En sótanos, fosas y áticos
Pavel y Lyubov Gerasimchik y sus hijos, Klavdiya Kucheruk, Galina Gavrishchuk y Nikolay
Pavel (Pavlo) y Lyubov (Lubka) Gerasimchik y sus tres hijos adolescentes Klavdiya, Galina y Nikolay, vivían en la aldea de Szubkow, cerca de la ciudad de Tuczyn, en el distrito de Równe, Vohlynia. En 1935 Pavel se familiarizó con Isaak Khomut (más tarde Emmet), un judío acomodado de Tuczyn, casado y con dos hijas. Cuando los alemanes ocuparon la región a principios de julio de 1941, al contrario de la mayoría de sus vecinos, Gerasimchik no le dio la espalda a su conocido judío. A pesar de las penurias que conllevó la guerra sus pensamientos se dirigieron a la familia judía que estaba en mayores peligros y necesidades, y le indicó a Khomut que estaría dispuesto a alojarlo en su casa si fuera necesario.
En septiembre de 1942, cuando se hicieron preparativos para la liquidación del gueto de Tuczyn, la familia Khomut decidió escapar y dirigirse a Szubkow. El intento fracasó y fueron obligados a regresar a su casa en el gueto. Para gran sorpresa al día siguiente apareció Gerasimchik y les ofreció esconderlos en su casa por tiempo. Los Khomut aceptaron la oferta y al anochecer la esposa de Isaak, Polina, y su hija de ocho años Lara salieron en secreto del gueto y fueron llevados por Pavlo a la aldea escondidas bajo la paja que había en el carro. Algunos días más tarde, después de que el gueto fue liquidado, Khomut se unió a su mujer e hija. La mayor, Hanele, había sido entregada a otra familia que prometió cuidarla. Lamentablemente la traicionaron entregándola a las autoridades y fue asesinada.
Ante el peligro que significaba brindar ayuda a judíos, alojar a una familia entera fue problablemente una decisión muy difícil de tomar para Gerasimchik. Al aceptar salvar a los refugiados judíos puso en peligro no sólo a sí mismo sino a toda su familia. De hecho, redadas para capturar judíos se llevaban a cabo repetidamente en la región y los habitantes locales que eran sorprendidos escondiendo judíos pagaban por ello con sus vidas. Gerasimchik estaba sumamente preocupado por haber puesto en peligro a su familia. Poco después de la llegada de los Khomuts les recordó que los había invitado solamente por poco tiempo, y les pidió que abandonasen el lugar. Sin embargo cuando vio a la familia preparándose tristemente para abandonar la seguridad relativa de la casa a lo que significaría una muerte segura, tuvo un cambio repentino de idea y en lugar de dejarlos partir comenzó a construir un escondite para ellos bajo la era de trilla de su granja.
De ese modo, lo que comenzó como un refugio temporario se convirtió en el escondite de la familia Khomut por toda la duración de la ocupación. Durante 18 meses la familia judía permaneció en secreto en dos escondites en el patio de Gerasimchik. Su mujer e hijos tuvieron un papel activo en el cuidado y la salvación de la familia Khomut. Les traían comida y limpiaban los orinales cada día; por las noches montaban guardia cuando sus huéspedes salían por poco tiempo para respirar aire fresco. La familia Gerasimchik en su totalidad trabajaba duro para proveer comida a las bocas adicionales, una difícil tarea en tiempo de guerra. Para fines de la ocupación, cuando los alemanes estaban en retirada, 15 soldados se alojaron en la propiedad de Gerasimchik. Se ubicaron en la era de trilla exactamente sobre las cabezas de los judíos escondidos. Durante casi dos semanas, hasta que el Ejército Rojo liberó la zona el 15 de febrero de 1944, los Khomuts no pudieron recibir ningún alimento.
Después de la lberación Gerasimchik devolvió el reloj de oro que los Khomuts le habían dado cuando se mudaron a su casa. Finalmente estos últimos emigraron a los Estados Unidos.
El 15 de marzo de 1990 Yad Vashem reconoció a Pavel y Lyubov Gerasimchik como Justos de las Naciones. Sus hijos Klavdiya Kucheruk, Galina Gavrishchuk y Nikolay Gerasimchik recibieron el reconocimiento el 6 de diciembre de 1999.
Trasfondo histórico
Tuczyn está situado en Volhynia, un distrito del noroeste de Ucrania. Al producirse la ocupación alemana el 6 de julio de 1941, los ucranianos iniciaron un pogromo que provocó la muerte de 70 personas. Al día siguiente los Einsatzgruppen asesinaron a otros 30 judíos. En 1942 los judíos de Tuczyn fueron confinados en un gueto. Los judíos organizaron un grupo de resistencia; el 24 de septiembre de 1942, cuando la policía alemana y ucraniana se dispuso a liquidar el gueto, el pequeño grupo clandestino comenzó a dispararles y a prender fuego a las casas. En la confusión que se produjo alrededor de 2.000 judíos consiguieron escapar. La mayoría fueron capturados y asesinados; solamente un pequeño número logró sobrevivir el Holocausto.
Del testimonio de Isaak Khomut:
...Estábamos inmersos en nuestros tristes pensamientos cuando de repente llegó Pavel. Estaba avergonzado, como si las acciones de sus vecinos lo deshonraran. Había escuchado sobre el gueto y estaba claro que estábamos condenados. No era fácil expresar simpatía hacia los judíos y él estaba sopesando que podría hacer para ayudarnos en ese crítico momento. Le dijimos que queríamos abandonar el gueto, aunque fuera por algunos días, para ver como se desarrollaban las cosas. Pavel vio nuestra aflicción y nos dijo que si necesitábamos refugio por algunos días podríamos ir a su casa...
[Después de llegar a su hogar] Pavel estaba sumamente asustado al ver el gueto en llamas, pero hizo todo lo posible para calmar a mi mujer y mi hija. Las trasladó al establo y las escondió bajo la paja. Cuando se volvió demasiado caluroso para ellas las puso en lo alto del heno. Allí las encontré cuando llegué a la aldea. Les había provisto comida y bebida. Me dí cuenta que era una buena persona. Él sabía que al ayudarnos ponía en peligro a toda su familia. Nunca había visto a una persona tan delicada y sensible. Mi llegada no lo hizo muy feliz. Temía que sus vecinos me hubiesen visto llegar, pero le dije que arribé sin que nadie se diese cuenta. Recordó que le había pedido refugio por poco tiempo. Estuvo de acuerdo que nos quedásemos hasta encontrar la forma de salir. Pensábamos que la liberación llegaría pronto y nos quedamos en su casa. Nunca se nos llegó a ocurrir que nos iríamos a quedar tanto tiempo...
Decidimos abandonar su casa el domingo e irnos a Tuczyn. No creíamos que implorarle quedarnos serviría de mucho ya que habíamos visto cuán nerviosa se puso su mujer por habernos traído a su casa. Pavel estaba sumamente preocupado por los delatores. Y sobre todo sabíamos que era un campesino pobre que apenas podía llegar a fin de mes. La comida que nos daba era a costa de su familia. De repente escuchamos disparos en dirección a Tuczyn. Nos asustamos muchísimo... Pavel decidió ir a Tuczyn para ver que pasaba. Regresó muy deprimido. Cuando volvió nos dijo que deberíamos quedarnos con él, porque no había adónde ir... Le dijimos que el no podía mantenernos, dado que nos estaba dando el pan de su boca. Nos comunicó que por lo pronto no podría conducirnos lejos de su casa. Temía que alguno de sus vecinos descubriría nuestra presencia y preparó un escondite bajo el heno en el patio. Debíamos escondernos como animales en la paja. Era sumamente hacinado. Durante el día era muy caliente y había un hedor de la bacinilla que utilizábamos para nuestras excreciones, que estaba cerca nuestro todo el tiempo. Por la noche Pavel vaciaba el recipiente y lo devolvía. Era una situación sumamente incómoda el que Pavel tuviera que hacer eso por nosotros. Permanecimos en el escondite algunas semanas. No nos podíamos lavar ni cambiar de ropa. Teníamos piojos y nos rascábamos. Pero debíamos adaptarnos a esa vida. Creamos un pequeño agujero en la parva de heno para obtener algo de aire fresco y luz...
El 4 de noviembre de 1942 tuvo lugar la última masacre. Ahí fue cuando fue asesinada mi querida hija Hanele. Después de la matanza avisaron que todo aquel que escondiese a un judío sería ejecutado con toda su familia y su granja quemada. Después de ese decreto Pavel entró en pánico y nos presionó para que nos vayásemos al bosque. Se sintió mal cuando nos vio llorando y cubrió el agujero con un saco. Pasaron algunos días. Pensábamos sin cesar cómo encontrar una vía de salida. Queríamos librar a nuestro buen Pavel de la carga y el miedo que le causábamos a su familia. De repente oímos los ladridos del perro. Sabíamos que lo hacía sólo si se acercaba gente extraña, y rápidamente vimos dos policías ucranianos acercándose al lugar. Rodearon el patio y se detuvieron cerca de nuestra parva de heno. Interrogaron a Pavel si había visto judíos en el sitio o en la casa de su vecino. Pavel estaba incómodo y respondió que no había divisado judíos por mucho tiempo. Los policías le repondieron que tenían informes sobre judíos y que mejor sería que confesase [su culpa]. Pavel negó enfáticamente los cargos. Los policías se retiraron. Poco después vi a un policía ucraniano conduciendo a Leibl Briman, su esposa, su hijo de dos años, la hermana de su esposa y a la maestra Genia. Pavel se enteró más tarde que habían sido descubiertos en una parva de paja, igual a la nuestra, en una granja cercana.
La situación se deterioraba. Había casos de familias cristianas enteras que habían sido ejecutadas por esconder judíos. No podíamos quedarnos...
Un atardecer Pavel nos trajo comida y nos dijo que había comprendido que no teníamos adónde ir. Entendía nuestro temor por la vida en el bosque y que había decidido cavar un pozo en el granero para nosotros para que pudiésemos escondernos hasta que pasase el peligro. Por supuesto que me uní a él para cavar. Cavamos toda la noche cerca del granero. La entrada [al pozo] estaba dentro del granero. Pavel arrojó la arena de la excavación al río para que no quedasen señales. Cualquier cambio habría despertado sospechas. Esa noche nos mudamos al foso. Las condiciones eran terribles. Era húmedo y no había aire. Cuando le señalé a Pavel los problemas sigirió que nos escondiéramos en la paja del granero. Nos acomodamos en esta. Podíamos solamente estar acostados, porque si nos erguíamos nuestras cabezas sobresalían de la paja. A pesar de las dificultades permanecimos 16 meses en el heno...
La situación económica de Pavel era atroz. Tenía una granja pequeña y niños chicos. Trabajaba en su propia quinta. No sorprende que no podía alimentarnos. Nuestro sustento principal consistía en papas cocidas en su cáscara... a veces sufríamos del calor del verano y no teníamos agua para beber. Pavel no nos trajo agua porque había visto niños jugando en las cercanías y temía que lo viesen trayendo comida al granero. Les avisarían a sus padres y eso significaría el fin para nosotros y su familia. Es inetesante destacar que a pesar de las difíciles condiciones, los numerosos momentos de peligro, la falta de esperanza de poder volver a tener una vida normal, no queríamos morir. La policía ucraniana realizaba a menudo pesquisas en la vecindad. Cada vez que encontraban a un judío, se intensificaban las búsquedas...
Cuando los alemanes ya estaban en retirada, cavaron trincheras a lo largo del río. Colocaron la comandancia en la casa de Pavel. Quince soldados estuvieron posicionados en el granero durante 12 días. Se tumbaban sobre el heno bajo el cual estábamos ocultos. Estábamos en un estado de alerta constante. Sabíamos que no podíamos estornudar o toser. Mi mujer y yo estábamos despiertos todo el tiempo. Pavel no podía acercarse. Los guardias estaban de pie toda la noche sobre la apertura. De nuevo, un milagro...
El 15 de febrero de 1944 el área fue liberada. Permanecimos algunos días más en nuestra guarida. Esperamos que la situación se estabilizase. Todavía cundían los asesinatos. Queríamos saber si habían quedado judíos, y cómo trataban los soviéticos a los judíos.
Algunos días más tarde Pavel se enteró de que había algunos judíos en Tuczyn. Nos preparamos para regresar a nuestro destruido pueblo.
Tuvimos que caminar a lo largo de las paredes. Nuestras piernas no se movían. Los asesinos ucranianos asesinaban judíos sin misericordia por temor a que testificasen contra ellos. Debe ser mencionado que algunos judíos que sobrevivieron el infierno nazi fueron muertos por ucranianos después de la liberación. Nos despedimos de Pavel y su familia. Quiero destacar una vez más la noble actitud de Pavel y su esposa. No sólo no quiso aceptar pago por la comida que nos brindó sino que también nos dio ropa y alimento para el camino. Mi esposa le había entregado un reloj de oro cuando llegó a su casa y cuando nos fuimos se lo devolvió. Pavel y su mujer estaban felices al vernos partir después del terrible sufrimiento.
En Tuczyn encontramos 12 judíos. Es difícil describir el encuentro con los remanentes de lo que había sido una vibrante comunidad. Cada uno relataba su triste historia. Lloramos al recordar nuestros seres queridos que tuvieron muertes espantosas. Sólo entonces sentimos la horrible soledad. Fuimos colocados en una sola casa por la policía rusa. Todavía asolaban bandas de asesinos y temíamos un ataque.
Ni por un segundo hemos olvidado la terrible catástrofe que nos cayó en suerte y a los queridos inocentes que fueron torturados y asesinados. Pagamos tributo y debemos una deuda de gratitud a nuestro buen amigo Pavel Gerasimchik y su familia que arriesgaron sus vidas y nos salvaron de una muerte segura...
Del testimonio de Laura Oberlander
Entonces, seis semanas antes de la liberación, ¿creerían que soldados alemanes fijaron su puesto en nuestro granero?... ocuparon la granja... Los soldados alemanes dormían sobre el heno. Por entonces Pavlo insistió en poner sus caballos en el granero... porque quería tener algún tipo de movimiento, para que escuchaban algo creyeran que eran los caballos... Había un montón de soldados alemanes encima nuestro, y los podíamos oír inhalando cigarrillos. Durante esas seis semanas mi padre tenía constantemente su mano sobre mi boca y nariz. Dios libre si querías estornudar. O toser. O cualquier cosa...