En cartas que escribiera durante su exilio forzado en Escandinavia, el dramaturgo alemán Bertholt Brecht se quejaba acerca del mote aplicado a personas como él, que habían decidido abandonar Alemania con el ascenso de los nazis al poder. "El nombre que nos inventaron –emigrantes -es básicamente erróneo, pues no se trató de una migración voluntaria con el propósito de hallar un lugar alternativo para vivir. Los emigrantes no encontraron un nuevo hogar patrio sino un lugar donde refugiarse hasta que pase la tormenta. Deportados. Eso es lo que somos. Parias."
La historia de la familia de Felix Nussbaum, de Osnabrueck, Alemania, ilustra los esfuerzos desesperados por hallar refugio en suelo extraño. Es la historia de una familia entre muchas, que se hallaron de pronto arrastradas por una correntada de huida sin esperanzas.
Philip Nussbaum, el padre de Felix, era un orgulloso patriota alemán perteneciente a la organización de veteranos de la Primera Guerra Mundial. Cuando el nuevo régimen subió al poder, tuvo que renunciar a su la afiliación. En su nota de despedida dijo, "... por última vez, queridos camaradas de armas, los saludo como un soldado fiel... Y si soy llamado nuevamente a la bandera, estoy siempre listo".
En aquella época, su hijo, el artista Felix, se encontraba en Roma con un pequeño grupo de estudiantes alemanes en un intercambio de la Academia de Artes de Berlín, luego de obtener una prestigiosa beca. En abril de 1933, Goebbels, el Ministro de Propaganda de Hitler, visitó a la elite artística y les dio una conferencia sobre la doctrina artística del Fuehrer: "La raza y el heroísmo arios son los principales temas que el artista nazi habrá de desarrollar". Felix comprendió que no había lugar para él, ni como artista ni como judío, dentro del espacio conceptual de esta doctrina. Abandonó Roma a principios de mayo y su beca fue revocada poco tiempo después. En su pieza El Gran Desastre (1939), expresaba esta intuición respecto del dramático cambio que el ascenso de Hitler había acarreado: la destrucción de Europa y de la civilización occidental.
Los padres de Felix, Philip y Rachel, abandonaron Osnabrueck, al igual que muchos habitantes judíos de la ciudad. Su hermano mayor, Justus, permaneció con su familia para seguir con el próspero negocio metalúrgico familiar. Luego de una breve estancia en Suiza, los padres de Felix viajaron al sur para reunirse con su hijo en Rapallo, una aldea de pescadores en la Riviera italiana. El sol y la atmósfera del lugar eclipsaban los nubarrones de la guerra, y los Nussbaum pasaron el verano de 1934 juntos, lo que sería el último encuentro de Felix con sus padres. Su ánimo exaltado quedó expresado en los alegres y despreocupados colores de sus obras durante esta etapa, por ejemplo en La Playa en Rapallo, 1934.
En 1935, sus padres sucumbieron a la nostalgia por Alemania y expresaron sus deseos de retornar a su país, a pesar de las fuertes objeciones de su hijo Felix, quien reescribió la última línea del poema de despedida de su padre: "... y si soy llamado nuevamente a la bandera, desertaré de seguro a un lugar lejano". Fue la única vez que objetó las posturas de su padre, su fuente de apoyo espiritual y económico.
Los caminos de la familia se bifurcaron. Felix y su compañera, Felka Platek, decidieron no regresar a Alemania. Primero, en enero de 1935, se dirigieron a París y, luego, a la ciudad balnearia de Ostende. Varios meses después se trasladaron a Bruselas con otros amigos. Allí, en octubre de 1937, contrajeron matrimonio. Justus, su hermano, fue forzado a emigrar en 1937, cuando todas las empresas judías de Osnabrueck fueron "arianizadas". Justus, su esposa y su hija de dos años, Marianne, huyeron a Holanda el 2 de julio de ese mismo año. Allí, junto con varios otros emigrantes forzados, logró montar una empresa de chatarra.
En tanto, la situación en Alemania se deterioraba. En la Noche de los Cristales Rotos, la sinagoga de Osnabrueck fue quemada, los hogares de los judíos fueron saqueados, y todos los varones judíos fueron llevados a Dachau. En mayor de 1939, los padres de Felix decidieron abandonar Alemania. Huyeron a Amsterdam, para reunirse con Justus, su hijo mayor.
Cuando Bélgica y Holanda fueron ocupadas en mayo de 1940, Felix fue arrestado en su apartamento y, como otros extranjeros, llevado al campo de Saint Cyprien en el sur de Francia. Su cautiverio allí fue para él una divisoria de aguas; ahora, Felix comprendía el verdadero alcance del peligro mortal que corría como judío bajo el gobierno nazi, lo que quedó expresado en su importante obra, Sinagoga en el Campo de St. Cyprien, 1941, una pieza única, que simboliza la comprensión de Felix de su pertenencia al pueblo judío, y de que así es percibido por otros. Fue su primer cuadro sobre un motivo judío en muchos años.
En agosto de 1940, luego de tres meses de sufrimiento bajo las humillantes condiciones en Saint Cyprien, Felix solicitó regresar a Alemania. Cuando llegó al paso fronterizo en Bordeaux, decidió escapar abordando un tren a Bruselas, donde se reuniría con su amada esposa. A partir de 1940, Felix Nussbaum vivió oculto, sin fuente alguna de manutención. Sus amigos belgas satisfacían todas sus necesidades e, incluso, le montaron un estudio, al que proveían de implementos artísticos. Sin documentos de residente y en continuo peligro de ser descubierto, Felix se movía de su apartamento al estudio y viceversa, sin cejar en ningún momento sus esfuerzos artísticos, con los que podía expresar el miedo, la persecución y la maldición que parecía pesar sobre los miembros de su familia.
El destino de la familia Nussbaum estaba sellado. En agosto de 1943 la protección concedida a los empleados de la empresa de chatarra de Justus Nussbaum fue revocada. Justus, su esposa, su hija Marianne y los padres de Felix y Justus fueron arrestados en sus apartamentos-escondites, y enviados a Westerbork. Medio año después, el 8 de febrero de 1944, Philip y Rachel Nussbaum, los padres del artista, fueron deportados de Westerbork a Auschwitz.
El 20 de julio de 1944, Felix y Felka fueron arrestados en su refugio y enviados al campo de Mechelen. Más tarde el mismo mes, fueron deportados a Auschwitz donde, el 9 de agosto, Felix Nussbaum fue asesinado. Su hermano mayor, Justus Nussbaum, fue transportado de Westerbork a Auschwitz el 3 de septiembre. Tres días después, Herta, la cuñada de Felix, y Marianne, su sobrina, fueron asesinadas en Auschwitz. A fines de octubre de 1944, Justus fue enviado al campo de Stutthof, donde murió de agotamiento unos dos meses después.
Esta cronología pone de manifiesto el proceso de exterminio de una familia que, a pesar de años de escape, no pudo huir de las extendidas zarpas de la bestia nazi. Europa se había convertido en territorio enemigo. Nussbaum expresó este motivo de callejón sin salida en una pintura temprana, Visión Europea – El Refugiado, 1939. El refugiado judío, que se toma la cabeza con las manos, no halla refugio en un amenazante globo terráqueo apoyado sobre la mesa. La amplia entrada al cuarto tampoco provee esperanza alguna. Los símbolos de la extinción –un árbol de hojas caídas y cuervos que sobrevuelan un cadáver- acechan fuera. El artista parecía conocer el final de la saga, en el que ningún miembro de su familia sobreviviría el infierno. Felix sobrevivió por casi una década entera contra todas las probabilidades, pero él también sería asesinado, un mes antes de la liberación de Bruselas. Sin embargo, su obra continúa relatando su historia, la de su familia y la del destino de todo el pueblo judío.
Yehudit Shendar es Curadora Principal del Museo de Arte en Yad Vashem.
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