¿Hasta qué punto era posible mantener una vida normal a la sombra de la muerte?
- Introducción
- Aislamiento
- Hambre y Enfermedad
- Relaciones Familiares
- Trabajo en el Ghetto
- Auto Ayuda
- Las Aktions: La Deportación de los Ghettos a la Muerte
Introducción
IntroducciónEn la clase anterior discutimos la política de Ghettoización que los alemanes implementaron en toda Polonia y posteriormente en la Unión Soviética. Se presentaron las consideraciones que guiaron esa política y su manifestación en las respectivas áreas de ocupación. Además, se exploraron las maneras en las cuales los judíos hicieron frente a la vida en los Ghettos, especialmente desde la perspectiva de los líderes. Las clases 2, 3 y 4 presentan aspectos de la vida en los Ghettos desde diversos ángulos y perspectivas. Así, las tres clases forman acumulativamente un tipo de sub-unidad.
La presente clase se centrará en el combate cotidiano de supervivencia por parte de los judíos aislados en los Ghettos. Dichos judíos, a quienes se les ordenó abandonar sus hogares, a menudo con mucha prisa, fueron conducidos a barrios especiales definidos como la "zona del Ghetto" en las diferentes ciudades. Pronto se hizo obvio que el lugar a donde se los mudaba era inadecuado para la habitación humana. Los alemanes establecieron Ghettos en los barrios más pobres y descuidados de las ciudades. El desarraigo forzado y la mudanza al Ghetto aparecen descritos en los diarios y testimonios de ese período como una experiencia extremadamente difícil y humillante. A los judíos se les permitió llevarse muy pocas posesiones – a veces, sólo el contenido de una carreta o lo que podían cargar por sí mismos.
Yitzhak Rudashevski, un muchacho joven de Vilna, escribió en su diario (véase también la clase 1):
“La calle manaba de judíos cargando fardos. La primera gran tragedia. La gente se ata con arreos a fardos que va arrastrando a través del pavimento. La gente se cae, los fardos se desparraman. Delante de mí, una mujer se dobla bajo su fardo. Una delgada cadena de arroz se derrama constantemente del fardo a la calle. Camino cargado e irritado. Los lituanos nos hacen seguir adelante, no nos dejan descansar. No pienso en nada: no lo que estoy perdiendo, no lo que acabo de perder, no lo que me espera. No veo las calles frente a mí, la gente que pasa. Sólo siento que estoy terriblemente cansado, siento que un insulto, una herida me quema por dentro. Aquí está el portón del Ghetto. Siento que me han robado, me roban mi libertad, mi hogar, y las calles familiares de Vilna que tanto quiero. He sido aislado de todo lo que me es querido y precioso.”
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El encierro de los judíos en Ghettos socavó totalmente la infraestructura de la existencia judía. El proceso incluyó la confiscación de la propiedad judía, la toma de gente de las calles para ser llevada a trabajos forzados y el abuso y humillación pública de judíos, lo cual se había convertido en una realidad cotidiana desde el principio de la ocupación alemana. La zona del Ghetto, que en la mayoría de los casos estaba encerrada por muros, era demasiado pequeña para contener a la población que era introducida por la fuerza entre sus fronteras.
"17 de noviembre de 1940
Si uno se para en un balcón y mira abajo a las calles del Ghetto que se extienden frente a uno, no ve nada más que un vasto espacio de cabezas humanas, el flujo y reflujo de olas de decenas de miles de personas. Casi todos visten de la misma manera, nada elegante, y cada cara lleva la misma expresión de pena judía, que casi no ha cambiado desde que fuimos convertidos en polvo."2
Debe tomarse nota que las descripciones anteriores se refieren a los Ghettos de las ciudades más grandes y que a veces la situación en los Ghettos pequeños era diferente.
Los alemanes intentaron convertir a los Judenräte (los Consejos Judíos) en instrumentos que facilitasen sus propias políticas. Como se explicó en la primera clase, los Judenräte eran responsables del funcionamiento de los Ghettos. En general, eran responsables por todos los aspectos de la vida interna dentro del Ghetto. Algunas de las tareas llevadas a cabo por los Judenräte incluyen la distribución de pan, el suministro de trabajadores al ser ordenados y el mantenimiento del orden dentro del Ghetto. En la mayoría de los Ghettos se estableció así una policía judía. Esta era una organización nueva para la comunidad judía. La policía judía fue establecida por órdenes específicas de los alemanes.
- Yitzhak Rudashevski, The Diary of the Vilna Ghetto [El Diario del Ghetto de Vilna], Beit Lojamei Haguetaot [Hogar de Combatientes del Ghetto] y Hakibbutz Hameuchad, Tel Aviv 1973, p. 32.
- Scroll of Agony – Warsaw Ghetto Diary of Chaim Aharon Kaplan [Rollo de Agonía – el Diario del Ghetto de Varsovia de Jaim Aharon Kaplan – en hebreo], Am Oved, Tel Aviv, Yad Vashem, 1966, p. 392.
Aislamiento
AislamientoLos alemanes se aseguraron de aislar herméticamente a los judíos mientras que simultáneamente diseminaban propaganda entre las poblaciones no judías respecto a los peligros que el contacto con ellos planteaba para el público. Este aislamiento alejaba a los judíos de los ojos de la población local y permitía a los alemanes, junto con sus colaboradores locales, abusar a la población judía sin ser molestados.
"14 de febrero de 1941
La zona ha sido oficialmente declarada infectada por epidemias, y los soldados Nazis están prohibidos de entrar a ella, a menos que lleven un permiso especial emitido únicamente a aquellos que tienen que entrar al Ghetto por asuntos oficiales. Todo eso en teoría. Los matones entre ellos piensan de otra manera. Desde el día en que se estableció el Ghetto, el robo y el pillaje se han multiplicado por siete. A escondidas de los ojos arios, las bestias nazis dan rienda suelta a sus pasiones, sus deseos asesinos y ladrones, impulsados por instintos insondablemente bajos e infames."3
Este aislamiento tenía como fin destruir la moral, acompañado por pasos cuyo único propósito era aumentar el sufrimiento de los judíos. Así, por ejemplo, se ordenó a los residentes del Ghetto de Varsovia cubrir con tablas todas las ventanas que daban a las calles del lado ario y se prohibió a los habitantes comunicarse con los transeúntes en las calles a través de las ventanas.
El asilamiento y la reclusión fueron acompañados por el exceso de población. En Varsovia, la situación en el Ghetto se ponía cada vez peor debido al torrente sin fin de refugiados que eran enviados al Ghetto y la reducción constante de su tamaño a manos de los alemanes. Aquellos que estaban en el Ghetto vivían en incertidumbre constante respecto a cuándo tendrían que mudarse otra vez y si la calle a la cual se habían mudado sería finalmente transportada fuera del territorio del Ghetto. Las condiciones de abarrotamiento eran intolerables. La cantidad promedio de personas en una sola habitación era de seis a ocho, incluso más en algunas habitaciones. Las calles de Varsovia estaban atestadas de gente en búsqueda de algún respiro de las habitaciones abarrotadas y las calles congestionadas.
El aislamiento deliberado de los judíos del mundo exterior era muy estricto. Los nazis intentaban aislar a la población judía del mundo que la rodeaba. Esto incluía lugares de trabajo así como también posibles fuentes de información o medios para obtener noticias. A los judíos se les prohibió oír la radio y todos los aparatos de radio fueron confiscados. Aquellos que eran atrapados en posesión de una radio eran ejecutados a muerte. Los nazis permitían la difusión de un periódico oficial, la Gazeta Zydowska ["Diario Judío", pronunciado Gazeta Dshidovska], el cual estaba bajo estricta censura. Este periódico servía como portavoz a través del cual los alemanes enviaban varios mensajes a la población judía. No obstante, los judíos lograban leer periódicos clandestinos y también conseguir periódicos polacos en su intento por obtener la mayor cantidad de información posible.
- Kaplan, Warsaw Ghetto Diary [Diario del Ghetto de Varsovia – en hebreo], p. 439.
Hambre y Enfermedad
Hambre y EnfermedadEl grado de aislamiento y la cantidad de personas en el Ghetto dictaban principalmente las posibilidades de sustento y las condiciones de vida. La población judía del Ghetto estaba completamente aislada de sus alrededores y de fuentes de sustento, y en consecuencia era totalmente dependiente de las raciones que las autoridades alemanas le asignaban. La cantidad de calorías de consumo diario en las zonas ocupadas se distribuía de conformidad con la doctrina racial nazi: los individuos alemanes recibían al menos 2,613 calorías al día; a las gentes eslavas (polacos, rusos, etc.) asignadas a trabajos forzados en beneficio del Tercer Reich ["tercer imperio" en alemán, pronunciado Raij] se les asignaba 669 calorías diarias, mientras que a los judíos se les asignaba 184 calorías por día. En consecuencia, el hambre se convirtió en el problema más serio que enfrentaban los judíos en los Ghettos.
En los Ghettos grandes (Varsovia, Lodz [pronunciado Lodch] y Minsk) las condiciones empeoraron gradualmente y la muerte por inanición se convirtió en un fenómeno común, situación que no se presentaba en los Ghettos medianos y más pequeños, al menos no con la misma magnitud.
"Varsovia, 16 de abril de 1942
Algunas personas extraen el forro de sus abrigos para venderlo en el mercado a fin de comprar un cuarto de hogaza de pan o una botella de gotas en la farmacia. Pero el hambre no puede ser ahuyentado con un cuarto de hogaza de pan, y una botella de gotas tampoco puede salvar la salud de uno. El estómago traga todo y a la mañana siguiente pide más."4
Los judíos intentaban vencer el hambre a través de medios "ilegales", principalmente a través del contrabando. En los Ghettos donde los judíos tenían algún contacto con el mundo exterior – principalmente los Ghettos de pequeño y mediano tamaño – era posible comprar alimentos de campesinos polacos, mientras que en Varsovia el sustento del Ghetto se basaba en un contrabando altamente peligroso a través de los muros y los túneles de aguas residuales. En el Ghetto de Varsovia habían dos tipos de contrabando de alimentos: gente privada que se ocupaba de sus familias y un contrabando a escala mayor, que constaba de los elementos del hampa que tenían contactos con la Gestapo [policía secreta nazi, pronunciado Guestapo]. Estos últimos eran quienes llevaban a cabo la mayor parte del contrabando.
Una de las características del contrabando privado era la participación de niños. Los niños pequeños robaban en diversas formas adentro y afuera del Ghetto para hacer lo posible por contribuir al sustento de sus familias. Estos niños estaban constantemente en peligro y a menudo pagaban con sus vidas:
"Varias veces dispararon a los contrabandistas, entre ellos algunos niños judíos de 5 y 6 años, a quienes les dispararon cerca de los pasajes y en los muros… Y a pesar de ello, sin poner atención a las víctimas, el contrabando nunca cesó ni por un momento. Cuando la calle estaba aún resbaladiza de la sangre que había sido derramada, otros [contrabandistas] ya estaban listos […] El contrabando tenía lugar a través de los muros, a través de los portones, a través de túneles subterráneos, a través de cloacas, y a través de casas en las fronteras..."
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El hambre terrible forzaba a muchos de los residentes del Ghetto a robar diariamente. El siguiente informe por Rachel Auerbach lo demuestra:
"Varsovia, 12 de junio de 1942
No soy un ladrón, soy un arrebatador, así proclamaba sollozando hace unos días un muchacho de la pensión diurna cuando lo agarraron robando una rebanada de pan del bolsillo de otro muchacho. A fin de cuentas, "arrebatamiento" es mas respetable que el hurto ordinario. [...] Cerca a la puerta de entrada, ella fue asaltada por un arrebatador – un muchacho de 16 o quizá 17 años. Toda una tropa de transeúntes se apresuró a defender a la mujer desamparada. Todo el que tenía una mano o pie en movimiento empezó a golpear al arrebatador en su cuello, espalda y cabeza, con toda la fuerza que podían reunir. El arrebatador ni siquiera se dio el trabajo de defenderse. Puso su cabeza entre sus hombros, dobló su espalda como si la ofreciera a los golpeadores, y se concentró en una cosa: bajo los golpes que llovían fuerte sobre su cuerpo, siguió empujando el contenido de la bolsa adentro de su boca."6
La intensidad del hambre no sólo ponía en peligro la existencia física de los judíos sino que amenazaba también con desenmarañar el delicado tejido de la unidad familiar. El abarrotamiento intolerable que resultaba de la concentración y aislamiento forzados de la población judía condujo rápidamente a la propagación de enfermedades, a lo cual había que hacer frente sin provisiones médicas adecuadas. En la mayoría de los Ghettos había escasez de combustibles de calefacción, jabón y agua, lo cual hacía que fuera muy difícil para los residentes del Ghetto mantener condiciones de higiene mínimas. En el clima frío, el efecto sobre la resistencia de los moradores del Ghetto era evidente. En el Ghetto de Lodz, por ejemplo, la gente desesperada empezaba a desmantelar los escombros de edificios destruidos, muebles, puertas y dinteles internos en búsqueda de cualquier cosa que pudieran utilizar para calentar sus hogares. En esas circunstancias brotaban las enfermedades contagiosas y las epidemias que causaban la muerte en una escala masiva.
La implementación – si era posible – de condiciones mínimas de higiene y el suministro de tratamiento médico a aquellos que lo necesitaban se convirtieron pronto en responsabilidad del Judenrat. Esta tarea imposible, sin provisiones médicas o medicamentos cualesquiera, estaba bajo la constante amenaza alemana de un castigo colectivo para toda la población del Ghetto si se descubriese una enfermedad contagiosa dentro de sus fronteras.
A pesar de las dificultades, se estableció un sistema de salud en el Ghetto que incluía unos cuantos hospitales, clínicas, farmacias, plantas de esterilización y varias estaciones para el tratamiento de enfermedades crónicas y contagiosas. Los susodichos servicios eran establecidos en proporción al tamaño del Ghetto. Los departamentos de salud actuaban en varios niveles, incluyendo la prevención y el mantenimiento de brotación de enfermedades.
La falta de provisiones e instalaciones forzaba a los médicos a mostrar una gran medida de ingeniosidad e inventiva en sus esfuerzos por fabricar los medicamentos independientemente. En el Ghetto de Vilna, por ejemplo, los doctores lograron hacer vitamina B de levadura de cerveza que compraban de los cerveceros del lado "ario" de la ciudad. Tras la orden alemana que prohibía los nacimientos, los doctores tenían a veces que lidiar con dilemas más difíciles, incluyendo el parto de bebés.
- Rachel Auerbach [pronunciado Rajel Auerbaj], The Streets of Warsaw 1939-1943 [Las Calles de Varsovia 1939-1943 – en hebreo], Editorial Am Oved, Tel Aviv, 1954, p. 29.
- Emanuel Ringelblum [pronunciado Ringuelblum], Notes from the Ghetto II, Warsaw, 1961-1963 [Notas el Ghetto II, Varsovia, 1961-1963], pp. 274-277.
- Auerbach, The Streets of Warsaw [Las Calles de Varsovia – en hebreo], p. 34.
Relaciones Familiares
Relaciones FamiliaresLa vida en los Ghettos se caracterizaba por una dimensión de continuidad – a diferencia de la vida en los campos. Sin embargo, la vida en el Ghetto se caracterizaba también por ciertos fenómenos inhumanos que conducían al desmantelamiento de los marcos de vida fundamentales. El hambre, abarrotamiento, enfermedad y muerte constantes erosionaban la estabilidad misma de la unidad familiar.
En el primer período de la ocupación alemana, muchos hombres huyeron a las zonas polacas ocupadas por los soviéticos, ya que la gente suponía que los alemanes querrían a los hombres, como en toda guerra. Esta situación cambió el balance de la estructura familiar, dado que el papel de "padre" y "protector" a veces ya no se encontraba presente físicamente.
Como prueba de ello, una gran cantidad de hombres fueron secuestrados para trabajos forzados, y muchas mujeres quedaron solas para sobrellevar la carga de mantener a la familia entera. Las mujeres tenían que pararse en cola por largas horas para recibir las raciones de alimento de sus familias. El pan y otros alimentos se distribuían sólo una vez cada tantos días y ellas se veían forzadas a arreglárselas con lo que se distribuía hasta la próxima distribución de alimentos. Esta política hacía necesario el racionamiento cuidadoso de los alimentos para todos los miembros de la familia. Las mujeres eran principalmente quienes dividían los alimentos y los asignaban y escondían en previsión de los siguientes días de privación. Los sufrimientos de la vida en el Ghetto – especialmente el hambre – generaban mucha tensión en la vida familiar.
Lo que sigue es la primera página de un diario escrito por un joven judío del Ghetto de Lodz cuya identidad es desconocida (escrito originalmente en inglés, hebreo, polaco e yidish):
He decidido escribir un diario; aunque es un poco demasiado tarde […] Esta semana cometí un acto que puede ilustrar mejor a qué grado de deshumanización nos han reducido – terminé mi hogaza de pan […], así que tenía que esperar hasta el próximo sábado para una nueva – estaba con un hambre terrible. Tenía el prospecto de vivir sólo de las sopas de la fábrica, que constan de tres pequeños pedazos de papa y dos dec. [decagramos] de harina. El lunes por la mañana yo yacía bastante abatido en mi cama y allí estaba la mitad de la hogaza de pan de mi querida hermana "presente" conmigo. Para hacer las cosas breves, no pude resistir la tentación y me la comí entera. Tras hacerlo – lo cual es actualmente un crimen terrible – me sentí abrumado por un terrible remordimiento de conciencia y por una preocupación aún mayor por qué comería mi pequeña en los próximos 5 días. Me sentí un criminal tristemente impotente. […] Sufro terriblemente pretendiendo que no sé adónde se ha ido el pan y tengo que decirle a la gente que fue robado por un presunto ladrón temerario y despiadado. Y para mantener las apariencias, tengo que pronunciar maldiciones y condenas al ladrón imaginario. "Si me cruzara con él, lo colgaría con mis propias manos" y tales frases hipócritas […] Todo lo que puedo decir es que siempre sufriré con el recuerdo de este "noble" acto mío. Y que siempre me condenaré a mí mismo por ser capaz de volverme tan desvergonzadamente insolente que despreciaré para siempre a esta parte de la "humanidad" que fue capaz de infligir tales desdichas internas a su "co"-ser humano."
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El debilitamiento del marco familiar fue también el resultado de cambios de gran alcance que se dieron en las vidas de los niños judíos en el Ghetto. Como se ha mencionado anteriormente, la exigua porción de alimento que los alemanes distribuían a la población judía del Ghetto forzaba a muchos a introducir alimentos en contrabando para vivir. Aproximadamente el ochenta por ciento del consumo diario de alimentos del Ghetto de Varsovia llegaba a través de diversos canales de contrabando. Entre los contrabandistas había niños, que debido a su pequeño tamaño podían pasar por las grietas diminutas de los muros del Ghetto. Los niños tuvieron que tomar parte en el cuidado de sus familias debido al empeoramiento de las condiciones en el Ghetto y la escasez de las necesidades mínimas de vida. Además de arriesgar sus vidas en el contrabando, los niños se convirtieron en los sostenes de sus familias y así perdieron su niñez rápidamente. En el Ghetto de Varsovia, el orden de vida normal se invirtió totalmente. Niños de diez o catorce años mantenían a sus padres.
"Los niños eran contrabandistas. Sus pequeños cuerpos delgados podían ser empujados a través de una grieta en el muro del Ghetto, o a través de una cloaca, hacia el otro lado para mendigar por pan o algo de harina entre los polacos. A veces, los niños eran enviados por sus madres sobre el muro. Muchas veces la madre que hablaba con el niño todo el camino, midiendo su descenso a través de su voz, fue testigo de su muerte al apuntar un francotirador alemán su pistola hacia el blanco fácil que bajaba por el muro."
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- Diario anónimo, O.33/1032, Archivos de Yad Vashem, p. 1.
- David Wdowinski [pronunciado Vedovinski], And We Are Not Saved [Y No Estamos Salvados], Philosophical Library, New York, 1963, pp. 46-47.
Trabajo en el Ghetto
Trabajo en el GhettoLa naturaleza del trabajo en los Ghettos no era uniforme y estaba muy influenciada por las políticas de las autoridades alemanas locales, los líderes judíos locales y los industriales alemanes. Algunos de los Judenräte intentaron dar solución a esta privación desarrollando industrias dentro del Ghetto. En ciertos Ghettos florecieron sistemas secretos e ilegales de producción. En su diario, Emanuel Ringelblum [pronunciado Ringuelblum] describe la inventiva e ingeniosidad de los judíos del Ghetto de Varsovia, quienes utilizaron cualquier materia prima posible para fabricar lo que necesitaban. Los polacos que tenían necesidad de la destreza profesional de gente encerrada en el Ghetto les enviaban algunas de las materias primas por contrabando. Estas iniciativas clandestinas no resolvieron el problema existencial de trabajo en el Ghetto, aunque hicieron posible que aquellos que se ganaban la vida pudieran mantener a otros. Sin embargo, ellos eran una minoría muy pequeña y tampoco ganaban lo suficiente para vivir.
En algunos Ghettos, ciertas empresas civiles alemanas explotaron la situación de empleo y la fácil disponibilidad del trabajo judío para obtener ganancias. Trabajar para los alemanes ampliaba las posibilidades de obtener alimentos, y desde 1942 en adelante, cuando los judíos iban siendo deportados a los campos (véase Campos de Exterminio), ese tipo de trabajo era probablemente la única manera de aplazar la muerte.
Auto Ayuda
Auto AyudaEn la mayoría de los Ghettos se establecieron sociedades de "auto-ayuda" y de "ayuda mutual"; en Varsovia, los "comités domésticos" se ocupaban de los residentes pobres y refugiados, mientras establecían jardines de infantes y clubes juveniles y organizaban actividades culturales. Había comedores de beneficencia públicos que trataban de asegurar que todos los necesitados tuvieran por lo menos una comida al día, por exigua que fuera.
Había también orfanatos como el del Dr. Janusz Korczak [pronunciado Yanush Korchak] en Varsovia, que proveían albergue a decenas de miles de huérfanos. Rechazando ofertas para salvar su propia vida, Korczak se unió al destino de sus huérfanos, encontrando su muerte en Treblinka.
Los movimientos juveniles también participaban en actos de auto-ayuda en los Ghettos, creando para sus miembros un lugar que en cierto respecto estaba desconectado de la realidad sombría. El estado de ánimo le daba importancia central a sus reuniones continuadas y ellos tomaban parte además en los esfuerzos para aliviar el hambre y cuidar a los niños (véase también la clase 3).
En el Ghetto, las organizaciones y la gente privada hacían esfuerzos constantes para sostener y mantener a las partes más débiles de la población de la mejor manera que les era posible. Desafortunadamente, dichos esfuerzos no eran suficientes en las condiciones extremas que predominaban en los Ghettos.
Las Aktions: La Deportación de los Ghettos a la Muerte
Las Aktions: La Deportación de los Ghettos a la MuerteLa deportación de los judíos desde los Ghettos a los campos de muerte comenzó siguiendo la decisión de implementar la “Solución Final” a través de toda Europa.
Las deportaciones se llevaron a cabo de manera uniforme, que incluía dos etapas: la redada de judíos en preparación para su deportación, conocida como "Aktion", y la deportación misma a los campos de muerte. Las deportaciones se ejecutaban repentinamente, utilizando artificios para engañar a las víctimas. Con frecuencia, las Aktions se llevaban a cabo con una violencia espantosa, dejando muchos muertos en las calles. La mayoría de los Ghettos más pequeños fueron liquidados en una sola gran Aktion. En ciertos casos, los alemanes asesinaron a todos los judíos en un campo de muerte, y en otros, los judíos más fuertes eran enviados a campos de trabajos forzados. En los Ghettos más grandes, el proceso de deportación tomó mucho más tiempo. Al comienzo los alemanes deportaban a todos los que eran incapaces de trabajar y reducían al mismo tiempo los confines del Ghetto, convirtiéndolo en un tipo de campo de trabajo.
A fin de evitar el pánico entre la gente del Ghetto, los alemanes publicaban anuncios acerca de llevar a los deportados al "trabajo". En Varsovia explotaban los severos apuros de hambre entre los judíos, prometiendo alimentos a quienes estuvieran de acuerdo en ser deportados voluntariamente. Los engaños y retrasos temporales que generaron ilusiones entre los judíos con respecto a su destino final fueron creados para esconder el hecho que los alemanes se habían puesto por meta de exterminación total de todos los judíos.
"[En vísperas de la deportación del Ghetto[ [...] cesó el ingreso de alimentos por medio del contrabando: los comerciantes, molineros, panaderos que aún tenían algunas existencias las escondían – práctica usual en dichos casos – y en un par de días, el precio del pan se había disparado diez veces. Todas las tiendas de distribución de alimentos y las cocinas de beneficencia estaban cerradas, y no tomó más de unos pocos días para que el setenta y cinco por ciento de la población judía, que ya antes de las deportaciones a penas lograba subsistir y vivir una existencia precaria, estuviera frente a un peligro real de muerte por inanición. Las cosas llegaron a tal punto que el nuevo lugar de horrores del Ghetto, la Umschlagplatz [plataforma de embarque a los trenes – N. T.], se volvió atractiva porque allí repartían pan. Las "autoridades de deportación" anunciaban que todo el que se presentase allí "de su propia y libre voluntad" recibiría "alimentos para el viaje" – tres kilogramos de pan y un kilogramo (luego sólo medio kilogramo) de miel o mermelada artificial. Y el hecho es que habían tantos voluntarios que a veces no podían deshacerse de ellos.”
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Lectura recomendada:
Capítulo 6 del libro de Gutman “Holocausto y Heroismo”, pp. 97-121.
Material optativo recomendado:
"Diario de Emmanuel Ringelblum, fragmentos", en Nuestra Memoria, No. 21 (Abril 2003), pp. 28-31.
Ver asimismo:
M. G. Vasquez, "El papel protagónico de las mujeres en los ghettos", en Nuestra Memoria, No. 21 (Abril 2003), pp. 16-17.
O también:
R. Hodara, "La Shoá: la mujer en los ghettos", en Nuestra Memoria, No. 21 (Abril 2003), pp. 14-15.
- Rachel Auerbach, The Streets of Warsaw 1939-1948, [Las Calles de Varsovia 1939-1948, en hebreo], Editorial Am Oved, Tel Aviv, pp. 88-89.