Un programa sin precedentes
“No podremos vivir en un mundo sumido en la oscuridad”
La inauguración de la Avenida de los Justos de las Naciones señaló el establecimiento de un programa único: el intento sin precedentes de parte de las víctimas de distinguir en el seno de las naciones de perpetradores, colaboradores y testigos pasivos, personas que desafiaron la tendencia generalizada y protegieron judíos de la deportación y la muerte. La motivación del programa de Justos fue sin duda un profundo sentido de deuda moral y de enorme gratitud hacia los rescatadores, pero también respondía a una imperiosa necesidad, tan bien expresada por Primo Levi cuando hablaba de Lorenzo Perrone, su benefactor en Auschwitz, que "constantemente [le] recordaba con su presencia... que todavía existía un mundo justo afuera del nuestro, algo y alguien todavía puro y completo... por el cual valía la pena sobrevivir". Esto tuvo eco en las palabras del Dr. Friedbaum, quien ya en julio de 1947, en el primer Congreso de Estudios Judíos en Jerusalén, dijo: "No podremos vivir en un mundo de total oscuridad, y no nos podremos rehabilitar si estaremos rodeados sólo por un mundo en tinieblas". Vueltos a la vida después de Auschwitz los sobrevivientes sentían que era esencial enfatizar que algunos seres humanos habían sido también capaces de defender y mantener valores humanos.
El programa por lo tanto conmemora no sólo el coraje y la humanidad de los salvadores, sino que constituye también un testamento a la resiliencia de los sobrevivientes, quienes a pesar de haber tenido que enfrentarse cara a cara con las más extremas manifestaciones del mal, no cayeron en el resentimiento y los deseos de venganza. En un mundo en el que la violencia muy a menudo sólo genera más violencia, esta afirmación de lo mejor de la humanidad es un fenómeno único y digno de mención. Y los sobreviviventes fueron la fuerza motriz detrás del programa.