Domingo a jueves: 9:00 - 17:00.
Viernes y vísperas de fiestas: 9:00 - 14:00.
Yad Vashem está cerrado los sábados y días festivos judíos.
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Las operaciones de rescate de la organización EIF [Scouts Judíos de Francia] en Moissac tuvieron un éxito extraordinario, y concluyeron al terminar la guerra. Comenzamos a pensar en el futuro. Teníamos una sensación de incomodidad, y nos envolvía la inquietud. Los miembros del grupo juvenil en Moissac comenzaron a irse. Algunos comenzaron estudios universitarios, otros emigraron a Israel, y muchos de ellos establecieron vínculos con parientes del otro lado del océano, especialmente en los Estados Unidos de América. En las conversaciones que teníamos entre nosotros, llegamos a la conclusión que los europeos, y no sólo los alemanes, eran responsables por el Holocausto que acabábamos de sobrellevar. Muchos de nosotros nos quedamos sin familia, no teníamos a donde volver, y tampoco queríamos tomar parte en la reconstrucción de Europa. Y además de todo eso, quería estudiar, y en Europa no existía la posibilidad de estudiar por la noche.
Para recibir un visado para los Estados Unidos debía encontrar allí alguien que declarara que puede ocuparse de mí económicamente. Recordé nombres de parientes del otro lado del mar, nombres que se habían escuchado en las conversaciones de mis padres en casa. La OSE [Oeuvre de Secours des Enfants, organización de rescate de niños judíos en Francia] pudo localizar a uno de los miembros de la familia Heuman, que había emigrado a América a fines del siglo anterior. El tío, que ahora se llamaba Adolf Hyman, me invitó a unirme con ellos. También me envió una encomienda con manjares, y entre ellos un gigantesco salame kosher.
Ahora me enfrentaba con una dura disyuntiva - ¿Qué hacer con mi hermano pequeño? Heinz estaba firmemente decidido a emigrar sólo a la Tierra de Israel, y entonces decidí viajar para verlo y convencerlo de que se uniera a mí para ir hacia América. Llegué a Engelberg. No me resultó difícil identificar a Heinz a pesar de los cuatro años de separación. Me quedé con él casi una semana. Disfruté de la buena comida y del paisaje, lo pasamos bien juntos – pero no logré convencerlo que se uniera a mí. Él quería viajar tan sólo a Israel. Así se decidía el destino de dos personas.
Le informé al Sr. Hyman que estaba dispuesto a ir.
Hoy me pregunto ¿Por qué no elegí yo también viajar a Israel? Ciertamente, estaba bajo la influencia de la EIF, en contacto con la cultura judía y rodeado por muchas personas que habían elegido ése camino. No logro reconstruir todo el proceso de pensamiento con respecto a este tema tan complejo, pero lo intentaré: La vida, hasta esa etapa de mi existencia, me había enseñado que ser judío es algo peligroso. El Holocausto me había demostrado que a los judíos es fácil matarlos. Mi objetivo era evitar tal cosa en el futuro. No, no se trata de una conversión de fe. Me sorprende a mí mismo el poder confesarlo – decidí alejarme de todo, tanto desde el punto de vista geográfico como desde el ideológico. Sentía, aparentemente, que una distancia tan grande me permitiría elegir una identidad judía minimalista.
Mis pensamientos cambiaron con los años, pero sobre lo hecho no hay regreso.
Mi decisión se vio influida también por mi fe en Dios. De acuerdo con mi visión simplista de aquellos días, Dios permitió el asesinato de su pueblo elegido – y debo confesar que en lo concerniente a este tema no he encontrado descanso para mi alma hasta el día de hoy. La decisión de no emigrar a Israel era una respuesta no creyente a los sufrimientos espirituales, y también una especie de huída. El cambio de mi nombre, en una etapa posterior, servía también a esta causa de la huída del pasado y el ocultamiento de mi identidad judía.
Unas pocas semanas después recibí la autorización para entrar a los Estados Unidos. Quiso la ironía del destino que este proceso fuera especialmente rápido debido a que yo era considerado alemán, y a que durante el período de la guerra no fueron muchos los que emigraron de Alemania a los Estados Unidos y ¡la cuota aún no estaba cubierta! Quedaba un problema pendiente – conseguir un lugar en el barco que zarpaba de Francia. La retirada de los soldados y de sus familias tenía prioridad por sobre el envío de refugiados, y tenía la amarga sospecha que el período de validez de la autorización que había recibido caducara antes que pudiera hacer uso de ella. Otra vez la organización OSE vino en mi ayuda. Sus hombres lograron enviarme junto con los últimos soldados que abandonaron Europa, como acompañante de un niño de ocho años que viajaba solo hacia América. Mis amigos en Moissac me organizaron una fiesta de despedida muy emotiva, y el 8 de diciembre de 1946, cuando yo tenía casi 18 años, dejé Francia y Europa a bordo de la nave “Ile de France”.
Fuente: Menajem Meir y Frederick Reims, ¿Haim haetsim porjim etslejem? [¿Acaso florecen los árboles en su tierra?], Yad Vashem, Jerusalén 2000, pág. 133-135.
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