Praga, 1945
Gouache, carbonilla y lápiz sobre papel
32.6 x 41.5 cm
Cedido a título de préstamo por el artista
Nació en Moravská Ostrava, Checoslovaquia. En 1942 fue deportado junto con su familia a Terezín (Theresienstadt), donde vivió en las barracas de jóvenes y formó parte de un grupo que producía el periódico “Vedem” (Lideramos). Estudió con artistas en el gueto. En 1943 fue deportado junto con su familia al “campo de familias” de Auschwitz. En 1944 fue transferido a un campo de hombres y asignado a un grupo de trabajo, encargado de reunir las pertenencias de los prisioneros asesinados y recolectar las cenizas de las víctimas antes de ser dispersadas. Cuando se produjo la evacuación de Auschwitz fue enviado en una “marcha de la muerte” al campo de Blechhammer, luego por una ruta llena de obstáculos a Mauthausen, y por último a Gunskirchen, donde fue liberado. Inmediatamente después de la liberación realizó pequeños bocetos de los crematorios y las cámaras de gas de Auschwitz, que más tarde servirían de testimonio en el juicio de Eichmann. Después de emigrar a la tierra de Israel estudió en la Academia de Artes Bezalel, donde llegó a formar parte del cuerpo de profesores.
La obra aquí presentada está dedicada al educador Pitter Přemysl, que trabajó para salvar a niños judíos durante y después del Holocausto y fue reconocido como Justo de las Naciones en 1964. En el invierno de 1944 había sido miembro del Comité de Ayuda Cristiana a Niños Judíos y asumió la tarea de trasladar a niños sobrevivientes a centros de rehabilitación, en los cuales recibieron asistencia médica, nuitrición y servicios educativos. En el castillo Štiřín cerca de Praga reunió niños sobrevivientes y refugiados, entre ellos el joven Yehuda Bacon, que permaneció en el lugar desde el verano de 1945 hasta marzo de 1946.
En esta obra artística Bacon hace énfasis en el proceso de rehabilitación por el que pasó como sobreviviente después de la guerra: desde una crisis aguda de fe en las personas a un proceso de recuperación y de esperanza alentados por su encuentro con Pitter Přemysl. La pintura presenta la imagen encorvada del joven Bacon siendo conducida por Přemysl a través de un rayo de luz, levantándola desde la oscuridad y muerte de los campos hacia la luz y la vida.
“Pitter era una persona maravillosa y fue él, en mi opinión, quien nos salvó de los horrores del pasado. Fue la primera vez que tuvimos confianza en otro ser humano. [...] Su buen corazón y el de sus compañeros nos cambiaron”. (Yehuda Bacon)