"Niños, y principalmente si son pequeños, casi que no dejan detrás huellas. No están acostumbrados a escribir cartas, ni dejan testimonios escritos u orales. Ellos no formulan documentos, acuerdos o recibos, y no poseen pertenencias de valor. No son grabados en la memoria por la costumbre o algún hábito específico en el marco comunitario, sus amigos son contados y también son niños. Ellos viven pegados a sus familias, padres, hermanos. Las fotografías en las que aparecen son fotografías familiares, y se pueden identificar, con dificultad, a los adultos solamente. Y si los adultos desaparecen, nadie los va a tener en cuenta, nunca, ni en un pensamiento pasajero."
"El comprador de aniversarios", Adolfo G. Ortega, pág. 83
Alrededor de un millón y medio de niños fueron asesinados en el Holocausto. Casi no dejaron huellas – un puñado de fotos y algunos efectos personales.
Esta exhibición presenta las historias personales de ocho niños durante el Holocausto. Cada uno es un mundo entero. Sus historias se revelan a través de los álbumes que perduraron. Estos ofrecen una ventana al mundo de esos niños: el sufrimiento cruel y la persecución constante que sufrieron bajo condiciones de vida que desafían la imaginación. Pero los álbumes nos muestran que a pesar de todo, los niños siguieron siendo niños: escribiendo dedicatorias a sus amigos e ilustrándolas con dibujos alegres; escribiendo sobre amistad eterna a pesar de que en muchas instancias sus vidas fueron brutalmente truncadas.
Los álbumes –que permanecieron milagrosamente intactos- fueron realizados en guetos, campos de concentración y trabajo, en la clandestinidad o mientras huían y en diferentes países de Europa y Asia.
Las historias de vida de los jóvenes escritores y sus familias y la suerte que corrieron algunos de los que escribieron dedicatorias aparecen aquí.