Introducción
El trabajo que a continuación se presenta, consiste en el desarrollo teórico y una posterior propuesta didáctica sobre un tema que ha sido escasamente trabajado en relación directa con el Holocausto. De hecho la problemática de la libertad constituye en sí misma una cuestión controversial porque no es un concepto unívoco, lo que implica que existan variadas posibilidades para definirla. Además, por si la existencia de la dificultad anterior no fuese suficiente se suma otra. En torno a la libertad circulan una serie de interrogantes respecto de las posibilidades y de los límites de su ejercicio como constitutiva de la condición humana. Las respuestas tentativas a estas cuestiones han generado innumerables debates teóricos, que no han logrado legitimarse en forma absoluta con lo cual resulta sumamente importante atender a las distintas perspectivas que se han elaborado en torno a la libertad y a las notas esenciales que la definen y la diferencian de cualquier otro tipo de comportamiento.
Constituye un lugar común suponer que el ejercicio de la libertad esta unido a las posibilidades concretas que en el quehacer cotidiano tienen los sujetos para decidir, para moverse de un lado a otro, para pensar y para optar por lo creen que es bueno para sus vidas.
ontrariamente, cuando los contextos se tornan adversos para estas actividades se suele sostener que la libertad ha dejado de existir y que los sujetos no pueden decidir y están –de alguna manera- determinados a actuar de una única manera. Desde este lugar, podríamos afirmar, entonces, que durante los años del Holocausto los actores implicados en ese proceso no estuvieron en condiciones de ejercer su libertad, es decir no podían decidir y no tuvieron opciones para actuar de tal o cual modo, ya que dadas circunstancias límites a las que estuvieron sometidos y en las que de un modo u otro participaron, estuvieron “obligados” a actuar de la forma en que lo hicieron.
El presente trabajo intentará quebrar este supuesto con el que en numerosas oportunidades se ha intentado justificar el accionar de las víctimas aludiendo a que no era posible el ejercicio de la libertad en espacios tales como los Guetos o los campos de concentración y de exterminio, el accionar de los victimarios que ha sido justificado argumentando que era muy difícil en aquellos años actuar de otra manera porque estaban obligados a formar parte del régimen y su función consistía, básicamente, en obedecer las órdenes de la jerarquía del partido nazi y por último, el accionar de los observadores –los comprometidos con las víctimas, los comprometidos con los victimarios y aún los que eran indiferentes- que era explicado con frases tales como “no se pudo hacer otra cosa”, “no se pudo hacer más de lo que se hizo” , “podría haberse hecho mucho más de lo que se hizo”, “era un momento muy difícil, “estaba en juego nuestra propia vida”, entre otras.
Breves consideraciones teóricas sobre la libertad
Hablar del ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto parecería ser una flagrante contradicción, pero no es así. Por si esto fuese poco, aún más contradictorio sería plantear –como de hecho intentamos hacerlo-, que un tema como el Holocausto pueda ser enseñado a partir de sostenerlo como un ejemplo que la historia nos brinda respecto de las diversas reacciones que tienen los sujetos frente a situaciones complicadas y extremas y las diferentes decisiones que éstos toman para resolver los dilemas morales que se presentan en las vidas de cada uno y que implican actuar de una manera o de otra ante iguales circunstancias. Para dar inicio a nuestro proceso de reflexión acerca de los usos de la libertad es necesario recordar, aunque más no sea, desde una perspectiva básica, lo que se entiende por libertad.
Podemos afirmar, de manera general, que “la libertad es una propiedad de la voluntad por medio de la cual las personas tienen la capacidad de elegir y actuar”. (AAVV, “Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos”, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Buenos Aires, 1999: 102)
Sin embargo, la simplicidad de la definición no implica que estemos intentando abordar una temática simple.
Alrededor de la libertad se ha discutido y se han escrito innumerables tratados. Es un tema, que como ya hemos planteado, ha ocupado a los filósofos desde la antigüedad y sobre el que existen innumerables perspectivas de análisis.
A modo de ejemplo podemos plantear los siguientes interrogantes: ¿La especie humana nace libre o aprende a ser libre en el transcurso de su vida?; ¿Siempre se actúa libremente?, ¿La libertad es absoluta o tiene condicionamientos?; Si la libertad tiene condicionamientos, las decisiones que se toman atendiendo a esos condicionamientos, ¿son decisiones que ponen en ejercicio la libertad de los sujetos o no existe la libertad en esas ocasiones?; ¿Existe la libertad cuando no hay opciones para decidir?; ¿Existen ocasiones en las que se puede actuar de una única manera?.
¿Siempre se es responsable de las decisiones que se toman?, ¿Son libres las decisiones que se toman si éstas se producen bajo presión y cohesión?. Éstas y otras tantas preguntas surgen, casi irremediablemente, al momento de indagar acerca de la naturaleza de la libertad que, sin dudas, constituye una de las facultades específicas de la especie humana.
Jean Paul Sartre sostenía que el ser humano esta condenado a ser libre. Sastre quería decir que “los humanos siempre eligen entre diversas alternativas. Aún en las situaciones más dramáticas, los hombres eligen qué hacer. Incluso, decir que no se es libre es una elección. No elegir o delegar en otros las responsabilidades es también una elección. Quienes dicen que no son libres han elegido ser personas que niegan su libertad. Estamos condenados a ser libres porque no podemos no elegir, porque no somos libres de dejar de ser libres…” (Gustavo Schujman, “Filosofía”, Aique, Buenos Aires, 2004:129). Desde otra perspectiva teórica Fernando Savater plantea que “no somos libres de elegir lo que nos pasa, haber nacido tal día, de tales padres, y en tal país…sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados…” (Fernando Savater, Ética para Amador, Ariel, Buenos Aires, 1991: 29)
De esta manera, constituirnos en sujetos libres define nuestra condición de humanos y en consecuencia nos sitúa en un lugar diferente del que ocupan el resto de los seres vivos y esto tampoco lo debemos olvidar:“La acción humana esta condicionada pero no está absolutamente determinada por la naturaleza ni por el contexto social. El ser humano no elige, por ejemplo, el lugar o la época en la que nace. Tampoco elige padecer enfermedades. Sin embargo, es capaz de responder de diversas maneras ante todo lo que le sucede a lo largo de su vida. Y esas respuestas son libres, ya que el ser humano no está obligado a actuar de una manera única ante una situación determinada. Esta libertad se manifiesta, de modo más notorio o más perceptible, en las expresiones culturales que evidencian una gran variedad de maneras de responder y actuar ante diferentes circunstancias y, además, en la multiplicidad de opciones que posean y desarrollen para la resolución de un problema o para la satisfacción de una necesidad o de un deseo…” (Gustavo Schujman y otros, Propuestas para el aula, Formación Ética y Ciudadana I, Programa Nacional de Innovaciones Educativas, Buenos Aires, 2000).
Consideramos que los interrogantes que hemos planteado respecto de la libertad pueden intentar ser respondidos a través del análisis de las acciones que han llevado adelante los sujetos que estuvieron implicados –más o menos directamente- en el complejo proceso del Holocausto. Además, el minucioso estudio de la vida de los distintos actores sociales que protagonizaron los acontecimientos ya sea como víctimas, como victimarios o como espectadores indiferentes o comprometidos desde una beligerancia positiva o negativa, nos permite confrontar las posturas teóricas de Sartre y de Savater con hechos concretos y empíricos recuperados del pasado para que no sean olvidados y discutir, debatir y reflexionar, en definitiva, acerca de las posibilidades y de los límites de la condición humana.
El ejercicio de la libertad durante el Holocausto
a. En las víctimas
Para ingresar en la tarea de reflexión que nos hemos propuesto y en un intento por responder a interrogantes tales como: ¿existieron posibilidades de ejercer la libertad para las víctimas del Holocausto a pesar de los condicionamientos a los que estuvieron sometidos? , o bien, ¿no hubo opciones y todos estuvieron determinados a actuar de una única manera?, hemos elegido a modo de ejemplo, la descripción del accionar de tres sujetos que fueron protagonistas principales en aquellos años y que se encontraron sometidos a la voluntad del dominador alemán. Probablemente sus historias de vida puedan ayudarnos a elaborar algunas respuestas que, aunque provisorias, podrían constituir una colaboración para desentrañar tan compleja problemática. Los elegidos son Janusz Korczak,. Mordejái Anielewicz y Adam
Czerniakow.
El primero de los sujetos, Korczak, era médico, escritor y educador polaco de origen judío. Pertenecía a la alta burguesía de la ciudad de Varsovia pero, de acuerdo a lo que indican los testimonios, era un individuo con una profunda sensibilidad social. Se vinculó muy tempranamente con la Sociedad de Asistencia al Huérfano de esa ciudad y realizó un fuerte trabajo social con niños y niñas abandonados con el objetivo de brindarles una vida más digna que la que podían desarrollar en las calles. Cuando los alemanes ocuparon Polonia y se creo el Gueto de Varsovia, el asilo que él dirigía quedó en la parte aria de la ciudad con lo cual se tuvo que trasladar dentro de los límites del Gueto. Numerosos amigos de Korczak le pidieron reiteradas veces que abandonara el asilo y se trasladase a la parte aria de la ciudad ya que allí tendría ciertas dispensas por considerárselo un judío asimilado. Sin embargo, no aceptó esos ofrecimientos y, junto a un grupo de docentes continúo con su labor desafiando las difíciles condiciones de vida impuestas por la ocupación nazi. Cuando en julio de 1942 comenzaron los traslados masivos de los habitantes del gueto hacia Treblinka los niños que habitaban el asilo no fueron excluidos de esta medida, a pesar de los intentos del propio Korczak por impedirlo y, finalmente, a principios del mes de agosto de 1942, cuando una mañana los niños estaban desayunando, los nazis desalojaron el asilo y todos sus integrantes fueron trasladados a los trenes para emprender el viaje hacia el campo de exterminio. Lili Berger cita el testimonio de Nahum Remba, un militante clandestino, integrante de la comunidad religiosa judía de Varsovia, reporteado por el doctor Emmanuel Ringelblum (historiador judío, fundador y director del archivo secreto de Varsovia) que nos ayuda a reconstruir ese terrible episodio: “Ese día hacía un calor tórrido. Localicé a los niños de los internados en el fondo de la plaza, cerca de la pared. Creí poder tener éxito en salvarlos de la deportación, ocultándolos hasta el día siguiente. Cuando Korczak llegó con sus chicos, le propuse acompañarme al Consejo para intervenir allí. Él se negó, no quería dejar solos a los niños ni un instante. Con el corazón acongojado observé de lejos su embarque en los vagones. Quizá falte lugar, soñaba yo, observando esa masa densa, apretada, atropellada, molestada, empujada aun mediante látigos, avanzando, en fin, subiendo a los vagones. De repente vino la orden de llevar a los que estaban en las casas de los niños y Korczak fue el primero, a la cabeza de los chicos…Aquello no era una marcha hacia los vagones de la deportación; era una manifestación de protesta como no he visto jamás. Los niños alineados de cuatro en cuatro. Korczak, tomando a dos de ellos por sus manos, con los ojos levantados, ardientes, llevó el primer grupo. A la cabeza del segundo marchaba Stefania Wilczynska. Iban a la muerte con dignidad, lanzando a los bárbaros miradas llenas de desprecio. Sus miradas decían que llegaría la hora de la venganza…El tren estaba próximo a partir cuando un oficial alemán le comunicó a Korczak que no estaba obligado a viajar…”(Rubén Naranjo,“Janusz Korczak. Maestro de la humanidad”, Novedades Educativas, Buenos Aires, 2001, páginas 33 a 87).
En el mismo escenario, la época de la segunda Guerra Mundial, la Polonia ocupada por el ejército alemán y el gueto de la ciudad de Varsovia que albergaba a miles y miles de judíos de origen polaco, podemos contextualizar los principales momentos de la vida de Mordejai Anielewicz. De origen polaco, desde muy joven fue un importante dirigente político judío y apenas comenzado el conflicto se constituyó en activo militante en contra del régimen nazi. Fue hecho prisionero en numerosas oportunidades, liberado otras tantas hasta que fue recluido en el gueto de Varsovia. El objetivo más inmediato del levantamiento armado consistió en impedir el traslado final de los judíos a principios de 1943 a los campos de exterminio y se pudo concretar, en parte, porque Anielewicz centralizó en una sola dirección y unificó por medio de un mismo plan de acción a las diferentes organizaciones de resistencia clandestina judía que existían dentro de los límites del gueto. Debemos recordar que no todos los que habitaban el gueto participaron del levantamiento ya que hubo quienes decidieron no implicarse. Sin embargo, la resistencia se llevó adelante y aunque finalmente, el movimiento fue sofocado, la mayoría de los participantes perdieron la vida en la lucha incluyendo a su comandante y el gueto fue totalmente destruido, constituye una muestra de las posibilidades de organización en defensa de la libertad y de la vida, aún en las peores condiciones y en los contextos de mayor adversidad. El Comandante de estas acciones, a pesar de que era consciente que se acercaba el fin, escribió: “el sueño de mi vida se ha hecho realidad; he vivido para presenciar la resistencia judía en el gueto, en toda su grandeza y gloria”. (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z., Jerusalén, 2004: 123-124).
Finalmente, y desde la perspectiva de las víctimas mencionaremos a Adam Czerniakow que ha sido un dirigente judío altamente controvertido debido a su accionar como presidente del Judenrat de Varsovia. Como tal intervino, con la anuencia de los alemanes que controlaban la ciudad, en la vida cotidiana del gueto. La mayoría de los miembros de la colectividad que residían en la ciudad no lo reconocían como dirigente por considerarlo un judío asimilado, rechazo que se profundizó cuando se conocieron las relaciones que mantenía con los dirigentes alemanes durante la época en que funcionó el gueto. Muchos lo han acusado de colaboracionista e incluso han planteado que nunca podría haberse identificado con quiénes estaban padeciendo la persecución nazi, porque por origen siempre había estado mucho más cerca del poder dominante que de los sometidos. Sin embargo, como tantos otros tuvo la oportunidad de escapar de Varsovia y, mientras hubo quienes huyeron, decidió permanecer en la ciudad, continúo participando del gobierno municipal y no utilizó su cargo para beneficio personal. En este análisis de probabilidades, podríamos pensar que su forma de actuar fue la que considero más adecuada para intentar salvar las vidas de quienes se encontraban prisioneros en el gueto. Además, cuando fue el momento de llevar adelante las deportaciones hacia Treblinka y se le ordenó seleccionar a los judíos para su supuesta “reubicación”, no pudo hacerlo. Probablemente, tuvo la certeza que aún desobedeciendo órdenes no podría impedir el exterminio de los judíos del Gueto, lo que lo llevó a tomar la decisión de suicidarse. Según algunas versiones, dejó una carta a su esposa en la que explicaba los motivos que lo llevaron a quitarse la vida: “Me están exigiendo que mate con mis propias manos a los hijos de mi pueblo. No tengo otro camino que morir”. (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z., Jerusalén, 2004:202-203).
Consideramos que la vida de los sujetos que hemos elegido –aunque no son los únicos-constituyen un ejemplo de las variadas formas en las que se puede ejercer la libertad, aun con condicionamientos y coacción. Resulta sumamente interesante cómo los tres tomaron decisiones diferentes participando de un mismo contexto que, de hecho, no facilitaba el accionar libre de los individuos. Janusz Korczak, Mordejái Anielewicz y Adam Czerniakow, decidieron cómo actuar y sus decisiones tuvieron que ver con la conciencia moral que cada uno de ellos había construido a lo largo de su vida. En sus decisiones estuvieron involucrados los valores a los que adherían, los principios que aprendieron a defender y las normas morales que consideraban necesarias para legitimar sus acciones. Cada uno de ellos, eligió, optó por aquello que consideraba como un comportamiento correcto. Podrían haber elegido otra forma de actuar. Tuvieron la oportunidad de huir y salvarse, podrían haberse resignado a su situación, podrían haberse transformado en abiertos colaboracionistas del régimen nazi, podrían haber traicionado a sus compañeros para mantenerse vivos pero, cada uno desde su propia y particular perspectiva, no lo hicieron. Eligieron, en cambio otro camino a seguir superando los condicionamientos que se les impusieron.
Sin embargo, no todos los prisioneros de los campos de exterminio hicieron uso de su libertad, hubo quienes se abandonaron y renunciaron a la cualidad de indeterminación que define lo humano para transformarse en individuos determinados. Así en aquellos horrorosos espacios existieron individuos que no podían decidir absolutamente nada, que no estaban sólo condicionados por el contexto sino que estaban determinados a morir. Se los llamaba “musulmanes”. Así se denominaba a aquellos sujetos que dentro de los campos de concentración habían perdido todo, su identidad, su palabra, su historia, que sumadas a las deplorables condiciones físicas y psíquicas en las que se encontraban, se los consideraba “muertos en vida” ya que a pesar de continuar vivos eran incapaces de poner en juego ninguna de las características que definen a la condición humana. “…Se podía identificar a los M. por su deterioro físico y psicológico: se encontraban en estado de letargo, indiferentes a lo que ocurría a su alrededor, y no podían estar de pie más que unos pocos minutos. La mayoría de los prisioneros restantes evitaba el contacto con los M., por temor a contraer la misma condición. Los nazis que dirigían los campos consideraban indeseables a los M., porque no podían trabajar ni cumplir los reglamentos. Por ello, durante las selecciones, eran los primeros condenados. Una persona que se encontraba en condición de M. no tenía posibilidades de sobrevivir más allá de algunos días o semanas…” (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z., Jerusalén, 2004:355).
b. En los victimarios
En este segundo grupo de actores sociales que participaron activamente en la concreción del Holocausto, el ejercicio de la libertad parecería encontrarse mucho más recortado que en las víctimas. Pareciera que los sujetos que se convirtieron, por sus acciones, en victimarios no tuvieron posibilidades de elegir entre varias opciones.
La pertenencia a un partido y la obediencia a un jefe fue el argumento más contundente para justificar sus acciones. En consecuencia, en apariencia, estos individuos estuvieron sometidos a fuertes condicionamientos que impidieron, que actuaran de otra manera a como lo hicieron. Recordemos, a modo de ejemplo la actitud de Adolf Eichmann cuando fue juzgado en 1962 por los crímenes que había cometido. Se declaró “inocente de los términos de la acusación” y su abogado defensor planteo que no había actuado por propia voluntad sino que se había limitado a cumplir órdenes. En ningún momento mostró signos de arrepentimiento y aparentemente estuvo convencido que había hecho lo correcto y que había actuado de acuerdo a su conciencia.
Podríamos realizar un innumerable listado de victimarios pero, a modo de ejemplo y para continuar con nuestra lógica de trabajo sólo mencionaremos a otros dos: Heinrich Himmler y Josef Gobbels. El primero fue uno de los principales funcionarios de la SS y jefe de la policía alemana, propició y defendió “La solución final” y fue uno de los más importantes asesores de Hitler. Cuando estaba por concluir la guerra y luego de ocultar evidencias del exterminio masivo, intento salvarse entrando en negociaciones con los aliados pero no lo logró y finalmente, antes de ser juzgado como criminal de guerra se suicidó. Por su parte, Gobbels fue Ministro de Propaganda Nazi. Fue quien, de alguna manera, dio forma al discurso antisemita que consistió en sostener que los judíos eran el verdadero enemigo de Alemania y que, en consecuencia, había que destruirlos y hacerlos desaparecer.
Estaba en plena conciencia de haber planteado una mentira pero consideraba que ésta era necesaria para poder mantener a los alemanes fieles al régimen. De forma análoga a Himmler, se suicidó. Lo hizo, luego de envenenar a toda su familia (esposa y seis hijos), en el Bunker en el que se refugió junto a Hitler en Berlín cuando fue inminente la caída del régimen.
De la descripción que hemos realizado sobre el accionar de estos tres jerarcas nazis se desprenden más preguntas que respuestas respecto del ejercicio de la libertad. ¿Fueron sujetos libres?. Si se llama libre “…a la acción que no está sujeta a la necesidad, y por el contrario donde hay necesidad, donde los hechos no pueden ser de otra manera que como son, no hay libertad” (Ricardo Tauber, Filosofía y Formación ética y ciudadana I, A.Zeta, 2000:138), las preguntas serían: ¿Había necesidad del exterminio?, ¿existió la necesidad de inventar un enemigo para poder mantener el poder?, ¿podrían haber actuado de otra manera?, ¿se podrían haber negado a obedecer órdenes?, ¿alguien los obligó a pertenecer al partido nazi?, ¿estaban convencidos realmente que sus acciones eran correctas?, ¿podrían los hechos haber sido de otra manera a como se produjeron?. Probablemente si, a riesgo de caer en un análisis contrafáctico.
Si volvemos a lo planteado por Sartre cuando afirma “que estamos condenados a ser libres” porque siempre estamos eligiendo, estos sujetos podrían haber actuado de otra manera a cómo lo hicieron y decidieron no hacerlo. Si repasamos lo dicho por Savater que sostiene que “no somos libres de elegir lo que nos pasa pero si libres de qué hacer con lo que nos pasa”, los victimarios tuvieron la oportunidad de no transformarse en lo que fueron y sin embargo, optaron por formar parte de una infernal maquinaria de persecución y de muerte.
Además y en relación con el ejercicio de la libertad, podrían haberse arrepentido, podrían haber reconocido los errores que cometieron y asumir la responsabilidad por los crímenes que cometieron. Sin embargo, eso no sucedió. Thomas Merton describe a Eischmann y dice que era “…Era meditativo, ordenado, sin imaginación. Sentía un profundo respeto hacia el sistema, la ley y el orden. Era obediente, leal: fiel funcionario de un gran Estado. No le inquietaba mucho la culpabilidad. No tenía, posiblemente, ninguna enfermedad psicosomática. Al parecer, dormía bien y tenía buen apetito…estaba consagrado al deber y estaba orgulloso de su trabajo…” (Thomas Merton, “¿Quiénes son los cuerdos?”). Por su parte Himmler y Gobbels, decidieron suicidarse antes que entregarse, lo que nos permite inferir que nunca se arrepintieron de la vida que habían llevado y que no estuvieron dispuestos a asumir la responsabilidad por las acciones que habían protagonizado. En este sentido podríamos pensar que aunque tuvieron un mismo final, no fueron los mismos motivos que llevaron al suicidio a Adam Czerniakow que los que movieron a los dos funcionarios nazis.
Desde otra perspectiva y atendiendo a la ausencia de arrepentimiento, los victimarios a los que hemos aludido no han sido libres ni son dignos de respeto porque no hicieron uso de otra de las cualidades específicas de la especie humana: la posibilidad de reconocer los errores del pasado y a partir de ese reconocimiento ser capaces de cambiar. Avishai Margalit, sostiene que “…la libertad radical significa que, aun cuando las acciones pasadas, el carácter y el entorno de una persona constituyen un conjunto de limitaciones sobre sus acciones futuras, ello no quiere decir que sean determinantes. Toda persona tiene capacidad para emprender una forma de vida futura discontinua con su pasado. Y el respeto que merece por ello se basa precisamente en el hecho de que el hombre no tiene naturaleza, si por naturaleza entendemos un conjunto de características que determinan sus propias acciones…La suma de todas las acciones pasadas no determina el curso de las acciones futuras, sino que incluso en cualquier momento podemos reconsiderar nuestra interpretación de las propias acciones pasadas. El tren de la vida puede cambiar de dirección a voluntad del maquinista, aun cuando algunas direcciones sean más fáciles de recorrer que otras…” . (Avishai Margalit, “La sociedad decente”, Paidos, Buenos Aires, 1997: 66-67). Siempre se puede actuar de otra manera. La mayoría de los victimarios no lo hizo y en consecuencia y desde esta mirada no hicieron uso de su libertad.
c. En los observadores
Este grupo de actores sociales también fue sumamente numeroso. Hubo quienes sin ser judíos, se solidarizaron con las distintas comunidades judías que residían en los países que fueron ocupados por los nazis. Muchos de ellos permanecen en el anonimato pero debemos recordarlos actuando en un escenario complejo y conflictivo en el que como hemos analizado hasta aquí resultaba sumamente difícil realizar un efectivo ejercicio de la libertad. Estos sujetos e instituciones a riesgo de su propia existencia optaron por salvar vidas y por colaborar con la resistencia a la opresión que significó la dominación nazi. Podemos citar entre otros a Irena Adamowicz, una polaca no judía que brindó ayuda a diversos movimientos clandestinos en varios guetos durante la Segunda Guerra Mundial; Wladyslaw Bartoszewski, un polaco opositor de los nazis que ayudo a judíos de su país durante el Holocausto, estuvo preso en Auschwitz y se ocupó de enviar al gobierno en el exilio informes sobre los crímenes nazis contra los polacos y judíos; Petras Baublys pediatra y director de un
orfanato en Kovno, Lituania a quien se le pidió que el orfanato que dirigía fuese utilizado como refugio para niños judíos desde el cual se los trasladaría a escondites permanentes más seguros y la Asociación Humanitaria “Amelot”, cuyo objetivo fue ayudar, desde París, a la comunidad judía de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, proporcionó escondite a niños y documentos de identidad falsificados, ayudó a miles de judíos, salvó a más de mil niños y distribuyó miles de raciones a necesitados. Todos los mencionados podrían no haber hecho lo que hicieron, pudieron haber elegido mantenerse indiferentes ante la situación que estaban observando y sin embargo, actuaron en contrario.
Otros observadores fueron de origen alemán y se estuvieron, en principio, identificados con el régimen nazi e incluso, pertenecieron al partido, pero que al interiorizarse de la lógica perversa con la que se movían sus funcionarios decidieron tomar actitudes de resistencia y de denuncia y no ser cómplices silenciosos del genocidio que se estaba perpetrando, aunque muchas veces no fueron escuchados, tal el caso de Kart Gerstein, “Oficial de la SS que intentó en vano alertar al mundo sobre las actividades criminales de los nazis. Se afilió al Partido Nazi en 1933, pero al mismo tiempo se vinculó a la Iglesia Confesional antinazi. Ello hizo que fuera enviado a un campo de concentración y expulsado del Partido Nazi en 1938. En ese momento comenzó a estudiar química. Cuando su cuñada fue asesinada en el marco del Programa de Eutanasia, decidió descubrir la verdad sobre el exterminio de enfermos mentales, se ofreció como voluntario en las Waffen-SS y fue enviado a su instituto de higiene. En ese puesto trabajó con Zyklon B, el gas tóxico utilizado por los nazis para el asesinato masivo. En agosto de 1942 visitó los campos de exterminio de Treblinka, Sobibor y Belzec, con la excusa de investigar los efectos del Zyklon B. En realidad, quería verificar que sus datos eran exactos para revelarle al mundo lo que realmente estaba ocurriendo. Hizo contacto con diversos diplomáticos y eclesiásticos, pero sus intentos de denunciar a los nazis y detener la masacre fueron ignorados. Después de la guerra fue arrestado como sospechoso de crímenes de guerra. Murió en la cárcel; es probable que se haya suicidado...” (AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, 2004::257)
Finalmente, también podemos incluir dentro del grupo de los observadores a algunos sujetos que aunque judíos de origen, y a consecuencia de las decisiones que tomaron respecto de las relaciones que había que establecer con los dominadores, la comunidad en general no los reconoció como integrantes del grupo. Entre estos personajes controvertidos podemos mencionar a Mordejai Jaim Rumkowski, que fue presidente del Judenrat del gueto de Lodz en Polonia. Y su accionar osciló entre el colaboracionismo y la ayuda a los miembros de la comunidad en su lucha por la supervivencia dentro del gueto. Estaba convencido que si los judíos se ofrecían trabajar para los nazis, serían valorados por éstos como una excelente mano de obra y en consecuencia no correrían peligro de morir. Sin embargo, cuando se ordenó el traslado de Lodz al campo de exterminio de Chelmno, él fue el responsable de las selecciones e incluso, en 1942 obedeció la orden de entregar a todos los niños y ancianos del gueto suponiendo que esa entrega suspendería futuras deportaciones.
Esto no sucedió porque el gueto fue totalmente destruido y sus habitantes murieron en los campos de exterminio. Rumkowski, y su familia no escaparon a este destino y fueron asesinados en Auschwtiz en 1944. Hemos analizado en este apartado los comportamientos de los observadores. A partir de las descripción de sus actos estamos en condiciones de sostener que cada uno de ellos actuó en relación directa con su propia conciencia moral y obró en consecuencia. Hemos observado que las decisiones tomadas no tuvieron que ver con ser o no judío, ser o no alemán, ser o no nazi. Haber superado los condicionamientos y haber hecho uso de la facultad de la libertad y asumir la responsabilidad por lo que se decidió hacer, seguramente, ha tenido que ver con la concepción respecto de lo que es correcto e incorrecto a las que cada uno adhería y los valores con los que se identificaban. No esta demás recordar que “los valores son principios morales que proporcionan normas de conducta…ponen en movimiento nuestro sentido moral y esto nos permite reaccionar con indignación ante determinados acontecimientos (como la corrupción, las injusticias, la pobreza, la exclusión)…ponen en juego determinado sentido moral que nos hace sentir horror o placer, misericordia o inclemencia, alegría u odio, inclinación o rechazo ante ciertas actitudes, acciones, personas o cosas y finalmente... Los valores nos conducen a actuar de determinada manera: son principios movilizadores. Siempre que actuamos en momentos decisivos lo hacemos motivados por nuestra conciencia moral…El sentido y la conciencia moral nos hablan de valores, sentimientos, intenciones, decisiones y acciones referidas al bien y al mal, y al deseo de felicidad. Nos dicen respecto de relaciones que mantenemos con los otros y, por lo tanto nace y existen como parte de nuestra vida intersubjetiva…” (Pablo Gentile, Códigos para la ciudadanía, Santillana, Buenos Aires, 2000: 130).
Conclusiones provisorias
Hemos intentando desplegar las múltiples posibilidades que tuvieron los individuos de poner en juego su condición de sujetos libres durante la época en la que se desarrolló el Holocausto. Resulta evidente que es una falacia pensar en la imposibilidad de su ejercicio porque sería negar la condición de lo humano. Sin embargo, no podemos olvidar que hubo quienes no estuvieron en condiciones para hacerlo porque no pudieron superar los condicionamientos a los que se vieron sometidos.
Otros en cambio, atendiendo a sus propias marcas biográficas, a su formación, y a sus circunstancias, lo lograron mostrando cuán diferentes pueden ser las respuestas ante iguales situaciones.
Este trabajo no intenta emitir juicios de valor ni positivos ni negativos sobre los actos que protagonizaron los actores sociales de aquellos años, sino abrir el debate sobre esas acciones de modo que, podamos reflexionar sobre ellas y comprender que cuando analizamos los comportamientos de otros humanos como nosotros lo hacemos también desde nuestra propia conciencia moral y desde nuestra propia concepción de la libertad.
Bibliografía utilizada
AAVV, “Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos”, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Buenos Aires, 1999.
AAVV, “Enciclopedia del Holocausto”, E.D.Z ediciones, Jerusalén, 2004.
AGAMEN, Giorgio, “Lo que queda de Auschwitz”, Pret-textos, Madrid, 1999.
FRANKL, Víctor, “El hombre en busca de sentido”, Herder, Barcelona, 2004.
NARANJO, Rubén, “Janusz Korczak. Maestro de la humanidad”, Editorial Novedades Educativas, Buenos Aires, 2001.
GENTILE, Pablo, “Códigos para la ciudadanía”, Santillana, Buenos Aires, 2000.
MARGALIT, Avishai, “La sociedad decente”, Paidos, Buenos Aires, 1997.
SAVATER, Fernando, “Ética para Amador”, Ariel, Buenos Aires, 1991.
SCHUJMAN, Gustavo, “Filosofía”, Aique, Buenos Aires, 2004.
SCHUJMAN, Gustavo y otros, “Propuestas para el aula, Formación Ética y Ciudadana I”, Programa Nacional de Innovaciones Educativas, Buenos Aires, 2002.
TAUBER, Ricardo, “Filosofía y Formación ética y ciudadana I”, A-Zeta, Buenos Aires, 2000
Propuesta didáctica
Tema: El ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto
Objectivos
- Reflexionar sobre la relevancia de constituirnos en sujetos libres.
- Debatir acerca del ejercicio de la libertad en situaciones límites.
- Internalizar la relación existente entre la libertad y la responsabilidad.
- Valorar las acciones de los sujetos que ponen en juego el ejercicio de la libertad.
- Desarrollar actitudes de beligerancia positiva en defensa del ejercicio de la libertad y de beligerancia negativa frente a situaciones que lo coartan, lo prohíben o lo censuran.
Fundamentación
Constituirnos en sujetos libres define nuestra condición de humanos y en consecuencia nos sitúa en un lugar diferente del que ocupan el resto de los seres vivos. Consideramos que los interrogantes que hemos planteado respecto de la libertad pueden intentar ser respondidos a través del análisis de las acciones que han llevado adelante los sujetos que estuvieron implicados –más o menos directamenteen el complejo proceso del Holocausto. Además, el minucioso estudio de la vida de los distintos actores sociales que protagonizaron los acontecimientos ya sea como víctimas, como victimarios o como espectadores indiferentes o comprometidos desde una beligerancia positiva o negativa, nos permite confrontar las posturas teóricas de Sartre y de Savater con hechos concretos y empíricos recuperados del pasado para que no sean olvidados y discutir, debatir y reflexionar, en definitiva, acerca de las posibilidades y de los límites de la condición humana.
En consecuencia, se utilizarán, para llevar adelante esta propuesta, atendiendo a que constituyen un invalorable recurso didáctico, las “Historias de vida” de quienes estuvieron involucrados en el proceso bajo análisis. La elección de este recurso se debe a que consideramos que las historias de vida, abren las posibilidades para realizar un profundo ejercicio de reflexión sobre la libertad y de sensibilización sobre lo sucedido en los años del Holocausto a partir de conocer lo vivido por los distintos actores sociales que participaron de los terribles acontecimientos ocurridos durante aquellos años, y porque además de establecer una relación intimista con los protagonistas elegidos, junto con la descripción de sus vidas se entrama, al mismo tiempo, una detallada descripción de los acontecimientos más relevantes del período y nos puede ayudar a intentar comprender lo que a veces resulta incomprensible.
Destinatarios
Estudiantes de diversas carreras universitarias, asistentes a distintos seminarios ofrecidos por la institución y/o público en general que visite el Museo y se interese por la realización de alguno de los talleres que se ofrecen como parte de su propuesta pedagógica. Edad promedio: 18 - 28 años.
Mínimo de asistentes al taller: 20 participantes
Máximo de asistentes al taller: 40 participantes
Duración y carga horaria
Una jornada de 4 horas y media reloj de duración.
Desarrollo de la propuesta
Modalidad de trabajo: Aula-Taller
“El eje de esta metodología es la participación de todos los protagonistas del proceso de enseñanza y aprendizaje. Esta metodología encuadra la participación, organizándola como proceso de aprendizaje para potencializar la creatividad, disminuir los riesgos de la dispersión y de la anarquía y, al mismo tiempo, conservar la espontaneidad. De esta manera el aula puede convertirse en un espacio en el que todos sean los artesanos del conocimiento, desarrollando los instrumentos para abordar el objeto en forma tal que los protagonistas puedan reconocerse en el producto de la tarea. Es necesario aclarar que la metodología del aula-taller incluye momentos de trabajo grupal pero también momentos de trabajo individual. El trabajo individual posibilita un tiempo de reflexión personal, con confrontación con el propio conocimiento, de análisis interior sobre dudas, necesidades, intereses, posibilidades, proyectos. Por otra parte el trabajo de grupo permite a los integrantes aprender a pensar y actuar junto con otros, es decir, a copensar y cooperar, desarrolla actitudes de tolerancia y solidaridad. En el aula taller la participación se instrumenta, en tres momentos del proceso de enseñanza y aprendizaje: la actividad inicial, el desarrollo del marco teórico y las actividades de afianzamiento, integración y extensión…” (Susana Pasel, “Aula Taller”, Aiqué, Buenos Aires, 1990:19).
Actividad inicial - (tiempo estimado: 2 horas reloj)
- Presentación de los/as coordinadores del taller.
- Formación de los grupos de trabajo utilizando técnicas de agrupamiento que permitan que se constituyan agrupaciones por azar. Por ejemplo: utilizando la técnica de frases incompletas (se le da a cada participante partes de una frase) y cuando ésta se completa queda constituido el grupo. Se reparten tantas frases como grupos se desean conformar. También se puede utilizar la técnica de los caramelos y se agrupan según el color del caramelo que escogieron, o la de las tarjetas con diversas formas geométricas y se constituyen de acuerdo a la forma que han escogido, etc, etc,.
- Presentación a cargo de las/os coordinadores de las líneas generales del trabajo a realizar y del tema que se ha de abordar.
- Entrega a cada grupo de un papel afiche en el que deben escribir las respuestas a las siguientes preguntas:
- ¿Qué información tienen acerca del Holocausto?
- ¿Qué es la libertad?.
- ¿Qué relaciones pueden establecer entre el Holocausto y la libertad?
- Se colocan los afiches con las respuestas escritas en una pared, para que puedan ser leídas por todos los integrantes del taller.
- Se realiza la lectura de lo escrito a cargo de un representante de cada grupo.
- Las/os coordinadores transcriben en una pizarra las cuestiones de mayor relevancia y que más se repiten y van realizando intervenciones contingentes con el objetivo de clarificar teóricamente aquellas cuestiones que aparezcan como erróneas o confusas.
- Se mantiene lo escrito en la pizarra y en los papeles afiche para que luego puedan ser recuperados al momento de elaborar las conclusiones finales en el momento del cierre del taller.
Desarrollo del marco teórico
(Durante las dos horas en que se desarrolla la actividad inicial y en el transcurso de las dos horas destinadas a la realización de las actividades de afianzamiento, integración y extensión)
El desarrollo del marco teórico, no esta pensado en este tipo de metodología de trabajo como una conferencia en la cual los oyentes se mantienen pasivos y el acento esta puesto en el o los disertantes. El aula taller permite sostener el encuadre teórico que fundamenta la propuesta como un entramado que se va desplegando en forma de intervenciones contingentes tanto en el transcurso de la actividad inicial como en la exposición de los resultados obtenidos luego de la realización de las actividades de afianzamiento, integración y extensión. Así, las conceptualizaciones respecto de la libertad, los debates filosóficos que existen en torno a esta facultad específica de la especie humana, como también todo lo que se refiera a la reconstrucción histórica del proceso del Holocausto se explicitaran en la medida que las inquietudes, las dudas y los errores de los participantes lo requieran.
Pausa - (Tiempo estimado 30 minutos)
Actividades de afianzamiento, integracIón y extensión – (Tiempo estimado: 2 horas reloj)
1. Reunión en grupos (seis como máximo)
2. Se les entregara a cada grupo tres historias de vida diferentes (la historia de una víctima, de un victimario y de un observador). Se entregarán un total de 9 (nueve) historias de vida repetidas dos veces con el objetivo de poder confrontar las respuestas que se puedan elaborar. Historias de vida seleccionadas: Primer grupo de historias de vida: Janusz Korczak, Adolf Eischmann e Irena Adamowicz; Segundo grupo de historias de vida: Mordejái Anielewicz, Heinrich Himmler y Kurt Gerstein; tercer grupo de historias de vida: Adam Czerniakow, Joseph Gobbels y Mordejái Jaim Rumkowski
3. Se responderán en grupo las consignas de trabajo que se adjuntan a las historias de vida y que serán iguales para todos los grupos.
Consignas comunes para trabajar los tres grupos de historias de vida
- La vida de los sujetos seleccionados muestra que fueron sujetos libres?. Si- No. Fundamentar la respuesta.
- Realizar un listado de sus elecciones.
- ¿Estuvieron determinados a elegir?. ¿Tuvieron opciones?.
- El contexto social, político y económico en el que vivieron, determinó o condicionó sus decisiones?. Si-No. Fundamentar la respuesta.
- Consideran, que ¿Aún en situaciones límites es posible ejercer la libertad y estar en condiciones de elegir?. Si- No. Fundamentar la respuesta.
- Reflexionen sobre las historias de vida que les han sido asignadas y respondan ¿Si ustedes ante iguales circunstancias hubiesen actuado como ellos o de otra manera?. Si hubiesen actuado de otra manera, ¿cómo lo habrían hecho?
4. Se realizará la puesta en común.
- Cada grupo narrará en forma sintética las historias de vida que han analizado
- Expondrán las respuestas que hayan podido elaborar a partir de las consignas planteadas.
5. Las/los coordinadores irán esbozando una conclusión general sobre lo trabajado en una pizarra respecto del ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto.
6. Se realizará en forma oral un ejercicio de comparación entre lo que se dicho respecto del Holocausto y la libertad al iniciarse el taller y las conclusiones que se han elaborado luego de haber desarrollado las actividades de afianzamiento, integración y extensión.
7. Actividad individual: Registro escrito y personal de la experiencia de aprendizaje que se atravesó a partir de las siguientes preguntas motivadoras:
- ¿Qué piensas sobre lo que se hizo, se leyó y se dialogó en el taller?
- ¿Qué aprendiste?
- ¿Qué problemas o dudas se plantearon en forma grupal?. ¿Tienes dudas personales? ¿Cuáles?. ¿Qué sugerencias podrías realizar para superar esas dudas?
- ¿Sobre qué cuestiones necesitas seguir pensando e investigando?
8. Lectura en voz alta de algunos registros (con la autorización previa de los autores).
9. Despedida a cargo de las/los coordinadores. Lectura del siguiente texto
“La libertad. Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre; por la libertad, así como la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
(Miguel de Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”)
Anexo
Historias de vida
Segundo grupo de historias de vida
Tercer grupo de historias de vida
Nota:
Sería interesante incorporar a este trabajo sobre el ejercicio de la libertad en tiempos del Holocausto, un debate sobre la condición de “MUSULMÁN”. Así se denominaba a aquellos sujetos que dentro de los campos de concentración habían perdido todo, su identidad, su palabra, su historia, que sumadas a las deplorables condiciones físicas y psíquicas en las que se encontraban, se los consideraba “muertos en vida” ya que a pesar de continuar vivos eran incapaces de poner en juego ninguna de las características que definen a la condición humana. No podían decidir absolutamente nada, no estaban condicionados por el contexto sino que estaban determinados a morir.