecía bien, y quise que la figura sostuviera un rollo de la Torá, que de nuevo forja una conexión entre el presente y el pasado. Porque un rollo de la Torá evoca la festividad de Simjat Torá. Así que esta obra se llama Simjat Torá.
Chagall y otros artistas judíos han representado esta imagen de un judío sosteniendo un rollo de la Torá, la figura del refugiado antes del Holocausto, o del sobreviviente después. Tituló esta obra Simjat Torá, pero ¿puede interpretarse también sin ninguna relación con la actualidad? Cuando observo su obra, tengo la sensación de que la figura que ha pintado es una especie de alter-ego suyo. Los grandes zapatos en los que se mete, como hicieron sus antepasados, ¿podríamos entenderlos también independientemente de todo lo demás? Aquí hay varias capas de interpretación. También podemos establecer paralelismos con las marchas de la muerte y lo duro que era caminar entonces.
La dificultad para caminar. Realmente es como caminar con pesas en los pies.
El cuadro Tres generaciones resuena con su obra La historia sobre mí de 2009, en la que vemos la figura de un artista sentado sobre los hombros de otro artista, que, a su vez, se sienta sobre los hombros de otro artista. El título en inglés de la obra es especialmente relevante para nuestros propósitos. Parece como si hubiera cambiado el peso de la historia del arte por el peso de la historia judía o del destino judío.
El artista siempre está influido por otro artista, que a su vez está influido por otro artista en una secuencia de esta naturaleza. Estas son las tres generaciones. Como miembro de la tercera generación, uno se pregunta: ¿qué es esta cadena de Estrellas Amarillas? Para mí, simboliza el aspecto "pop" del Holocausto que se ha desarrollado. Estas estrellas colgantes ya son una instalación. Como las banderas del Día de la Independencia, están ahí para provocar una respuesta emocional. Aquí hay muchas estrellas colgantes. Es como una fiesta, una fiesta de duelo.
Al igual que los ritos de las fiestas judías, aquí tenemos los ritos del recuerdo del Holocausto. La cuestión de cómo debemos guardar luto. Y el hecho de que el Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo sea una semana antes del Día de la Independencia de Israel lo refleja totalmente. La figura cuelga o ajusta la Estrella Amarilla, es un acontecimiento en ciernes. En otras palabras, la historia no termina con la tercera generación: es un trauma continuo, y es pesado. Aunque las figuras sean ligeras, el tema pesa.
Sí, es "pesado disfrazado de ligero", porque las figuras son esquemáticas. Mi pintura no es pesada, es ligera, pero el mensaje es un poco más pesado.
Todos los cuadros invitan al debate, al diálogo y a la contemplación. Quizá la más enigmática de sus obras sea Ojos judíos.
Creo que este cuadro es el que mejor me representa. Cuando vi la habitación diseñada por Chanan de Lange, el Libro de los Nombres, una habitación con las páginas con todos los nombres, no tenía a nadie a quien buscar en el Libro de los Nombres. ¿A quién debo buscar? No tengo a nadie. ¿Qué hago? Sentí que buscaba ojos. ¿Quién tiene ojos como los míos? ¿Dónde están mis ojos? Me encuentro con alguien y digo: estos son ojos que conozco. Se llama Ojos judíos, porque está utilizando los ojos para buscar a alguien. La figura es compleja porque detrás de él hay un montón de zapatos, está descalzo, sus pantalones son transparentes y tiene la mano congelada. Tengo miedo de lo que pueda tener, pero no quiero que se quede con las manos vacías. Así soy yo exactamente. Por primera vez, pinto mi yo actual, no el alter-ego familiar, sino la figura actual con la kipá y la barba.
¿Nunca te has pintado a ti mismo como un judío religioso? Porque en su obra aparecen hombres con barba, pero dice que no es vd. ¿Podría ser vd.?
Quizás.
¿Y aquí está vd.?
Aquí está definitivamente mi yo, y dijo antes algo interesante: que este retrato es una especie de madurez. Está de pie y mira este pilar, y busca ojos en el pilar. No puedo explicarlo, pero este cuadro es lo más cerca que estoy de expresar lo que siento.
Quizá también esté relacionado con la forma en que vio los retratos en el Museo de Arte. Realmente miró a aquellas personas a los ojos. Llegó con la perspectiva de un artista que observa y comprende. Estaba entre amigos. Le recuerdo mirando los retratos y conectando con ellos. Cuando vi este cuadro por primera vez, pensé que tal vez fue concebido tras ese encuentro a través de sus ojos, los ojos de un observador, un pintor... ¿Qué opina de esta interpretación?
Tiene razón, cada vez que venía me buscaba a mí mismo, dónde encajaba aquí. Ya conoce esa terrible expresión: "Estas no son mis vacaciones". Así surgió la pieza Número. La mayoría de mis compañeros de clase eran judíos asquenazíes, así que cada Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo, todos tenían algún tipo de conexión, pero yo no. Tuve que buscar, porque social e ideológicamente era importante tener una conexión. Piensas que quizás alguien de tu familia tiene un número tatuado, quizás tienes una abuela que está conectada... pero no era así. Como un artista o una obra de arte que busca su identidad. Intenté crear un número del mismo modo que inventaría un código secreto para mi tarjeta de crédito, así que tomé el valor numérico de mi nombre en hebreo: Shai - 310, Azoulay - 55, y juntos formaron el número que escribí en el brazo: 31055. ¿A quién pertenezco? Walter Benjamin tiene la figura del Flâneur, el vagabundo, siempre pertenece y sin embargo no pertenece, siempre forma parte de la familia pero no, siempre está dentro pero en realidad está fuera.
Se embarcó en este proceso con muchas dudas y, en medio, conectó con acontecimientos actuales. Quizá pueda ampliar el proceso creativo que parte de la memoria del Holocausto, el trauma nacional histórico, y acaba forjando en vd. una conexión con un trauma nuevo, contemporáneo.
Vivimos en la era de las portadas. Hacemos portadas de todo: música, comida, siempre estamos en un periodo vintage, las cosas vuelven a estar de moda, pero en una muestra. Vivimos una portada del Holocausto, una muestra del Holocausto. Nos hicimos una idea, como pueblo, de lo que significa vivir un pogromo, y nos quedamos en estado de shock, como si nos hubieran amputado los miembros, y fue una llamada de atención. Obviamente, no hay comparación entre el 7 de octubre y el Holocausto: no estamos hablando de seis millones de personas. Pero la muestra nos dio un indicio, es como una portada, eso es lo que nos da este periodo. De repente, los judíos se han despertado, ha vuelto el gueto, el aislamiento. De repente volvemos a hacernos esas preguntas: ¿Quiénes somos, quién está de nuestro lado, quién está contra nosotros, quién nos abandona, quién nos da la espalda, quiénes son nuestros verdaderos amigos, qué agendas están en juego? Todas estas cuestiones son relevantes ahora, y en relación con el Holocausto, y si nos remontamos más atrás, también con el Faraón y el éxodo de Egipto. Los judíos siempre fueron perseguidos. Dentro de esta situación absurda, Yad Vashem me motivó para volver a crear arte. Mi encuentro con Yad Vashem abrió un nivel más profundo dentro de mí. Ni siquiera yo tengo idea de adónde me llevará. Es como descubrir una nueva parte de mí mismo, y lejos de haber terminado, considero que este proceso no ha hecho más que empezar.
Traducido del original en hebreo: Esther Rute-Cediel