La música forma parte de la vida de toda sociedad humana, desde la más primitiva hasta la más desarrollada. En la Alemania previa a la guerra, este arte que contribuye a elevar el alma, era el rey. Sin embargo, los nazis, que pertenecían a este pueblo alemán calificado de culto y musical, desviaron la música de su función principal, para asociarla con la tortura y la muerte. En los campos, las inclinaciones genocidas iban acompañadas de orquestas, a menudo judías, tanto para distraer a las SS, como para ocultar el horror detrás de los acordes de los violines. Tamar Machado-Recanati, musicoterapeuta y conferenciante, especialista en la música de los judíos durante el Holocausto, quién, además, como musicóloga, formó parte del equipo que diseñó el nuevo Museo de la Historia del Holocausto de Yad Vashem en 2005; se adentra en las particularidades de las orquestas en los campos.
¿Cuándo empezaron los nazis a utilizar la música durante el Holocausto?
Hubo orquestas en los campos de concentración desde la creación de los primeros campos en 1933. Sin embargo, los primeros testimonios directamente vinculados al Holocausto datan del inicio de la guerra. Desde la época de la invasión de Polonia, los alemanes recurrieron a la música para ahogar los gritos y el dolor de los judíos. El 1 de febrero de 1940, los nazis se apoderaron de los 300.000 libros sagrados de la yeshivá (academia religiosa) de Lublin, libros de oraciones e incluso rollos de la Torá muy antiguos, para arrojarlos a la plaza frente a la yeshivá y prenderles fuego. La cantidad de material era tal, que el fuego ardió durante 24 horas. A su alrededor, los judíos se reunieron, llorando y afligidos frente a esta catástrofe religiosa. Luego, los alemanes trajeron una orquesta para tocar música pegadiza y así cubrir sus lamentos y llantos.
Entonces, para los nazis, ¿era la música una forma de encubrir sus crímenes?
Tenemos muchos ejemplos de orquestas destinadas a enmascarar los gritos de los judíos. Este es el caso, por ejemplo, durante la masacre de Babi Yar en 1941. Las SS ordenaron a los judíos de Kiev que se presentasen en la mañana del 29 de septiembre, durante la festividad de Yom Kipur (Día de la Expiación), bajo pena de muerte. Más de 33.000 judíos se reunieron al borde de un barranco en el bosque de Babi Yar y durante dos días fueron fusilados. Algunos de los que lograron escapar relatan que los alemanes habían instalado altavoces para transmitir la música de las orquestas que tocaban valses o canciones alegres, para ahogar los gritos de las víctimas. Esto también ocurrió en Majdanek, en noviembre de 1943. Allí, los alemanes asesinaron a 18.000 judíos del campo y 30.000 de los subcampos. Y nuevamente, rodearon el campo con altavoces durante los dos días de la masacre para que la población no pudiese escuchar los lamentos de los judíos.
¿Había orquestas en todos los campos de exterminio?
Hubo 6 campos de exterminio durante el Holocausto: Chelmno, Belzec, Treblinka, Sobibor, Majdanek y Auschwitz-Birkenau. En todos estos campos había orquestas o coros. Todos menos uno, en Chelmno, una especie de campo móvil en el que los judíos, en su mayoría del gueto de Lodz, fueron asesinados tan pronto como llegaron, por asfixia, en camiones cuyos tubos de escape se dirigían al interior del vehículo. No había cámaras de gas en Chelmno. Sin embargo, en los otros cinco campos de exterminio, sí, había orquestas, que duraban unos meses o años, a veces durante todo el período de actividad del campo.
En Treblinka, sabemos que había tres orquestas, una de las cuales fue dirigida por Arthur Gold, un conocido compositor de jazz y tango en Polonia que pasó por el gueto de Varsovia. Los músicos iban vestidos con trajes especiales y tocaban durante las comidas alemanas, de cara a la ventana.
¿Quién tomó la decisión de crear una orquesta?
Contrariamente a lo que podría pensarse, no se trataba de una orden de Himmler, que estaba al frente de las SS. Era una decisión interna de cada comandante de campo, quien también decidía la elección del repertorio, músicos, dónde y cuándo tocaría la orquesta.
Las orquestas debían interpretarse no solo para el placer de las SS o del comandante del campo. Sino que también debían conocer todo un repertorio de música alegre, que debían tocar durante las torturas y los exterminios.
¿Cómo fue en Auschwitz?
En este enorme complejo que era Auschwitz, creemos que había seis orquestas y un coro: una orquesta y un coro en Auschwitz I, al menos dos orquestas en Auschwitz II (Birkenau) que incluían la mayoría de las cámaras de gas y dos orquestas en Auschwitz III (Monowitz-Buna), donde se encontraban grandes fábricas, como la de la compañía IG Farben. En Auschwitz I y II, las orquestas debían tocar por la mañana y por la noche a la salida y regreso de los prisioneros de trabajos forzados. Marchas o cánticos antisemitas. Los pasos marcaban un ritmo, 1/2/3/4. Primo Levi contará más tarde cómo esta música lograba hacer que estos cuerpos sin alma, como robots, funcionasen y que, sin ella, habría supuesto horas traer de vuelta a los prisioneros exhaustos del campo.
Esta necesidad germánica de caminar a ritmo también se encuentra en el testimonio de Dov Freiberg, uno de los que prisioneros que logró escapar durante la revuelta de Sobibor: «Estaba prohibido caminar sin cantar. Teníamos que cantar en polaco o ídish, y si no lo hacíamos bien, nos mataban».
¿Y las orquestas, que tocaban a la entrada de las cámaras de gas?
Las orquestas de los campos podían ser mixtas, es decir, estaban compuestas por judíos y no judíos, en ocasiones incluso podían ser sin judíos, pero los músicos que tocaban a la entrada de las cámaras de gas eran, exclusivamente, músicos judíos.
En Majdanek, en agosto de 1943, llegó un transporte con 200 huérfanos judíos, desde bebés de pocos meses hasta niños de 12 años. Inmediatamente, fueron dirigidos a las cámaras de gas, mientras se ordenó a la orquesta que tocase canciones de cuna en ídish. Puedes imaginar lo que estaban sintiendo los músicos en aquel momento, los que tocaron y cantaron estas melodías a sus propios hijos, ya muertos hace mucho tiempo y que ahora acompañaban los últimos momentos de estos niños. Estos niños, algunos de los cuales tenían la edad suficiente para recordar esas canciones de cuna, eran conscientes de lo que les estaba esperando. Los músicos y los niños sabían muy bien que esta música los dormiría para siempre. Aquí podemos hablar de sadismo musical.
También en Belzec sabemos que una orquesta tocaba cerca de las cámaras de gas y durante las torturas. En Auschwitz, en cambio, solo un superviviente habló de una orquesta a la entrada de las cámaras de gas. Aparte de eso, no encontramos ningún otro testimonio de una orquesta estacionada en el campo. Ni entre los supervivientes, ni entre los sonderkommando judíos responsables de sacar los cadáveres, que habían enterrado sus testimonios mientras eran prisioneros en Auschwitz.
¿Pertenecer a una orquesta aumentaba las posibilidades de supervivencia?
En general, pertenecer a una orquesta era un pasaporte a la vida. La mayoría de las veces, el trato a los músicos era mejor que el de otros prisioneros. La historia de Szyimon Laks, un judío francés, director de orquesta en Birkenau entre 1943 y 1944, que sobrevivió, apunta en esta dirección. Y también tenemos los testimonios de las integrantes de la orquesta de mujeres de Auschwitz, liderada por Alma Rosé que lucharon por obtener mejores condiciones de vida: ensayo en interiores y no al aire libre, exención de trabajos forzados para poder repetir, posibilidad de descanso durante el día. Los músicos de Birkenau dormían de a dos y no de a ocho, sobre un colchón de paja, se beneficiaban del cambio de sábanas cada semana, una ducha semanal y un pan para cuatro personas. De los 40 músicos de la orquesta, 38 sobrevivieron, gracias a su mejor estado mental y forma física.
Sin embargo, no todos sobrevivieron el Holocausto. Los hombres y mujeres de las orquestas no eran más valiosos que los demás prisioneros. Solo debían sus vidas a saber tocar un instrumento y al deseo de los nazis por la música. En el campo de Janowska, por ejemplo, se había creado una orquesta de excelentes músicos judíos de Lvov. Pero cuando en 1943, los alemanes decidieron matar a todos los judíos del campo, no perdonaron a los músicos. A los ojos de los nazis, los hombres y mujeres de las orquestas eran ante todo, prisioneros y judíos.
(Del original en francés).