Norbert – Natan nació en 1929 en Katowice, Polonia. Sus padres, Karol y Ethel (de soltera Aron) llevaban una vida burguesa en un hogar tradicionalista, sin ningún tipo de inclinaciones sionistas. Karol era viajante de comercio y la familia vivía sin sobresaltos. La hija mayor, Szuzana-Ziva nació en 1926. La familia pasaba siempre los veranos en el centro turístico de Szczyrk, en las montañas Beskides, en el suroeste de Polonia. Dos semanas antes del estallido de la guerra, al acrecentarse las tensiones entre Polonia y Alemania, se trasladaron a Jaroslaw, a la casa de los padres de Karol. Nunca volverían a Katowice.
Después del inicio de la guerra los Kurzmann huyeron hacia el Este, junto con otros parientes de Jaroslaw. Decidieron que los hombres estaban en situación más peligrosa y la familia se dividió. Karol Kurzmann y sus hermanos Max y Zigmund escaparon a Rumania. Las mujeres y los niños, incluyendo a Ethel, Ziva y Natan, regresaron a Jaroslaw.
Cuando la ciudad fue ocupada por los alemanes los judíos fueron desposeídos y maltratados y reclutados para trabajos forzados. En vísperas de la festividad judía de Sucot, el 29 de septiembre de 1939, los judíos fueron reunidos y recibieron la orden de salir de la ciudad de inmediato. Debían cruzar a la ribera oriental del río San, controlada por los soviéticos. La expulsión estuvo acompañada del expolio, de golpes y disparos contra los judíos. Ethel y sus hijos estuvieron entre los que consiguieron cruzar el río. Encontraron refugio nocturno en el granero de un granjero local. Continuaron luego viaje hacia Lvov, donde se reunieron con Karol.
Cerca de un año después Karol, Ethel y los dos niños, fueron exiliados a un campo soviético situado en Yoshkar-Ola, en la frontera siberiana. En el campo nació otro hijo, Stefan-Uzi. Llevando a su recién nacido de dos semanas las familia continuó errando, llegando a Samarcanda vía Novosibirsk. Por entonces se les acabó el dinero y su situación deterioró de tal modo que llegaron a estar al borde de la inanición. Natan y Ziva fueron colocados en un orfanato judío. Desde su cama de enfermo Karol les anunció a sus hijos que no volvería a verlos. La madre les pidió seguir siempre juntos y les entregó su única pertenencia: la dirección de sus hermanos en los EEUU.
Ziva y Natan fueron evacuados con los otros niños del orfanato y llegaron a Teherán en agosto de 1942. Allí emisarios de la tierra de Israel reunieron alrededor de 1.000 niños que habían escapado hacia el Este con sus familias y vivido una existencia nómade hasta llegar a Teherán por distintos caminos. En febrero de 1943 esos chicos –"los Niños de Teherán"- llegaron a la tierra de Israel.
Llegamos como "niños adultos", relató Natan. No tenían idea de lo que había acontecido a sus padres y a su pequeño hermano Uzi. Después de un año consiguieron contactarse con su madre y se enteraron de que el padre había fallecido en Samarcanda. Ethel y Uzi regresaron a Katowice, vivieron en campos de desplazados, viajaron a Bélgica para visitar al hermano de Ethel que había sobrevivido y en 1948 la familia volvió a reunirse en Israel.
Recordando el reencuentro con su madre Natan relató:
"Me había olvidado el alemán… sólo hablaba hebreo… Me había desarrollado, era un soldado y vine a encontrarme con mi madre y ese chico [Uzi], y no teníamos lenguaje común. Sólo podía tartamudear en alemán. No habíamos visto a madre y a Uzi durante cinco años… y todo lo que podía hacer era tartamudear… Hubo comunicación pero faltó conexión.
Ziva se estableció en el kibutz Hatzerim, Natan en el kibutz Afikim y ambos iniciaron nuevas familias. El vínculo con la madre y Uzi se mantuvo y los tres hermanos adoptaron el apellido Rom.