El coraje de desafiar
Aristides de Sousa Mendes, Cónsul General de Portugal en Burdeos, Francia
Después de la ocupación de Francia en el verano de 1940 los consulados extranjeros tuvieron que enfrentarse con numerosos judíos que trataban desesperadamente de obtener visados para salir del territorio dominado por los alemanes. Ante la crisis de refugiados Portugal había restringido la entrada de estos, y cuando Alemania invadió Bélgica y los Países bajos prohibió más aún entrada, en especial judíos. Esto significó que el último sendero de esperanza estaba cerrado para miles, incluidos numerosos judíos, que habían huido hacia el sur, tratando de salir de Francia vía España y Portugal. Muchos se congregaron frente al consulado de Portugal en Burdeos, luchando para conseguir el trozo de papel que les permitiría zafarse de Francia.
Viendo la terrible angustia de los refugiados Sousa Mendes decidió desobedecer las instrucciones explícitas de su gobierno. Recibió una delegación de refugiados en su consulado, presidida por el rabino Jaim Krieger, y les prometió visados de tránsito a quién fuese necesario. Incluso agregó que todo aquel que no tuviese dinero para pagar los aranceles recibiría gratis la documentación. Luego estableció una oficina improvisada en el consulado y con ayuda de dos de sus hijos y algunos judíos que estaban esperando en las cercanías comenzó a emitir visados de entrada a Portugal. Durante tres días y tres noches trabajó sin descanso, sin permitirse un momento de descanso, hasta colapsar exhausto una vez terminada la tarea. Entre el 15 y el 22 de junio de 1940 emitió un total de 1.575 visados.
Los rumores de las acciones de Sousa Mendes llegaron a Lisboa, desde donde le ordenaron regresar de inmediato a su país. Dos hombres fueron enviados para escoltarlo en su regreso a Portugal. En camino, todavía dentro de los confines de Francia, pasaron por el consulado portugués en Bayona. A pesar de haber sido obligado a regresar Sousa Mendes entró al edificio del consulado, e ignorando las objeciones del cónsul local, le ordenó emitir de inmediato visados a todos los solicitantes.
De regreso en Lisboa Sousa Mendes fue hecho comparecer ante un tribunal disciplinario y despedido de su cargo en el ministerio de relaciones exteriores. Esto lo llevó a la indigencia y le imposibilitó mantener a su familia de 13 hijos. Sin embargo le dijo al rabino Krieger, a quien había ayudado en Burdeos:
"Si miles de judíos están sufriendo por un cristiano (Hitler), sin duda un cristiano puede sufrir por tantos judíos."
Sousa Mendes falleció en 1954, en la total indigencia. Recién en 1988, gracias a presiones ejercidas desde el exterior y los esfuerzos de su hijos, su gobierno lo exoneró completamente de los cargos.
Del testimonio del rabino Jaim Krieger, 1966:
Habíamos escapado desde Bruselas a Francia, junto con miles de nuestros hermanos que habían sido expulsados de Francia y Bélgica, que ya estaban sujetos al yugo de los nazis malditos. Después de muchas vicisitudes, causadas por los bombardeos aliados, llegamos a Burdeos. Encontramos a miles de nuestros correligionarios en las calles, acampados en la plaza cercana a la sinagoga. Por la tarde llegó un coche grande conducido por un chofer y se detuvo cerca nuestro. De este salió un diplomático y habló conmigo. Me invitó a su casa con mi esposa y mis cinco hijos – el mayor tenía diez años y el menor dos. Cuando llegamos me indicó que era el cónsul general de Portugal en Francia y que tenía 13 hijos. Nos freció utilizar todas las comodidades de su hogar, pero comprendí que no podría hacerlo dado que no podía separarme de de toda la gente que estaba afuera en las calles y también porque la casa estaba colmada de estatuas [cristianas], que infundían temor a nuestros hijos y por lo cual se negaron a comer. Le agradecí su amabilidad. Por la mañana me reuní con la gente que estaba afuera y luego regresé a la casa y le expliqué que había una sola manera de ayudarnos – dándonos visados para pasar por Portugal.
Mientras hablábamos el vicecónsul escuchó lo que habíamos dicho en francés y le previno de no caer en la trampa de otorgar visados. Lo dijo en portugués, pero en vano. El Sr. Mendes me dijo que otorgaría visados para mi y mi familia, pero que tendría que pedir autorización a su ministerio para los otros refugiados. Traté de influir sobre él para que hiciera caso a su segundo; entonces me contestó que podría anunciar a los refugiados que todos aquel que desease obtener un visado podría recibirlo. De inmediato comuniqué eso a los refugiados. Todos estos recibieron visados y él estuvo todo el día sentado firmándolos. Le ayudé estampando los sellos en los pasaportes, que luego él firmaba. No comió ni bebió durante todo el día, hasta tarde por la noche, y en poco tiempo me otorgó miles de visados hasta que los alemanes estuvieron cerca y tuvimos que escapar a través de España.
El 18 de octubre de 1966 Yad Vashem otorgó a Aristide de Sousa Mendes el título de Justo de las Naciones.