Destinado a los alumnos del nivel superior
Duración de la clase: una hora y cuarto
Introducción - Al docente
En el curso de los años transcurridos desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, nos enfrentamos con los resultados del Holocausto y con sus consecuencias a largo plazo. La creación artística posee la fuerza de presentar la realidad, ensanchar los horizontes de la comprensión, y de poder observar el interior de la vida del individuo. Asimismo, es justamente el carácter personal y único del arte el que nos permite comprender problemas universales. Si pretendemos profundizar en la comprensión del Holocausto, en su estudio y en su enseñanza, no podemos renunciar al punto de observación especial que nos brinda el arte.
En esta clase - "Entonces, como explicarle a un niño...”: La familia judía durante la época del Holocausto – nos ocuparemos de la fractura de la familia judía durante la Shoá mediante el análisis de la narración El Juego de la Llave, de Ida Fink. ¿Qué le sucedió a la familia judía en una realidad en la cual las estructuras políticas, legales y sociales ya no eran aplicables a la población judía, al tiempo que se la despojaba de los derechos básicos de la existencia?
¿De qué modo influyó sobre la familia y sobre sus integrantes la destrucción del significado de “hogar”?
En El Juego de la Llave nos ponemos en contacto con la rutina cotidiana de la vida de una familia – el padre, la madre y un niño. La historia transcurre en un apartamento, y se centra en el juego que la familia juega cada noche. Dicho juego, nos iremos enterando gradualmente, no es sino un ejercicio para la preparación de un rápido ocultamiento del padre en el caso de que alguien lo buscara. El papel del niño era hacer demorar en lo posible a quién esperaba, haciendo todo más lentamente hasta el momento de abrir la puerta. La narración nos hace descubrir la existencia de una realidad insoportable, en la cual las normas existentes violan y destruyen los principios más básicos del ser humano. La situación de la familia luego de la cena es aparentemente banal. La descripción es ingenua (la historia se aclara por completo recién hacia el final). Solamente en la segunda mitad de la historia podemos comprender el significado del juego. Las alusiones aparecen ya al comienzo de la historia: La descripción de la cocina en el primer párrafo, “era amarilla casi por completo, y las paredes estaban llenas de humedad”, el hecho que se trataba del tercer apartamento en el que la familia vivía desde el estallido de la guerra, el hecho que la familia se estuviera escapando, un parpadeo de los ojos del padre y por supuesto el llamado a cumplir con la “obligación del juego”.
El juego es el núcleo de la historia. Participan en él el padre, el hijo y la madre, como una observadora, controlando lo que sucede. A diferencia de los juegos de niños (o de adultos) habituales, no hay en este juego una huída hacia un mundo imaginario, libre de peligros. En el mundo de los protagonistas de la historia, el juego es fiel a la realidad: El éxito o el fracaso en las tareas son cruciales.
El juego que juegan los miembros de la familia – como una historia dentro de otra historia – permite anticipar el trauma que está por afectarla. El papel activo es el del niño. Es él quién debe hacer ruido, correr, trepar, llevar y hablar, en tanto que su padre se esconde. La madre no tiene un papel activo en el juego. El niño recibe elogios y apoyo por algo que en el mundo normal hubiera merecido un castigo – la capacidad de mentir. Es él quién debe expresar con palabras el concepto de muerte, concepto que no está al alcance de un niño de su edad se supone que aún no entiende – el debe “matar” al padre para poder salvarlo. Los papeles tradicionales de padres y niños, como toda la estructura de relaciones entre los habitantes de la casa, se invierten, destruyendo el funcionamiento de la familia.
El estilo literario transforma la historia de un caso particular, el de una familia determinada, en un caso general. El relato está redactado en tercera persona (contado por un relator externo), con un lenguaje escueto y descripciones sucintas (como un informe). La historia carece de prólogo. Sin introducción ni preparación entramos en la habitación y en la cocina y conocemos a los personajes a través de una sola noche en su vida. El espacio y el tiempo permanecen indefinidos: la casa se halla en ningún lugar (por lo cual puede estar en cualquier lugar), la fecha es cualquier momento durante la guerra (no se menciona qué guerra), y los personajes no tienen nombre sino apodo – “el hombre”, “la mujer”, “el niño”. La familia es reducida, nuclear – la cantidad mínima de integrantes para responder a la definición de “familia”. Este minimalismo es lo que convierte a la historia en una alegoría de la situación. Esto se aprecia más intensamente en la última oración de la historia: “[…] pero hacía ya tiempo que él mismo podía definirse como muerto, para el que llamara de verdad”. El lector es arrojado fuera de la situación específica y descubre la dura verdad, la de un destino que arrastra a todos, y esta determinado de antemano.
A través de las preguntas presentadas vamos a discutir la fractura de la familia judía en el período del Holocausto. ¿Cuál es el significado de la vida cuando se está huyendo constantemente? ¿Qué sucede con el papel de cada integrante de la familia? ¿Qué sucede con los vínculos dentro de la familia? ¿Qué sensaciones pueden aparecer ante la permanente necesidad de esconderse? ¿Y ante la separación de los miembros de la familia? ¿La idea de “hogar”– que significados tiene? ¿Acaso esos significados eran válidos en la realidad que se describe en la historia?
Presentación
Los alumnos discutirán los diversos significados del nombre de la narración mediante asociaciones con las palabras “juego” y “llave”, y sus diversas combinaciones.
Se anotará en la pizarra la lista de las asociaciones que propongan los alumnos con respecto a estas palabras; por ejemplo:
Juego : bienestar, diversión, simulación de una situación, imaginación, jugar un papel, salir de la realidad, ocultarse, alejarse, borrar el límite entre realidad y ficción, huída. Llave: medio para llegar a, control, propiedad, seguridad, defensa, clave (código), posición clave, hombre clave, clave de palabras, etc.
Los alumnos leerán en clase la historia en forma conjunta durante unos diez minutos, y luego de ello habrá un breve intervalo, durante el cual los alumnos estudiarán el relato, esta vez en forma individual.
Preguntas para la discusión
- ¿Cuál es el tema de la historia?
Una familia judía intentando ocultarse durante el Holocausto.
- ¿Cuáles son los detalles de esta historia que indican que transcurre durante el Holocausto?
- Es el tercer apartamento en el que vive la familia
- La palabra “guerra”
- Las características «arias» del niño
- Huída agitada
- Escondite
- Rutina de la práctica del “juego” cada noche
- ¿Qué es lo que ocupa el centro de la trama?
El intento de salvar al padre de la familia mediante la rutina del ejercicio del “juego” cada noche.
- ¿Por qué el ejercicio de ocultarse se hace por medio de un juego? El juego es un componente importante en la vida del niño. Durante la mayor parte de las horas del día se halla ocupadojugando, y así es que para quitar de las espaldas del niño el peso de la responsabilidad que implica la tarea, los padres crean una situación imaginaria. El juego está destinado a simplificar el difícil papel que le ha tocado al niño. Establece una valla entre el mundo infantil y protegido del niño y los peligros que acechan afuera.
- ¿Quiénes participan en el juego y cual es el papel de cada uno?
- El padre – su papel es esconderse.
- El niño – su papel es hacer demorar a los que buscan a su padre.
- La madre – no tiene papel en el juego en sí, su papel es dirigir o poner en escena el juego. Ella es quién da la señal para el comienzo del juego (el sonido de la campanilla de la puerta), y señala el peligro que se cierne.
- ¿Quién es el principal protagonista del juego?
El niño. El destino de la familia depende del éxito que tenga en su tarea: ajustarse a los tiempos (para que el padre tenga tiempo de ocultarse), hacer ruido, aparentar naturalidad, decir las cosas adecuadas, etc.
- El juego, tal como se lo describe en el relato de Ida Fink ¿Tiene relación con las asociaciones que se anotaron en la pizarra al comienzo de la clase?
- ¿Cuáles son, a su entender, las tareas asociadas al papel de padres?
¿Cumplen los padres del relato con estas tareas?
Los padres tienen un papel decisivo en la conformación de la identidad y el destino de sus hijos: la consolidación de la imagen que los niños tienen de sí mismos, la satisfacción de sus aspiraciones personales y la adquisición de los valores que guiarán su vida.
Todas estas relaciones se apoyan sobre la proximidad y la dependencia mutua. Los niños necesitan del mayor que satisfaga sus necesidades básicas – alimento, refugio y un amor sin condiciones. El crecimiento de los niños y la estabilidad de su mundo interior dependen en gran medida de las posibilidades de los padres para cumplir con estas tareas.
En el relato se entiende que los padres del niño se preocupan por él y lo aman, aunque junto al intento de preservar en alguna medida el marco familiar, está el temor existencial. Por ello es que el niño tiene un papel crítico: él es quién debe defender a los miembros de su familia. En sus manos está la "llave" (la clave) para salvar sus vidas.
- Características de los personajes: ¿Tienen los personajes características físicas o personales como nombre, aspecto o carácter?
Los personajes no tienen rostro, nombre ni características personales, éstas están determinadas por la situación.
- ¿Por qué no se los presenta por su nombre? ¿Cómo influye esto sobre el lector?
Este hecho despierta la identificación con los personajes, y al mismo tiempo separación y alejamiento porque los personajes, como el lugar, son generales, no identificables. Es posible que el relato intente describir por un lado la realidad de una familia judía típica durante el período del Holocausto – persecuciones, huidas, crisis de identidad –y por otro lado la inhumanidad del régimen nazi y su influencia sobre la población del lugar.
Recomendamos concluir la clase con la frase con que se cierra el relato.
“ 'Muerto', contestó el niño y se arrojó sobre su padre, que estaba parado a su lado guiñando los ojos de manera graciosa, pero hacía ya tiempo que él mismo se hallaba con los muertos, para todos aquellos que golpearan en la puerta de verdad.”
(Ida Fink, “El Juego de la Llave” en: "El fin de mi primer mundo", serie clásica de bolsillo Omanut Laam / Am Oved, Tel Aviv 1997, pág. 40).
Al docente
A continuación se dan una serie de testimonios sobre distintos temas tratados en la clase: huida y escondite, quiebra de la célula familiar e inversión de los papeles, destino de los niños durante el período del Holocausto, separación y muerte. Recomendamos integrar los fragmentos de los testimonios durante la clase para dar a los alumnos una visión más completa sobre el tema.
20 de diciembre de 1941
“En la calle Krochmalna hay un cuartucho sin vidrios en la ventana, sin puerta, y en el cuarto – 3 niños. Masa, de diez años, hace ya un año que es la única que se ocupa del cuidado de su hermana de cuatro años y de su hermano de quince, paralítico. Ella mendiga, a ambos lados de la entrada [delgueto]. Es golpeada, pateada, más de una vez logró evadirse por entre las piernas de un gendarme furioso. Más de una vez cayó desde la muralla – pero ni una sola vez regresó a casa con las manos vacías.”
I. Karmish (editor), Itonut hamajteret beguetoVarsha (Periodismo clandestino en el gueto de Varsovia), tomo cuarto, de: Boletín (órgano de expresión del Bund [partido judío socialista no sionista]), Yad Vashem, 1989.
[...] alcanzó papá a liberarse? Mamá corre hacia delante para observar de cerca los rostros de los que marchan, y yo tras ella. [...]Un poco más y ella se mezclará con los que marchan – ella adelante, y yo detrás, retrocediendo de las columnas cercanas y de los alemanes que las rodean – y de pronto se oye una orden cortante ¡HALT! [¡Alto!].
Mamá se desentiende de la orden y se dirige hacia el alemán, preparada para explicarle en fluido alemán que aquí hubo un error, que no es necesario que su esposo pase a Riga, no es que su familia se queda aquí?, y su pequeña hija en brazos de su mamá, y él mismo, es un trabajador imprescindible, pueden traerse comprobantes de ello en forma inmediata. Pero parece que desde el comienzo el soldado no se interesa por sus argumentos ni oye sus palabras, sino que solamente levanta su fusil directo hacia mamá mientras ordena en forma enérgica y encolerizada ¡HALT!¡HALT!”
S. Eilati, Lajtsot et hanahar [Atravesar el río], Yad Vashem y Editorial Carmel, Jerusalén 1999.
“...papá trepó hasta allí detrás de mí. Luego vimos que también mamá, y ambos se cubrieron con paquetes de paja, y allí estuvimos acostados horas. Y el alemán buscaba, pero no sólo el alemán, también el gentil. Y había gritos, todo eso duró muchísimo tiempo. Casi al anochecer, el alemán dijo que si esos judíos no salían de su escondite, él le pondría fuego a toda la paja. Y en el momento en que papá oyó eso, sujetó a mamá por las piernas (luego entendimos que era por una pierna), pero ella le dio un puntapié y salió de la paja tirando sobre nosotros un montón de atados. Nosotros casi nos asfixiamos. Ella saltó hacia abajo. Tomó todo lo que había allí, alguna maleta con ropa, todo lo que había. Tomó eso, descendió, y se presentó ante el alemán diciéndole: ¿Usted me buscaba? El le preguntó: ¿Dónde estabas? Entonces ella respondió: Estaba aquí arriba, acostada entre paquetes de paja. Él le preguntó: ¿Dónde están tu marido y tu hija? Y ella le contestó: ¿Porqué piensa usted que estuve aquí acostada todo el día? Yo estaba aquí acostada porque esperaba que ellos huyeran, venga y yo le mostraré por donde huyeron. Y ella empujó la puerta diciendo: Aquí, ve usted, aquí hay una escalera, por esta escalera descendieron ellos del escondite. Era prácticamente al lado del bosque, y ellos entraron al bosque y han estado allí tiempo suficiente para que mi marido alcanzara a alejarse a través del bosque, usted nunca en la vida encontrará a mi hija. Mi hija seguirá con vida, usted nunca en la vida encontrará a mi hija. Ella gritaba muy, muy fuerte.
Papá no sabía que hacer. Puso su mano sobre mi rostro, sobre mi boca, pero no alcanzó a taparme los ojos, porque no había suficiente lugar, era un lugar muy estrecho. De algún modo logró mover una mano, temía que yo gritara. Pero no logró cubrirme los ojos. Y el alemán disparó y mató a mamá.”
Testimonio de M. Rozenthal, archivos de Yad Vashem, carpeta No. 8988.
“El 8 de marzo de 1944 me despertó a las cinco de la mañana un alboroto de pasos y voces extrañas, y sobre la ventana opaca del dormitorio se recortó la silueta de un soldado nazi. Nos ordenaron vestirnos: nos levantamos semidormidos, paralizados, rehusándonos a creer. Los documentos de identidad falsificados no tuvieron ninguna utilidad, dado a que también a nosotros nos entregaron a los fascistas, y por consecuencia a los alemanes. ″Mamita, vuelve pronto...″, se oyó la voz de la niña más grande (de tres años y medio); la segunda (de once meses), después de una larga noche de llanto caprichoso, todavía estaba aturdida y confundida. Gracias a Dios, no se las llevaron enseguida. Anetta, la niñera que hacía treinta años compartía la vida de la familia, desafía las amenazas de los nazis que están por volver en poco tiempo. Se escapa con las niñas y las salva de la detención.”
G. Tedeschi, Iesh makom al pnei haadamá – Ishá bemajané Birkenau [Hay un lugar sobre la tierra – una mujer en el campo de Birkenau], Yad Vashem, Jerusalén 2000, pág. 18-19.
“A mi niña querida, la más preciosa de todo:
Cuando te di a luz, querida mía, ni se me cruzó por la mente la idea de que después de seis años y medio me vería obligada a escribirte una carta como ésta. Te vi por última vez el día de tu sexto cumpleaños, el 13 de diciembre de 1943. Tenía la ilusión de verte otra vez antes de irnos, pero ahora sé que eso no ocurrirá. No quiero ponerte en peligro. Nosotros viajamos el lunes y hoy es viernes por la noche... Me llevo conmigo tu imagen querida, como era en nuestro hogar, toda tu charlatanería infantil, simpática, el olor de tu cuerpo puro, el ritmo de tu respiración, tu sonrisa y tu llanto; me llevo conmigo el miedo terrible, abismal, que el corazón de tu madre no fue capaz de aquietar tan siquiera un instante... Recuerda con cariño a tus abuelos y abuelas tan respetados, a los tíos y a las tías y a toda la familia. Guarda el recuerdo de todos nosotros y por favor, no nos culpes. Y en cuanto a mí, tu madre, perdóname niña querida por haberte dado vida, mi deseo era traerte al mundo en tu comunidad para que vivieras tu vida, pero si las cosas fueron tomando otro camino, eso no fue por nuestra culpa; por eso te imploro, mi pichoncito querido, mi único pichoncito, por favor no nos culpes. Esfuérzate por ser buena como tu padre y los padres de tu padre, y ama a los que ocupen el lugar de tus padres y a su familia, que seguramente te contarán sobre nosotros. Quisiera que puedas apreciar todo lo que ellos sacrifican por ti, y que seas para ellos un orgullo, para que no tengan motivo alguno para arrepentirse de la carga que se impusieron a sí mismos, por su propia voluntad. Otra cosa quisiera que supieras, y es que tu madre fue una mujer orgullosa, a pesar de todas las humillaciones a que nos sometieron nuestros enemigos y si es que su destino ha de ser morir, morirá sin condenas, sin llanto, sino mirando a sus verdugos con una sonrisa burlona.
Yo te abrazo sobre mi corazón, te beso intensamente y te bendigo con toda la fuerza de mi corazón y mi amor de madre.
Tu madre”
Sara y Yejiel Gerlitz de Bendin (Polonia), confiaron su única hija Dita, de seis años, a un amigo polaco. Sintiendo que ellos no volverían a ver a su hija, le dejaron esta carta, para que ella la leyera cuando creciera. La pareja sobrevivió y emigró a Israel junto a su hija.
Z. Bacharach (editor), Estas so mis últimas palabras... Cartas póstumas del Holocausto, Yad Vashem, Israel 2006, págs. 298-299.