El sacrificio definitivo
Jozef y Wiktoria Ulma
El asesinato de la familia Ulma a manos de los nazis –una familia entera muerta junto con los judíos que estaba escondiendo- se convirtió en un símbolo del sacrificio y martirio polaco durante la ocupación alemana.
Jozef Ulma era un granjero y un aficionado a la fotografía que vivía con su mujer Wiktoria y sus hijos en el pequeño pueblo de Markowa, distrito de Lancut, provincia de Rzeszow. Junto a los otros habitantes del lugar los Ulmas presenciaron la ejecución de los judíos locales en el verano de 1942. Estos fueron sacados de sus casas, fusilados y enterrados en un antiguo cementerio para animales. Algunos consiguieron escapar y se escondieron en los alrededores. En el otoño de 1942, mientras continuaba la cacería de judíos por parte de alemanes y polacos, una familia judía de Lancut de apellido Szall llegó a Markowa en búsqueda de asilo. Jozef y Wiktoria Ulma aceptaron darles refugio, junto con dos hermanas – Golda y Layka Goldman.
A pesar de que la casa de la familia Ulma estaba situada en las afueras del pueblo, la presencia de los judíos fue detectada de inmediato. No se sabe con seguridad quién los denunció a los alemanes, pero existen informes que señalan a un policía de Lancut llamado Wloszimierz Les, a quien los Szall habían confiado sus pertenencias y que los delató para quedarse con ellas.
Durante la noche del 23 al 24 de marzo de 1944 la policía alemana llegó a Markowa desde Lancut. Encontraron a los judíos en la granja de Ulma y los fusilaron. Después asesinaron a todos los miembros de la familia Ulma –Jozef, Wiktoria, que estaba embarazada de siete meses, y los seis hijos: Stanislawa, Barbara, Wladyslawa, Franciszka, Maria y Antoni. El más pequeño había comenzado a asistir a la escuela primaria.
Yehuda Erlich, que por entonces estaba escondido en Sietesz, a unos pocos kilómetros de Markowa, describió el enorme impacto del asesinato de la familia Ulma:
"Esos eran tiempos duros para ellos [Jan y Maria Wiglusz] y para nosotros. Los alemanes y los mismos campesinos polacos realizaban redadas para localizar a los judíos ocultos. En la primavera de 1944 fue descubierta una familia judía escondida por granjeros polacos. Esta –ocho almas, incluida la esposa embarazada- fue ejecutada junto con los refugiados. Como resultado se provocó un gran pánico en el seno de los campesinos que estaban ocultando judíos. A la mañana siguiente fueron descubiertos 24 cadáveres de judíos en los campos. Fueron asesinados por los campesinos mismos, que les habían dado refugio durante 20 meses."
Otros granjeros sin embargo continuaron ocultando judíos a pesar del temor a ser descubiertos.
El 13 de septiembre de 1995 Yad Vashem reconoció a Jozef Ulma y a su esposa Wiktoria como Justos de las Naciones.