El coraje de desafiar
La mayoría de los funcionarios continuaron ejecutando su trabajo, sin desviarse nunca de la rutina. Solamente unos pocos sintieron que eran responsables personalmente por las acciones de sus despachos y decidieron desobedecer. Algunos fueron sancionados por su insubordinación.
Para poder perpetrar el exterminio de seis millones de judíos era necesario alistar la cooperación de diferentes instituciones del Estado en la Alemania nazi, sus colaboradores y en los países ocupados. La señalización de los judíos, la confiscación de sus propiedades y la deportación eran tareas de gran envergadura que requerían la participación de fuerzas policiales locales y funcionarioas municipales, miembros de servicios públicos, compañías ferroviarias y otros. Muchos de los involucrados creían ser meros profesionales que ejecutaban instrucciones, que eran pequeños engranajes en una gran maquinaria, y dado que estaban a cargo de un pequeño eslabón en un largo proceso, no podían ser considerados responsables del resultado. Sólo una pequeña minoría reunieron el coraje y la honestidad necesarios para reconocer el significado real de lo que estaban ejecutando o de lo que se les estaba requiriendo llevar a cabo. Esa pequeña minoría decidió que no estaban en condiciones de continuar con su rutina profesional; y decidieron desafiar a sus superiores y desobedecer sus órdenes e instrucciones.
Entre esas valerosas personas figuraban diplomáticos de diferenteas países, que decidieron que aunque eran miembros de una nacionalidad y una religión diferentes debían actuar frente al sufrimiento de los judíos y ante las largas hileras formadas en las puertas de sus embajadas y consulados. Mientras sus países y el mundo libre eran reacios a permitir la entrada de los numerosos refugiados y la mayoría de los diplomáticos continuaban empleando procedimientos ordinarios en tiempos extraordinarios, sólo unos pocos demostraron ser una excepción y estar dispuestos a actuar en contra de las políticas y directivas de sus gobiernos, sufrir las consecuencias y ser sancionados. Otros renunciaron a su inmunidad diplomática, o, como en Hungría, desafiaron a las milicias de Cruz Flechada y rescataron judíos de las marchas de muerte y ejecuciones.