En enero de 1945, inmediatamente después de ser liberada, Francziska Oliwa, una sobreviviente del Holocausto, llegó a Otwock en busca de familiares. Si bien la búsqueda fue infructuosa, se topó por casualidad con un grupo de niños hambrientos, vestidos de harapos y acompañados por un soldado soviético. El soldado le relató que aquellos eran niños judíos abandonados y le pidió que se hiciera cargo de ellos. Al responderle que no tenía siquiera una casa para sí misma, el joven la condujo a un apartamento abandonado en la calle Boleslawa Prusa 11, que tenía las ventanas reventadas y no contaba con moblaje alguno, calefacción o agua caliente. Francziska se hizo responsable de once niños. De inmediato pidió ayuda al coronel médico Dr. Ochovski, comandante de un hospital soviético de campaña cercano. Conmovido por el estado de los niños, éste aceptó prestar ayuda, proveyéndole de colchones de papel y frazadas de las provisiones del hospital. También ayudó a arreglar las ventanas del apartamento y ofreció delantales del hospital para vestir a los niños.
En marzo el Comité Central de Judíos Polacos (CKZP) se hizo cargo oficialmente del Hogar de Niños en Otwock convirtiéndolo en una unidad interna del mismo, y comenzó a prestarle asistencia y a mejorar sus condiciones de vida. Luba Bielicka Blum fue nombrada directora por el Comité.
En junio de 1945 vivían en el hogar alrededor de 130 niños sobrevivientes. La mayoría de los educadores y miembros del equipo eran también sobrevivientes, que consideraban a su trabajo como una misión especial y una especie de destino, así como una respuesta a la pérdida sufrida por ellos mismos durante el Holocausto.
El Joint Distribution Committee apoyó al hogar en las finanzas. Después de 1947 ese apoyo disminuyó. A fines de 1949 quedaban sólo 52 niños en el Hogar y éste fue clausurado oficialmente