"El 25 de julio de 1943 a la medianoche irrumpieron del bosque cuatro partisanos: Hershke con su fusil, Leibke con una pistola de juguete que parecía auténtica, Schwartz y Weinberg con "fusiles" de madera […]. En el bosque de Zlona trabajaba […] un guardabosque llamado Zbachuk. Era un nacionalista ucraniano y antisemita acérrimo. Todos sabían que había participado en pogromos y masacres de judíos. También tenía en su poder el botín que había robado a sus víctimas judías… [y] un arma de fuego… Hershke adosó el fusil a su sien y le ordenó en ruso entregar su arma de inmediato… Zbachuk negó rotundamente tener armas. Amenazas y golpes no sirvieron de nada… Durante la pelea… la mujer del campesino… se dirigió al ropero, sacó un rifle y lo entregó con manos temblorosas a los partisanos."
Después de esto los hombres confiscaron carne, miel, vodka y otros alimentos y antes de retirarse amenazaron de muerte al guardabosque en caso de que se atreviese a revelar lo acontecido. Este relato de Avraham Weisbord en el libro "Skalat – la muerte de un pueblo" nos muestra el modus operandi de un grupo de partisanos judíos en bosques cercanos al pueblo de Skalat, cercano a Tarnopol (actualmente Tarnopil, Ucrania), liderado por Hershke Birenboim.
¿Quién era Hershke Birenboim? Era por entonces un soltero de alrededor de 30 años, de estatura baja y fuerzas de atleta. Tenía el pelo marrón, ojos azules, y un pequeño bigote negro. Tenía el aspecto de un campesino, dominaba el ucraniano y no parecía judío. Trabajaba de herrero, pero también de cerrajero, carpintero, mecánico, y en ocasiones también músico, actor y cómico. Siempre andaba de buen humor y le gustaba gastar bromas. Los campesinos lo apreciaban, respetaban y también le temían.
Durante la ocupación alemana algunas decenas de judíos escaparon a los bosques cercanos a Skalat para esconderse y tratar de sobrevivir. En Skalat vivían unos 3000 judíos antes de la guerra. Casi todos fueron asesinados –junto con otros judíos traídos de lugares cercanos- en sucesivas operaciones de exterminio realizadas entre 1941 y 1943. Hershke salió al bosque a fines de 1942 al frente de un grupo de 21 personas, de los cuales sólo cuatro eran aptos para el trabajo. La composición del grupo y sus acciones recuerdan a otro, más numeroso y más famoso: el de Tuvia Bielski en los bosques de Naliboki, cuya principal misión fue la salvación de judíos de todas las edades en el marco de lo que se llamó un "campamento familiar". Durante más de un año el grupo de Hershke –que con el tiempo llegó a sumar 38 individuos- sembró el temor entre los habitantes de la zona, realizando redadas destinadas a recolectar comida y armas. No pasó mucho tiempo y todos sabían que el grupo estaba compuesto por judíos. En muchas oportunidades estuvieron a punto de ser descubiertos y capturados, pero la agilidad, liderazgo y perspicacia de su líder los mantuvo con vida. Hershke trataba de no perjudicar a los campesinos inocentes, aun cuando se llevaba sus provisiones, y atacaba a individuos implicados en el asesinato de judíos. Para sobrevivir los miembros del grupo –la mayoría de ellos personas mayores, niños y mujeres, que eran apodados "el hospital"- debían deambular constantemente de un lugar a otro y recorrer largas distancias, especialmente por las noches. Cada uno tenía un rol definido, ya sea como combatiente o en trabajos auxiliares (cocina, lavado, vigilancia, conseguir agua y leña, etc.). Varias veces fueron atacados por los alemanes y ucranianos, ayudados por campesinos que habían sufrido las "visitas" de Hershke y su grupo, destinadas por lo general a confiscar alimentos, pero lograron salir ilesos de ellas.
Skalat fue liberado por las tropas soviéticas en marzo de 1944 y con ello pusieron fin a las vicisitudes del grupo de Hershke, que logró mantener en vida a casi todos los integrantes del grupo en condiciones sumamente difíciles, en las que su existencia constantemente pendía de un hilo.
Esta historia, de las que hay no pocas parecidas, ejemplifica los esfuerzos realizados por judíos para proteger y rescatar a otros judíos, en situaciones apremiantes y en constante peligro de muerte, tal como se vivía durante el Holocausto. Alunas se vieron coronadas por el éxito; muchas otras fracasaron. Todas son un ejemplo de abnegación y dedicación a los semejantes, sin detenerse a pensar en el precio que se pagaba.