En sótanos, fosas y áticos
Theodorus y Maria Schouten y su hija Cornelia Anna
En el invierno de 1942/43 la pequeña Lore Bauer, de cinco años, fue llevada clandestinamente por dos hombres en una bicicleta a la casa de la familia Schouten en Ooterblokker, en el norte de Holanda. La mayor parte del tiempo Lore dormía en el mismo cuarto con Cornelia, la hija de la pareja; si había peligro, cuando se conducían búsquedas casa por casa, era escondida en una habitación secreta oculta detrás de un armario en el cobertizo. A veces había otras personas en el pequeño y oscuro espacio.
Lore permaneció con los Schouten hasta el fin de la guerra. Ellos eran los únicos que sabían su verdadera identidad. Antes de separarse de sus padres su madre le explicó que nunca debía usar su apellido, decir que era judía o revelar quiénes eran sus verdaderos padres.
Al principio Lore utilizó el apellido Kruck, pero más tarde se decidió que sería más seguro para ella adoptar el apellido Schouten. Explicaron a los vecinos que era una familiar cuya casa había sido destruida al comienzo de la guerra. Lore asistía a la escuela católica local y a los siete años tomó la primera comunión. Durante la guerra los Schouten brindaron refugio a 39 personas por distintos periodos de tiempo. Cuando los padres vinieron a buscarla después de una separación de dos años, al principio Lore se negó a acompañarlos. La despedida resultó ser una experiencia traumática.
Del testimonio de Lora Beer sobre el tiempo que pasaba escondida cuando se llevaban a cabo redadas:
Nunca estuve allí más de un par de horas por vez, pero probablemente eso me parecía una eternidad... Lo que me acuerdo es que estaba muy oscuro, y daba miedo, y que había que estar muy quieto, y se escuchaba... sonidos de arriba. Usted sabe, como de botas. Pisando fuerte. Apenas muchas voces fuertes, voces muy ásperas, que se escuchaban pero no estabas segura que eran...
Había otra gente escondiéndose allí, en la casa de los Schouten. Pero quiénes eran, no me acuerdo. Muchos parecían extraños, sabe, gente desconocida para mí. Pero sé que me parecía que había varias personas. Nunca estuve sola. Siempre había alguien más.
El 22 de diciembre de 1992 Yad Vashem reconoció a Theodorus Dirk Schouten, su esposa Maria Schouten-Stam y a su hija Cornelia Anna Schouten como Justos de las Naciones.