El coraje de desafiar
Paul Grüninger
"Cualquiera que haya tenido la oportunidad, como yo, de ser testigo de esas escenas desgarradoras, el colapso de las víctimas, el llanto de madres e hijos, las amenazas, y los intentos, de suicidio – esa persona yo no podía continuar obedeciendo."Paul Grüninger, agente de fronteras suizo
En un lapso de seis meses, la atmósfera de violencia y aterrorizamiento, que siguieron a la anexión de Austria en marzo de 1938, combinada con la pérdida de sus fuentes de sustento, indujeron a la mitad de los 192.000 habitantes judíos a abandonar ese país, en un estado de indigencia. Paralelamente el gobierno suizo clausuró sus fronteras a refugiados procedentes del Reich alemán, que incluía a Austria, y dio instrucciones a la policía de fronteras para hacer volver a los judíos que carecían de permisos de entrada. Una de las rutas de escape corría al sur del lago Constanza, a lo largo de la frontera suizo-austriaca, en la región de St. Margarethen. En ese punto Paul Grüninger estaba a cargo de la policía de fronteras suiza. Ante la aflicción de los deseperados refugiados judíos, Grüninger decidió permitirles cruzar la frontera y para hacer que su estadía fuese legal falsificó las fechas de entrada a Suiza, para que las anotaciones demostraran que habían entrado al país antes de que fuera implementado el requerimiento de visados.
La insubordinación de Grüninger fue descubierta y fue despedido de la policía. Fue también procesado bajo cargos de permitir la entrada ilegal de 3.600 judíos a Suiza y de falsificar sus documentos de registro. En marzo de 1941 la corte lo declaró culpable de incumplimiento de sus deberes. Se le anularon los beneficios de jubilación, fue multado y tuvo que pagar las costas del juicio. El tribunal reconoció sus motivos altruistas pero dictaminó que como empleado estatal estaba obligado a seguir sus instrucciones.
En 1954 Grüninger comentó sobre el veredicto:
"No me avergüenzo del veredicto de la corte. Al contrario, me enorgullezco de haber salvado las vidas de cientos de personas oprimidas. La asistencia que di a judíos están cimentadas en mi concepción de mundo cristiana... Era básicamente una cuestión de salvar vidas humanas amenazadas de muerte. ¿Cómo podía tener en cuenta seriamente esquemas y cálculos burocráticos? Por cierto excedí intencionalmente los límites de mi autoridad y a menudo falsifiqué con mis propias manos documentos y certificados, pero ello fue hecho solamente para permitir la entrada al país de personas perseguidas. Mi bienestar personal, medido frente al cruel destino de esos miles, era tan insignificante y carente de importancia, que nunca lo tomé en consideración."
Relegado y olvidado Grüninger vivió el resto de su vida bajo condiciones difíciles. A pesar de las dificultades nunca se arrepintió de sus acciones en favor de los judíos. Finalmente fue exonerado en 1995, 23 años después de su fallecimiento.
El 20 de abril de 1971 Yad Vashem reconoció a Paul Grüninger como Justo de las Naciones.